Opinión Nacional

A los apáticos y miedosos

Sea cual sea el resultado de los comicios de mañana, una Asamblea Nacional más plural y equilibrada se abrirá paso en la política venezolana. No será este el final de un modelo autocrático y personalista, pero se abrirá un nuevo episodio de un proceso que comenzó con los dos golpes de Estado auspiciados por el actual Presidente en 1992.

El nuevo Parlamento abrirá también el camino a una nueva generación de líderes que tendrán en sus manos la misión de conducir a Venezuela por el camino de la democracia, frente a una opción que está fracasando y está llevando el país hacia el despeñadero.

Ya no solo se trata de la pérdida de libertades y el control del poderes públicos, sino que además se trata de la destrucción del aparato productivo que atenta contra el nivel de vida de todos los venezolanos, incluyendo a los propios seguidores del Presidente.

El costo de haber entregado el poder a una sola persona sin contrapeso y sin organismos contralores de su gestión, ha sido el peor error que han cometido los venezolanos en estos últimos 50 años.

Decimos «todos los venezolanos» puesto que en 1998 diversos factores de poder jugaron en la misma dirección para entregarle el mando a un hombre que basó su liderazgo atentando contra el sistema democrático. Los llamados «notables», algunos importantes medios de comunicación, los grupos en pugna dentro de los propios partidos políticos, figuras mediáticas que hoy terminaron en el exilio e incluso importantes grupos económicos entregaron la «soga» con la que hoy están siendo ahorcados.

La conciencia del venezolano ha tardado 11 años en comenzar a recuperarse de la «demolición» institucional y ética. Los estudios de opinión hablan de un tercio de la población que no se identifica con ninguna tendencia o que no participa en los procesos electorales.

Los especialistas atribuyen esa triste realidad a diversos factores entre los que podrían estar el miedo, la indiferencia o la conveniencia.

Pero una actitud como esa, no servirá a nadie para escapar de lo que se avecina. Los economistas estiman que la deuda externa anda por los 110 mil millones de dólares por la medida chiquita. Contraída en emisión de bonos; venta a futuro de petróleo a cambio de efectivo que se utiliza para alimentar el gran aparato burocrático gubernamental; los megapréstamos que se adquieren sin pasar por la AN y sin rendir cuentas a nadie; y la megadeuda contraída por las masivas expropiaciones, de las cuales solo una mínima parte han sido canceladas. Es un camino que no lo aguanta ninguna economía, ni siquiera con la más grande industria petrolera.

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