Opinión Nacional

5% fuiste y en 5% te convertirás

Hugo Chávez ha frustrado todas las esperanzas que una importante mayoría depositara en él, quedando a la intemperie de un pueblo que desconfía de sus palabras, sus políticas y sus instituciones. Que rechaza sus desplantes, prepotencia, abusos y corruptelas. Sus regalos a sus amigotes en desmedro de sus propios electores, que ven postergadas todas sus aspiraciones por una vida digna y provechosa. Su traición a la nacionalidad y su tradición independentista. Sus delirantes y atrabiliarios proyectos continentales y la miseria y ruindad del país que debería presidir. A meses de su pretendida reelección, cuando otros habían abandonado Miraflores hacía años, pretende perpetuarse en el poder ante la indiferencia, el rechazo o el odio de las mayorías. Visto con objetividad estamos ante un cuadro dantesco, una pesadilla.

Todo hace pensar que inició su caída y ésta no se detendrá hasta terminar en el charco del que se levantara con su frustrado golpe de estado del 4 de febrero de 1992. Parafraseando a los evangelios, bien podríamos decir de él y de esa izquierda socialista de fracasados y mediocres que lo acompaña en sus desvaríos lo que entonces representaran política y electoralmente: 5 por ciento fuiste y en 5 por ciento te convertirás. No es una maldición. Es la simple constatación de un ciclo vital e irreversible. Lo que sube baja, lo que nace muere. Chávez ha entrado al proceloso mar de su naufragio.

La aventura socialista

No es ninguna casualidad que este naufragio, posiblemente inevitable, haya comenzado en cuanto inició su loca y desatinada travesía por el mar de la felicidad cubana. El pico de su popularidad lo alcanzó cuando se travistió de adequismo, apropiándose del populismo inoculado en la conciencia popular por las ejecutorias del partido blanco. Y del verde. Pues ¿de dónde salieron las bases del chavismo si no de la desencantada clientela electoral de adecos y copeyanos? ¿O es que a Chávez lo parieron los marcianos?

De modo que misiones van, misiones vienen, la Venezuela democrática creyó que un nuevo CAP I uniformado, mejorado y aumentado había surgido de las cenizas de los viejos partidos del establecimiento. Un Mesías populista, demagógico y vengador. Que repartiría a destajo, castigaría implacablemente a la corrupción y nos volvería a las tierras de promisión del tá barato dame dos. Con el inmenso auxilio de la mayor bonanza petrolera de nuestra historia. Pero allí se produjo el gigantesco malentendido que ha provocado su desmadre: pensó que esa popularidad era de su propia invención y debida a su mesiánica e invencible personalidad. Confundió sus deseos con los de su pueblo. Se creyó el auténtico sucesor de Bolívar y Fidel Castro. Y como esa imagen se la compró la izquierda socialista mundial ˆ a muy altos costos para la economía de la república, por cierto – y se la amplificó el propio padre putativo del socialismo latinoamericano ˆ alquilándole la franquicia a razón de mil millones de dólares anuales – , pensó que lo que venía era coser y cantar. Creyó de verdad verdad que el país se había teñido de rojo.

Craso error. Pues obnubilado por esa defectuosa percepción óptica quiso apretarnos el torniquete y desplegar velas. Se vio navegando en pleno mar de la felicidad. Ataques al empresariado y a la propiedad privada, a la iglesia, expropiaciones, mordaza, colectivización, parlamento unicolor, justicia revolucionaria, presos políticos. Allí los caminos se bifurcaron y Chávez se vio de pronto rodeado de un chavismo duro que no supera el 10 o el 15% de la población electoral. Por ahora poco más del doble del 5% histórico. Pero la tendencia a restringirse a ese nicho electoral de comunistas y masistas, teodoristas y rangelistas sólo es cuestión de tiempo. Mucho más temprano que tarde, Chávez será lo que fueran Teodoro y Rangel, Mújica y Puchi, García Ponce y Alí Primera: un tristemente célebre 5%. No sería la primera vez en nuestra historia que un partido popular dotado de un líder carismático se derrumba en la nada: pregúntenselo a URD.

La rebelión abstencionista

El hito que marca el inicio del fin del chavismo y el comienzo de un nuevo ciclo político de la Venezuela democrática ˆ ¿debemos calificarlo desde ahora mismo como 6ª república? ˆ se produjo el 4 de diciembre de 2005. Un hecho sin precedentes: por primera vez en nuestra historia democrática el llamado a la abstención fue obedecido por las mayorías nacionales. Nueve de cada diez venezolanos le volvieran la espalda al desesperado llamado presidencial por participar en las elecciones parlamentarias. Una sorpresa descomunal para el chavismo duro y la izquierda pompeyo-teodorista, que de llamados a la abstención sólo conocía derrotas. Un triunfo sin precedentes para esa nueva oposición que esgrimió el 350 y la abstención como instrumentos imprescindibles de esta nueva etapa política: la lucha contra la dictadura.

