Opinión Nacional

A Elena Martínez en el Día del Maestro

Desde hace varios años escribo un artículo con motivo de la celebración del Día del Maestro. En esta oportunidad se lo dedico a mi amiga y colega Elena Martínez, fallecida el pasado 4 de diciembre, después de una trayectoria profesional y humana llena de logros, iniciativas, preocupaciones, responsabilidades, compromisos y proyectos que la mantuvieron activa toda su vida y siempre dispuesta a luchar por sus ideales democráticos.

Su obra no sólo se encuentra en todo lo que se pueda identificar como efecto directo de sus acciones concretas sino también en el de sus enseñanzas sobre el gran número de bachilleres, normalistas, profesores y licenciados que fueron sus estudiantes y, más que eso, sus discípulos, con muchos de los cuales mantuvo comunicación y amistad durante muchos años.

Nació Elena en Caracas, el 4 de junio de 1917, culminó sus estudios de Primaria en el Patronato de San José de Tarbes en 1932; de Maestra Normalista, en la Escuela Normal de Mujeres, en 1936; de Bachillerato en el Liceo Alcázar, en 1944; de Profesora de Educación Secundaria y Normal en el Instituto Pedagógico Nacional, en 1948; y de Licenciada en Ciencias Biológicas en la Universidad Central de Venezuela, en 1959. Esta formación académica básica se fue enriqueciendo con sus experiencias como docente, siempre atenta a los progresos científicos y pedagógicos y con estudios posteriores realizados en seminarios, cursos, talleres y jornadas.

Su carrera como docente de primaria la realizó en diferentes Escuelas y la culmina como maestra en la Escuela Experimental Venezuela, de 1945 a 1948. Su carrera como docente de secundaria la realiza en el Liceo “Fermín Toro” en 1948, en la Normal “Miguel Antonio Caro” en 1948-52 y la culmina en el Liceo de Aplicación en 1952-59. En educación superior fue docente en el Instituto Pedagógico de Caracas de 1952-73 y en la Universidad Central de Venezuela de 1977-85. Además trabajó en colegios privados y en el Banco del Libro.

Entre sus publicaciones se destacan varias Guías de trabajos prácticos de Ciencias Biológicas, coautora de dos trabajos sobre el Análisis del Trabajo de Mendel, una secuencia nutrida de trabajos de investigación sobre diferentes aspectos de la utilización de Técnicas no Formales en educación que presentó Elena en diferentes Convenciones de la Asociación Venezolana para el Avance de la Ciencia (AsoVAC), entre 1978 y 1982, y la obra que produce en su madurez, en la cual recopila sus bellos y sentidos poemas, titulada Tardé …..en darme cuenta, publicada en 1991.

Entre las menciones honoríficas recibida figuran Orden “27 de Junio” del Ministerio de Educación en sus menciones Segunda (1954) y Primera Clase (1966); la “Alberto Smith”. Segunda Clase (1976), del Instituto Pedagógico de Caracas, y la Orden “Simón Rodríguez”, otorgada por el Consejo de Profesores Jubilados y Pensionados de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador en 1994.

Sobre rasgos de su personalidad y datos de su trayectoria me permito citar algunos párrafos que forman parte de la semblanza que escribí en el libro que publiqué en 1995, La Enseñanza de las Ciencias Naturales y la Generación del 46:
“En las tardes pasaba por el corredor frente a nuestro salón de clases, menudita y siempre apurada, hacia el aula de 3° año. Su apuro se debía a que venía de trabajar en un plantel de Primaria con tiempo preciso para llegar a sus clases en el Pedagógico. En esa época oí mencionar su nombre y comentar que era una de las mejores alumnas de Fisiología, que dictaba el Dr. Humberto García Arocha y de Bioquímica que impartía el Dr. Augusto Pi Suñer”.

“Como docente preocupada por la forma de enseñar, Elena también había ensayado clases, desde hacía algún tiempo en la “Miguel Antonio Caro”, con la utilización de guías de estudio, trabajos de laboratorio y discusiones planificadas que prácticamente sustituían la exposición por parte del profesor”
“En las aulas del Aplicación se distinguió como educadora preocupada por estar al día en su área y como docente que iba más allá del contenido en su afán por establecer actitudes de búsqueda, conductas respetuosas de las idea de los demás, amor por la naturaleza y admiración por los científicos que habían dedicado gran parte de su vida a la investigación y a la defensa de nuestra flora y nuestra fauna”.

“Sin egoísmos en el compartir información con sus colegas, sin mezquindad en el tiempo para dedicarlo a sus amigos, sin compromisos que no la dejaran encontrar algo positivo en las personas, sin actitudes pedantes que inhibieran a sus colegas o a sus alumnos en el acercamiento en busca de apoyo o de ayuda, así percibimos a Elena desde el primer momento. Si a esto se le agrega la sonrisa siempre lista, la confianza inspirada, la emoción expresada al comentar sus logros o los de los demás, la transparencia al hacer observaciones, la prudencia ante la críticas sobre terceros, entre otras características, se tendrá una imagen más completa de la Profesora Elena Martínez”.

Para terminar este breve resumen de la vida de Elena Martínez para presentarla a las nuevas generaciones, quiero expresar que me hace sentir bien que ella conociera mi opinión sobre sus valores y su obra como educadora destacada del siglo XX, antes de su viaje al mundo de los recuerdos.

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