Opinión Nacional

A la calle

Este Primero de Mayo es importante que todos los demócratas de Venezuela estén en la calle, marchando con los trabajadores organizados en defensa de una libertad y una igualdad amenazadas de muerte por un capitalismo de Estado despótico, a punto de transformarse en colectivismo neo estalinista.

Aterrado por la recesión económica mundial que se nos viene encima, Hugo Chávez ha decidido pasar de la autocracia a la dictadura, y del populismo a una copia del neo estalinismo cubano. Nos equivocamos quienes alguna vez definimos al chavismo como otro ejemplo más del “populismo militar” latinoamericano, similar a los regímenes de Perón y de Velasco Alvarado. Esos mandatarios –con todas sus fallas y abusos- eran nacionalistas tercermundistas que temían y rechazaban al comunismo. En cambio Hugo Chávez se identifica con éste (en su versión castrista) y lo quiere implantar en Venezuela. El empobrecimiento de la población le conviene: como ya lo dijo su ideólogo planificador, la pobreza es la precondición para el “socialismo” (autoritario).

Obama –creo que no por ingenuo sino por sagaz- se ha mostrado amable con quien jugó el papel de muchacho travieso pero simpático en la cumbre americana. Quiere dejarle al barinés la eventual responsabilidad de romper el clima de tregua y reanudar los ataques. A parte de que –como lo explicaron Obama y Clinton- se acabó la era del moralismo y, de ahora en adelante, lo que contará es el interés nacional estadounidense. Interés en abrir el mercado de Cuba a sus empresarios, importándoles poco la opresión que sigue sufriendo el pueblo cubano. Interés también, en que Hugo Chávez tal vez deje de ser un “gadfly” (mosquito zumbón) que no amenaza pero sí irrita a una potencia que quisiera ocuparse de cosas serias, tales como su reforma estructural interna y el equilibrio geopolítico del Medio Oriente Ampliado.

Ante el cinismo de los muchos que consienten y adulan a Hugo Chávez para sacarle sus últimos petrodólares, o con la (vana) esperanza de lograr que deje de molestarlos, importándoles un bledo el creciente despotismo interno en Venezuela, los únicos que podemos salvar y liberarnos somos los venezolanos mismos. Por la opresión cada vez más fuerte, crecerá la resistencia civil, sobre todo de la clase trabajadora, tan temida por los colectivistas autoritarios porque maneja el arma poderosa de la huelga. Se unirán progresivamente la oposición y la disidencia. Tal vez el polo socialdemócrata logre jugar un papel.

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