Opinión Nacional

Acaparadoras, uníos

En vista de que todo el mundo insiste en tratarnos como oligofrénicas desmemoriadas, tanto desde las altas esferas del gobierno como desde las páginas de los distintos medios de comunicación, insistiré en un enfoque práctico que me hace muy bien adoptar: el de una vieja ama de casa acostumbrada a las mentiras de gobiernos y de vendedores,
En épocas de inflación y escasez.

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Desgraciadamente para los medios de comunicación, las primeras alarmas que le llegan a las familias sobre los productos que escasearán, no vienen de los periódicos, ni de los noticieros de TV, sino de la calle. Cuando en un abasto o supermercado usted vea un anaquel totalmente vacío y no es sábado a mediodía, momento en que la escasez seguramente se debe a que pasó la langosta de compradores de fin de semana y se llevó todo, pregúntese que había allí la última vez que vio eso llenito.

Puede ser el comienzo de la escasez de sardinas, de carne, de cuadernos, de harina Pan, de queso amarillo, de tampax, de azúcar, de leche en polvo. En todo caso, usted mosca.

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No le haga caso a nadie, sino a su propia investigación e intuición.

Interrogue a los empleados del supermercado, pare la oreja ante los comentarios de los demás.

Si en definitiva no existe el producto en esa tienda, vaya a dos más. Si tampoco lo encuentra, encienda la alerta amarilla. Es la hora de las decisiones.

Segundo timbrazo: la declaración de cualquier ministro, viceministro, jefe del Indecu o de cualquier otra oficina del gobierno, asegurando que no hay desabastecimiento, que lo que hay es pura especulación y/o imaginación. La tesis de los funcionarios es que existen unos desgraciados que son especuladores y no hay que comprarles lo que venden, que es lo que escasea, sino al precio que dice el gobierno que debe venderse. Nos dicen que no compremos a esos precios. Que eso es gravísimo. Generalmente el funcionario que dice eso nunca hace mercado y no sabe lo que es discutir en Mercal por ejemplo, porqué en el cartel de afuera dice que la carne vale a 7.500 el kilo y adentro la tienen a 16.500 el kilo. Y eso que los de Mercal son del gobierno. Si usted va a Guaicaipuro y corre con suerte, le dirán que si no quiere, no compre y si los denuncia, pueden hacer en el mejor de los casos como en Quinta Crespo cuando les fueron a quitar el café los del Indecu: botarlo para no venderlo por debajo de lo que creen que es justo, o cerrar el puesto e irse, lo que lo dejará a usted en las mismas. No creo que los funcionarios estén dispuestos a hacer esto cada vez que van a comprar algo, si es que lo encuentran…Por supuesto no espere nunca que admitan que no hay X cosa porque no la importaron a tiempo, porque se robaron los reales, porque invadieron haciendas en plena producción y luego no supieron mantener esa producción. Ninguno se suicidará en primavera. A ellos, que los bote el Presidente.

Lo que pasa cuando hay escasez, es que las amas de casa nos dividimos en dos clases, quiénes deciden tomar el toro por los cachos y abastecerse de una vez al precio que sea y aquellas que ante la inquietud, deciden que las aconsejen los expertos, a saber los políticos, economistas y algunos periodistas.

Las del primer grupo les tienen una desconfianza animal a los tales expertos y van a abastecerse donde sea. Después oyen los comentarios. Prefieren el bienestar de sus hijos, de su marido o de ellas y si tienen real, van, encuentran y si compran. Por supuesto hay casos clínicos, como los closets llenos de papel toilette y de pañales de bebé, completamente divorciados de las necesidades auténticas de la familia, de la época de otra era de angustias, la de rumores de golpe. Pero la mayoría son gentes sensatas que evalúan lo que es preparar teteros con sacarina o enfrentarse a niños que se niegan a tomar alimentos que no son lo que acostumbran, que piensan que su vida puede ser algo más que dejarse llevar por las pulsiones gobierno-productores o tomar por semanas café negro aguarapado en una casa donde la gente goza con el café con leche en polvo.

Las del segundo grupo, esperan que las aconsejen y tratan de entender, inútilmente
Aquella jerga, enfrentados a seres que creen o quieren hacernos creer que trabajan por nuestro bien.

Estos explicadores son muy activos en tratar de evitar la alarma, en la información para que no nos asustemos. Y se dan el lujo de rodear o no decir claramente que es lo que pasa. Por ejemplo, un periódico titula que ya hay un acuerdo para que no haya desabastecimiento de carne y uno se entera en casi la ultima línea que en realidad, hay acuerdo, pero el tiempo para la importación de esa carne de 15 a 20 días, o sea , que estamos en lo mismo.

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O que habrá carne, pero pollo no (último párrafo, porque de eso «no hablaron en la reunión») O que como hay un problema en la cadena avícola, los próximos candidatos a fantasmas son los huevos.

Ahora las importaciones de Bolivia, vienen con carne probablemente “infectada” con aftosa. Nadie se preocupa en explicarle a uno cuales son las implicaciones del asunto en términos del ciudadano común.

Y lo más grave: no detalla nadie tampoco a que se debe la seguidilla de escasez e inflación y cuales son los productos que se desvanecerán en los próximos meses.

Nadie analiza, después de la avalancha de expropiaciones, haciendas tomadas por el método Chaz y electricidades por el método Chaez, cuales son las consecuencias prácticas de la desinversión, del abandono y de la caída de empresas en manos inexpertas. A mí me gustaría un estudio bien masoquista sobre lo que pasará en los próximos meses y si hay planes de importar el sustituto cárnico cubano, para que no cometamos mas la estupidez de comprar un kilo de carne a 18.500 bolívares porque tenemos ganas de hacer un guiso. Y lo de las velas o de una plantica eléctrica mini para la casa, porsia, debía ser un caso de estudio doméstico, por los vientos eléctricos que soplan. En fin, ¿porqué nunca entrevistan en TV a una acaparadora contumaz? Sería sumamente educativo, aunque concedo que algo subversivo.

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