¡A la porra con Porras!
¡Qué abuso! El nuevo gobernador de Mérida comienza a pagar su deuda política con Chávez atacando, no a un tal señor Porras, sino a Monseñor Baltasar Porras, Obispo de Mérida y Presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana. Y, como no les había dado resultado insultarlo y llamarlo «adeco ensotanado», ahora se les ocurre acusarlo de corrupción.
¡Qué maravilla! Así quieren apabullar al curita bocón, que no se queda callado ante las barbaridades del régimen. Y, de paso, le dan un golpe en la yugular a la institución con más prestigio ante la opinión pública venezolana, La Iglesia Católica.
¡Pues no! Yo no se los permito. Me niego a seguir aceptando que, con descarada e insolente impunidad, los chavistas sigan insultando a mi Iglesia, a esa misma Iglesia a la que recurrieron cuando quisieron aplastar al Congreso democráticamente elegido en 1998, al LEGÍTIMO Congreso que, al finar, lograron asesinar, para imponernos la parodia de Asamblea que ahora tenemos.
A esa Iglesia que, mientras Chávez viaja y el régimen chavista dilapida los ingentes recursos petroleros en elecciones, cumbres, aviones, viajes presidenciales con grandes comitivas, vacaciones de la familia presidencial, cadenas, programas radiales, petróleo para Fidel y, de paso, los estudios del hijito en España, continúa trabajando para darle dispensarios, ancianatos, hospitales escuelas y formación ciudadana al pueblo venezolano.
Muchas instituciones y personas en este país e incluso de otras religiones, reconocen y aprecian las acciones sociales que realiza la Iglesia Católica. Entre ellos menciono Fe y Alegría, el Hospital San Juan de Dios, las obras sociales Don Bosco, los dispensarios de las Iglesias en todo el país, la Vicaría por los Derechos Humanos e innumerables iniciativas llevadas a cabo con el apoyo de empresas privadas.
La Iglesia actúa, tolera y perdona. Yo no soy tan santa y me niego a quedarme callada.
Mi respaldo a la Iglesia Católica, mi iglesia y al presidente de la Conferencia Episcopal, Obispo de Mérida, Monseñor Baltasar Porras.
Y a la porra el gobernador Porras.
