A punto de caramelo
¿Quién podía imaginar la magnitud del desastre que vive Venezuela? A diario chocamos con innumerables expresiones de un país decepcionado, cansado de las burlas gubernamentales. En lo personal lamento, aunque nunca confíe en él, que Chávez haya desperdiciado su capital político como ha malbaratado nuestros recursos. El Presidente tiene tiempo de pasar a la historia como un gobernante de bien, siempre y cuando alguien le ayude a contemplar la alternativa democrática. No obstante, el afán de poder corrompió a la denominada “Revolución”, los adulantes rodeados de guardaespaldas y forrados en billete demostraron cuán débiles pueden ser los valores humanos.
Vivimos en constante estrés, es preferible no “revirar” porque cualquiera saca un arma en plena vía pública. El transporte público es un desastre, las colas consumen el tiempo de la ciudadanía. Nos da miedo salir y optamos por encerrarnos en los hogares para evitar ser víctimas del hampa. Paulatinamente aumenta la deserción en las filas chavistas. La millonaria publicidad oficial choca con una realidad asfixiante de miseria e inseguridad.
El régimen se destaca en elaborar sofisticadas teorías para justificar sus errores, los grandes pensadores universales palidecen de envidia frente a las reflexiones tan profundas de nuestros funcionarios públicos. El humor tiene un papel fundamental en la gestión oficial, tal como queda evidenciado en los discursos del líder. Siempre con el chiste preciso para robarnos una sonrisa, todo un amor de cosas bellas.
La verdad es que estamos bien pero vamos mal, para ser honestos vamos pésimo. Estamos a punto de caramelo revolucionario.
Sociólogo, Magister Scientiarum en Comunicación Social
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