Opinión Nacional

A propósito de la enmienda

A medida que van pasando los días, comienza a tomar cuerpo el debate en torno a la enmienda Constitucional que presentara el Presidente Hugo Chávez, con la finalidad de abrir las posibilidades de que cualquier persona que haya sido electa para ejercer algún cargo público pueda postularse consecutivamente para optar a seguir ejerciéndolo, sin que ello implique que vaya a ser reelecto indefinidamente y, mucho menos, que su reelección se traduzca en permanencia indefinida. Como era de esperarse, desde el mismo momento en que surgió la propuesta presidencial, inmediatamente se activaron las organizaciones políticas y mediáticas que actúan como tales -bien en apoyo o en contra- para desarrollar sus estrategias para alcanzar los objetivos perseguidos por cada una de ellas.

Desde que se hizo pública la propuesta, el PSUV, los movimientos sociales y los partidos aliados que apoyan el proceso revolucionario comenzaron a movilizar a su militancia con el objeto de apoyar la aprobación de la enmienda que incluyó, sin que fuese necesario, la recolección de firmas que fueron presentadas en dos tandas a la Asamblea Nacional, como muestra del apoyo popular a la iniciativa gubernamental. Esta tarea que implicó sumar alrededor de 6 millones de firmantes, fue acompañada por un plan de divulgación acerca de la legalidad, significación, viabilidad y necesidad de ejercer todas las acciones requeridas para lograr la aprobación de la enmienda en el referendo que deberá ser convocado por el Poder Electoral, a mas tardar, para el 15 de febrero venidero.

Con objetivos contrarios, la oposición encabezada por los medios de comunicación audiovisuales y escritos que han venido sustituyendo la labor que corresponde a los partidos políticos, también dio comienzo a su campaña. Iniciaron sus acciones manipulando el Discurso de Angostura de El Libertador y siguieron con la promoción de la discusión acerca de la constitucionalidad de la enmienda recordando, permanentemente, los resultados del referendo del 2 de diciembre de 2007. Ante la evidente aceptación de la proposición, las organizaciones opositoras, incluyendo a la Conferencia Episcopal, comenzaron a revivir sus consabidas dudas acerca del funcionamiento del Consejo Nacional Electoral incorporando al debate la validez del registro electoral permanente que les fuera muy útil para ganar varias gobernaciones y alcaldías en las recientes elecciones regionales, pero que dos meses después perdió toda vigencia. Luego, con la participación del mal llamado movimiento estudiantil, se dieron a la tarea de obstaculizar el libre tránsito en la autopista y calles aledañas a la Universidad Católica en las horas previas a que la Asamblea Nacional se abocara a la segunda discusión del proyecto de enmienda. Días antes habían iniciado las llamadas acciones internacionales con la ya conocida reunión llevada a cabo en Puerto Rico que contara con la participación de asesores foráneos y, presuntamente, de funcionarios del gobierno estadounidense. Seguramente, en los días siguientes, sus archiconocidos voceros internacionales visitarán algunas ciudades europeas y latinoamericanas para seguir alimentando dudas acerca del vigor de la democracia en el país. A la par han seguido con su reconocida campaña de desprestigiar la gestión del Gobierno del Presidente Chávez, operación que arreciarán a medida que se acerque la fecha del referendo.

Mientras las organizaciones que apoyan a la propuesta se organizan y promueven el debate, nuevamente, la oposición vuelve a exhibirse desorientada, desambientada, dubitativa y envuelta en una diatriba de divagues que pone de manifiesto, una vez más, su total desapego e incomprensión de la nueva realidad que vive Venezuela. Al no asumirla su dirigencia, sus seguidores, en consecuencia, continúan sumidos en una profunda desorientación. Estas actitudes se corresponden, por una parte, con las típicas reacciones derivadas de intentar desconocer y subestimar un liderazgo político que gradualmente ha venido profundizando y consolidando un modelo de país radicalmente diferente al aupado por las fuerzas opositoras; y, por la otra, encuentran sus raíces en la ausencia de una absoluta falta de calidad política para interpretar la historia contemporánea del país.

Salta a la vista el temor de la oposición de tener que enfrentar al Presidente Chávez en una nueva contienda electoral. La multiplicidad de los errores políticos que cometen y la ausencia de un liderazgo firme y sostenido limitan su capacidad de alcanzar logros políticos significativos y, todo indica, que deberán apelar a la tradicional excusa de responsabilizar al árbitro para justificar una nueva derrota electoral el próximo mes de febrero y, casi con seguridad, la que enfrentarán en los comicios presidenciales pautados para diciembre de 2012; u optar por los caminos que transitaron en abril y diciembre de 2002 que para bien del país, los condujeron hacia derrotas estrepitosas.

En ese contexto se llevará a cabo el referendo sobre la enmienda constitucional. En tanto el PSUV y sus aliados se encargan de la campaña para lograr su aprobación y la oposición persiste en el habitual patinaje “cuesta abajo en su rodada”, el Gobierno Nacional continúa, a paso de vencedores, conformando un futuro promisorio fundamentado en el desarrollo de un esquema democrático de mayor amplitud y profundidad que procura la inclusión de las grandes mayorías, es decir, de los siempre olvidados e ignorados cuando la oposición fue gobierno.

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