A veinte días del crimen del crimen
Cuestiones de complicidad.
La oposición no tiene porque razón, motivo o circunstancia ofrecerle un acuerdo nacional por la seguridad al desvalido e inocente gobierno de Nicolás Maduro.
Lo que tiene que hacer es cumplir con su papel de oposición y exigir.
Exigir la renuncia de esa incapacitada moral que es Luisa Ortega Díaz, Fiscal (a) General de República. Sí, esa misma alta funcionaria del Estado que pretende pasar agachada, como que no tuviera nada que ver con todo esto.
Demandar la destitución de Miguel Rodríguez Torres, cuyo principal aval para desempeñar su actual cargo fue la fuga, de los calabozos de la todavía denominada DISIP, de “El Boyaco”, narcotraficate colombiano en junio de 2005. Escándalo por el cual Chávez lo mandó a enfriar una temporada hasta que lo recicló cuatro años después.
No hay que ser experto en psiquiatría para saber que la señora Iris Valera no goza de la salud mental adecuada para dirigir el sistema penitenciario de un país como este. Mantenerla en ese cargo es un acto de irresponsabilidad.
Su especialidad ha sido cerrar cárceles, no ha construido ni una (el amigo lector me desmentirá) y mandar a los delincuentes para la calle.
Pero ella es la primera que sale exigir que no liberen a Simonovis (cuyo supuesto delito nunca se probó en el expediente).
Esta versión del mundo al revés que es Venezuela, donde los criminales son las victimas de la Sociedad y los ciudadanos honestos, trabajadores, pobres y no tan pobres son los victimarios, nos ha costado ya centenares de miles de vidas.
Un país donde a la oposición le preocupa más la opinión de los partidarios del gobierno que la de sus propios electores.
15 ministros, 21 planes de seguridad, pero hay que darle el beneficio de la duda a un gobierno demostradamente encubridor del hampa.
Pidieron un habilitante. Montaron su espectáculo. Muy bien. ¿Cuándo reforman el COPP?
Nadie esta pidiendo la pena de muerte. Pero no es posible que dos de los implicados en el horrendo crimen de los hermanos Fadul ya estén libres. Si. Libres, gracias a los beneficios procesales de una justicia injusta. En esa ocasión también dijimos: “ya basta”.
@PedroBenitezF.
