Opinión Nacional

4 a 1

La esperanza de abrir espacio a la tolerancia política ha recibido una señal negativa de parte de la Asamblea Nacional. La composición política del nuevo CNE anuncia la agudización de la sospecha de la oposición sobre la resquebrajada independencia y autonomía del Poder Electoral con relación a los líderes del “proceso revolucionario”. La ofensiva formula antidemocrática de 4 a 1, que privó en el nombramiento de los nuevos rectores, surge como un indicador de la creciente debilidad de los hombres y mujeres en el poder. La firmeza del 56% de respaldo presidencial en las encuestas no se compadece con la voracidad del “saco de gatos” oficial por controlar firmemente el árbitro electoral.

La oposición tiene su cuota de responsabilidad en tal entuerto autoritario. La carencia de representatividad opositora en la Asamblea Nacional ha contribuido con esta aberración institucional. La abstención en las elecciones de los asambleístas el 4D dejó sin efecto, tanto la representación proporcional, el control democrático del 2/3 sobre una mayoría con vocación autoritaria, como las probabilidades de negociación y acuerdos entre fuerzas políticas que se disputan el control de los cargos públicos de elección popular.

El camino hacia la reconstrucción de relaciones democráticas, entre los grupos sociales diferenciados venezolanos, ha sido, una vez más, empañado por la polvorienta confrontación de difusos intereses grupales existentes dentro del MVR y entre esta organización política y las otras que integran la Asamblea Nacional. Las informaciones provenientes de diversos sectores de la AN son confusas y contradictorias. Cada agrupación política, fracción de esta o personalidad prominente pugnó por imponer a “su candidato”. En el fragor de la lucha se perdió de vista el objetivo político prioritario: nombrar unos rectores confiables tanto para la oposición como para el oficialismo, capaces de lograr reducir la amenazante abstención. El resultado es democráticamente deplorable.

A la oposición democrática no le queda otro camino que continuar su empeño en nuclear a todos los venezolanos descontentos con la actual gestión gubernamental y exigirles con firmeza a los rectores nombrados, mínimas garantías electorales: 1) respeto del principio de igualdad en todo el proceso electoral, 2) transparencia en todas las etapas del proceso electoral, 3) absoluto respeto de la voluntad política de los electores expresada por medio del voto y 4) total independencia política.

En la misma medida en que el CNE, en la toma de decisiones electorales, se aleje de tales principios democráticos, estará contribuyendo a la creación de las condiciones de una crisis de legitimidad de los resultados electorales y en consecuencia a soluciones no democráticas en la lucha por el poder que se desarrolla agudamente en Venezuela a partir de 1998. El balón se encuentra en manos de 4 rectores influidos por el “proyecto bolivariano”; de su responsabilidad democrática depende la reacción de millones de venezolanos inscritos en el registro electoral. En esta oportunidad nadie se dejará engañar y nadie se quedará en sus casas.

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