A ese cataclismo político sucedió un desastre de consecuencias todavía impredecibles: colapsó el viaducto, cortando el cordón umbilical que nos une al mundo exterior. Desastre simbólico que resume la gigantesca ineficiencia de estos siete años de plagas, penurias, abusos y desaciertos sin número. De los que los varguenses han sido los principales crucificados. Pues el viaducto es apenas la punta de la madeja: el país se cae física y espiritualmente a pedazos. Tanto regresa al pasado, que ha debido volver a usar la ruta de los españoles. ¡En pleno siglo XXI!.

La nueva oposición

Sólo faltaba convertir todos estos hechos dantescos en mensaje político clara y fácilmente perceptible y asimilable por las mayorías. Cosa que se produjo casi espontánea y simultáneamente mediante el mensaje pastoral de la Conferencia Episcopal Venezolana y la Homilía de Su Eminencia el Cardenal Rosalio Castillo Lara. Que ambos supieron auscultar el corazón del sentir popular lo demuestra el hecho de que el cardenal desconocía la pastoral de la CEV ni ésta la homilía de Castillo Lara. No importan las fotos manipuladas desde Miraflores: plena unanimidad de mensajes.

Si a todos estos hechos se agrega la sorpresiva unanimidad de los más importantes partidos y sectores de la oposición tras una sola política ˆ no a las elecciones amañadas ˆ se tiene un cuadro de colapso político social sin precedentes desde la asunción de Chávez a la presidencia de la república. Muchísimo más peligroso y probablemente de mortal necesidad para el régimen que todas las crisis anteriores, pues lo sorprende en un momento de su máxima debilidad. Cuando según todos los indicios perdió el amor de que un día ya lejano disfrutara y cuando el cheque en blanco concedido a sus promesas ha agotado todos sus recursos.

Las elecciones de diciembre

¿Qué hacer? Chávez no parece tener otra opción que preparar la batalla del 3 de diciembre y apostar todas sus cartas a la reelección. Pero para ello requiere de dos elementos imprescindibles: el CNE de Jorge Rodríguez, ampliado y aumentado, así como la participación pasiva y complaciente de una oposición real o ficticia que le de apariencias de mínima legitimidad a dichas elecciones. Pues como lo demostrara el caso Fujimori, reelecciones presidenciales en solitario presagian desastres.

Será imposible que cuente con la participación de la oposición real bajo las condiciones de manipulación electoral de este CNE. Se cae su primer supuesto. Pues los viejos partidos políticos han comprendido que su sobrevivencia depende del respecto irrestricto a la voluntad soberana. Y ésta no avala elecciones amañadas. Es más: Acción Democrática puede volver a sus antiguos fueros ˆ los del 23 de enero del 58 y los triunfos de Rómulo ˆ si lidera esta etapa de lucha antidictatorial fundiéndose con el sentimiento popular y democrático, hoy profundamente antichavista. Llegó la hora de que la actual dirigencia de AD le pase su factura al caudillo por la usurpación de sus bases para fines aviesos, siniestros y tramposos.

En cuanto a los nuevos partidos, el 4D supuso una fractura posiblemente irreversible en el liderazgo de Primero Justicia y un sorpresivo fortalecimiento de quienes hacen vida en el Comando Por la Resistencia. Probablemente, el futuro liderazgo opositor y base de sustentación de un futuro gobierno post chavista se articulará en torno a una alianza estratégica de AD por una parte, y de Alianza Popular, Súmate, Verdad Venezuela, y las fuerzas sociales y políticas que giran en torno a ese liderazgo alternativo, por la otra. Clave de un eje modernizador vinculado a nuestras clases medias y reservorio de alta eficiencia gerencial en la conducción de los asuntos públicos de la futura Venezuela. Compare usted, querido lector, a Pedro Carreño, Juan Barreto, Freddy Bernal o Jesse Chacón con cualquier representante de esa nueva oposición. Desde Marcel Granier hasta Tulio Álvarez, desde Oswaldo Álvarez Paz hasta Rafael Alfonso, desde Leopoldo López hasta María Corina Machado.

En cuanto al llamado Polo Democrático de la vieja izquierda, desde Teodoro Petkoff hasta Felipe Mújica, deberá enfrentarse a las nuevas fuerzas gravitatorias y escoger entre volver al redil del 5% histórico, al que pertenece por derecho propio, o acercarse a AD y conformar un bloque socialdemócrata – en cuyo seno también vemos por derecho propio a Alianza al Bravo Pueblo y la gente liderada por Antonio Ledezma – que asuma un papel estelar en el futuro protagonismo político. Sería una opción recomendable. El 5% histórico podría quedar en manos del PPT, el PCV, Podemos y el partido militar del teniente coronel.

La peor de las posibilidades, la de montar una oposición ficticia con candidatos prêt à porter, como Claudio Fermín, Francisco Arias Cárdenas o cualquier otro espontáneo inescrupuloso escenificando la farsa de una reelección chimba no hará más que desatar una tragedia descomunal. Ojalá prescinda de ese seguro camino a su infierno. Por el futuro de Venezuela

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