Opinión Nacional

Actitudes ante la realidad

Conversar con personas normales tiene, para mí, un costo psicológico a veces muy elevado; básicamente porque me arriesgo a escuchar cosas demasiado estúpidas como lo que escuché esta noche, cuando le comentaba a un sujeto lo mucho que me molesta el ruido que generan las personas que viven en el barrio que tengo cerca de mi apartamento en Prados del Este, y el sujeto en cuestión me respondió: «Búscate un marido para que te lleve a vivir a otro lado…»

Yo no sé qué fue lo que más me molestó, si el hecho de que este sujeto piense que Yo necesito «buscarme un marido» para «resolver mi situación», o que un profesional venezolano piense que la mejor manera de resolver los problemas es huyendo de la realidad.

La realidad, para mí, es un concepto muy relativo. Hoy puede que la realidad sea una, pero mañana podría cambiar radicalmente por guerras, catástrofes naturales o por la acción conciente de los seres humanos. En este último accionar es donde Yo, megalómana al fin, pongo mi fe en el cambio, porque, si algo he aprendido de la historia de la humanidad, es que los hombres tienen la capacidad de cambiar su entorno de manera positiva o negativa, según sea su decisión.

Si Copérnico se hubiese conformado con la realidad, aún estaríamos creyendo que la Tierra es el centro del Universo; si Lutero no hubiese defendido sus Tesis, tendríamos una Iglesia Católica todopoderosa y corrupta como la de su época; si los intelectuales de La Ilustración se hubiesen conformado con la realidad, seguiríamos viviendo en un mundo absolutista. Son innumerables los cambios producidos por hombres que han decidido de manera conciente no conformarse con la realidad de su época y han incidido de manera positiva en nuestra realidad actual. Ciudades como Bogotá y New York son lo que vemos hoy gracias a al pensamiento y a la acción de hombres comunes y corrientes que decidieron dejar de ser tan comunes y tan corrientes y tomaron el problema en sus manos, personas que estaban siendo afectadas por esa realidad y optaron por hacer algo, no por huir a un lugar «mejor».

La realidad en Venezuela no es alentadora, la realidad del entorno de la mayoría de los ciudadanos no es precisamente grata. Hace muchos años la realidad está sufriendo un deterioro acelerado, no sólo en este país, sino en todo el mundo. Puede que la solución inmediata sea mudar su residencia a otra zona de la ciudad, pero la realidad lo va a perseguir, porque está viva y se está desarrollando; puede que el siguiente paso sea emigrar, pero a donde usted vaya la realidad lo puede alcanzar, porque los problemas, las realidades feas, están en todas partes ¿a dónde piensa ir después?

Mientras estemos en este mundo, mientras tengamos un cerebro que funcione, tenemos la capacidad de cambiar las realidades que no sean de nuestro agrado y cuya existencia perturbe el desarrollo saludable de la humanidad. Usted tiene la opción de huir, de «buscarse un marido» para cambiar su situación, pero también tiene la opción de pensar qué puede hacer para cambiar la realidad y actuar concientemente para hacer algo constructivo en su entorno.

Decida entre ser un mediocre escurridizo o un agente de cambio, pero por favor, nunca, jamás, por ninguna razón, perturbe el trabajo de quienes decidieron cambiar la realidad.

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