Opinión Nacional

Acoso militar a los trabajadores

El primer flujo importante de capital extranjero que llegó a Venezuela entre 1870 y 1888, determinó la relación obrero-patronal capitalista, al iniciar un incipiente proceso de industrialización con la explotación de asfalto, de azufre y de oro, el tendido de líneas férreas, la construcción de obras públicas, la activación de la navegación y el fortalecimiento de la actividad comercial.

Es así como se van gestando agrupaciones obreras. El 28-10-1896, con representación de los trabajadores de la industria, del comercio y de los gremios de artesanos, se reúne el Primer Congreso Obrero. De sus deliberaciones surgieron las primeras demandas salariales y de condiciones de trabajo, así como otras exigencias tendentes al mejoramiento del nivel de vida de la familia obrera.

Del valeroso esfuerzo, sólo se salvaron las Asociaciones de Mutuo Auxilio. Fue una propuesta de alto vuelo, pero sin fuerza para sobrevivir a la brutalidad de gamonales enraizados en la barbarie, comandados por quien entre ellos resultara ser el más diestro y sanguinario de los chafarotes.

En adelante la suerte de los trabajadores continuará dependiendo de la mayor o menor vocación absolutista de cuanto militar asalte el poder. Todos ¿quisieron? quieren liquidar los sindicatos libres. Estimulan y financian sindicalistas desclasados que “legalizan” sindicatos paralelos al servicio del gobierno, porque no admiten reclamos, contratación colectiva y, mucho menos, huelgas.

Entre 1945 y 1948 se produjo un paréntesis dentro del cual los trabajadores actuaron con garantías plenas, se fortalecieron y conquistaron reivindicaciones socio-económicas como la contratación colectiva que incluyó el pago de horas extras, bono por vacaciones, indemnización por accidente de trabajo y muchas otras que sobrevivieron el tornado militarista que, por 10 años, se ensañó contra la democracia y sus defensores.

Derrocada la que soñamos sería a última dictadura militar, los trabajadores ejercieron, a plenitud, las garantías otorgadas en la constitución (1958-1998) sobresaliendo la total independencia gremial. Por supuesto que hubo enfrentamientos entre las distintas corrientes de pensamiento, con los empresarios y con los gobiernos, pero los avances están a la vista. Salario equiparable con el costo de vida y todo lo que de él deriva, crecimiento de la calidad de vida incluida la educación, planes de mejoramiento profesional, la vivienda, planes vacacionales, reforzamiento de la seguridad social preexistente y una interminable etcétera.

Por desafortunada equivocación del pueblo, hoy enfrentan los trabajadores la más descarada, intolerable y nauseabunda injerencia gubernamental en los asuntos sindicales. Muy al estilo de Mussolini, Stalin, Franco o Fidel Castro han sido atropellados los trabajadores del Metro, de la administración pública, de la educación, de la salud, de la electricidad, del acero y lo están siendo los petroleros.

Y como el acoso militar “no le para a minucias”, tiene en la mira de sus cañones a las universidades para intervenirlas. La UCV de primera ¿quién lo duda?. Pero… Siempre habrá un pero. ¿Hasta cuándo le alcanzará la pólvora?

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