Opinión Nacional

¿A que no me conoces?

¡A que sí te conozco!. ¡Todos los venezolanos te hemos visto tantas veces! Tantas, que es imposible hacer un cálculo de cuántas han sido. Ya ni siquiera has tenido que disfrazarte, como solías hacerlo otrora.

¡A que sí te conozco!. Siempre has estado rondando. Acechando para alargar tu garra destructora en el momento menos esperado. Te has instalado en Venezuela, y corroes lo mejor de nuestro patrimonio.

¡A que sí te conozco!. Nunca soportaste la excelencia. Creciste a su sombra, envidiando a todo el que se destacaba. Alimentaste tus resentimientos sin ninguna razón en particular, pues jamás te detuviste a pensar que quien logra algo que valga la pena en la vida, es siempre a costa de un gran esfuerzo, de un gran trabajo, de un gran tesón.

¡A que sí te conozco!. Sembraste de reconcomios el camino de los que, ciegos, te seguían. Les ofreciste lo que cupo en tu imaginación. Todo fácil. Y los deslumbraste. “Los pueblos, por lo general, siguen a quienes los deslumbran, y no a quienes los iluminan”.

¡A que sí te conozco!. Te rodeas de nulidades, de inútiles, de estúpidos. Desprecias lo bueno porque no entiendes lo bueno. Decía el Lazarillo de Tormes que si los pícaros supieran de las ventajas de la honradez, serían honestos por picardía. Tú jamás quisiste probar otro camino.

¡A que sí te conozco!. Has logrado penetrar instituciones educativas. En las manos de nuestros maestros está la solución de todos nuestros problemas. Pero muchos de ellos ni siquiera lo saben, pues están presos por tus dictados y tus propósitos. Quieres controlar la mente de los niños, porque es más fácil hacerlo con quienes aún no se han formado criterio.

¡A que sí te conozco!. Estás en nuestras instituciones. Lo que comenzaste y mantuviste durante muchos años como una simbiosis, terminó hoy siendo la obra de un depredador. Tus tentáculos siempre han estrangulado todo.

¡A que sí te conozco!. En ti predomina la enemistad contra los méritos. Los tratas con desdén porque tienes miedo de que te sobrepasen. Porque sabes que llegará el día en que habrá suficientes personas de mérito en el país, y a ti ni siquiera te volverán a mencionar.

¡A que sí te conozco!. Juegas al disimulo, a la intriga, a la división. Porque de cualquier otra manera sabes que pierdes el juego.

¡A que sí te conozco!. Cada vez somos más quienes deseamos erradicarte de la vida de nuestro país. Porque has estado presente desde el principio de nuestra historia: ¡eres la Mediocridad!. La Mediocridad que ha constituido una de las características fundamentales, desde siempre y hasta ahora, de nuestra forma de ser como país.

En vano tratas de vencer. Ya basta, has destruido demasiado. Nos va a costar reconstruir, pero lo haremos.

¡Fuera de nuestra patria, Mediocridad!. En el país que estamos construyendo, no hay espacio para ti.

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