Opinión Nacional

Adónde va Colombia?

Lo que suceda de aquí en adelante en Colombia terminará por afectar al resto de América del Sur, en mayor medida cuanto más graves sean los acontecimientos.Las crisis prolongadas en cualquier país normalmente señalan la crisis de su sistema político.

Sus vecinos, el resto de América del Sur y aún del mundo, observando un escenario de enorme complejidad: los colombianos enfrentados en bandos que se observan unos a otros desde las miras de sus fusiles, miles de muertos, zonas donde el gobierno ha perdido totalmente toda forma de control sobre territorio y población, oportunistas de toda laya aprovechando para su propio beneficio la situación existente y mucho más aún. Surgimiento de miles y miles de feudos familiares irreconciliables, que agregan siempre más y más sangre derramada y aseguran odios profundos que perdurarán en el tiempo transmitiéndose de padres a hijos, nietos y así hasta no acabar jamás. Durante años. Hasta que se produce un crack y las fronteras existentes adquieren ¨vida¨ y nace un nuevo país, con un territorio que se llamaba hasta poco antes Colombia.

Esto no es un escenario futurible. Esto ya sucedió una vez. Describe muy sucintamente la historia vivida a fines del Siglo XIX y principios de éste que termina. La guerra civil que pasó a la historia con, entre otros nombres, Guerra de los Mil Días, es uno de los antecedentes ¨sine qua non¨ para comprender el proceso que llevó a la escisión de lo que hoy se conoce como Panamá. También es uno de los caminos que resulta imprescindible transitar si se desea llevar a cabo un análisis coherente con la evolución de la historia de este siglo que ha protagonizado Colombia.

Desde la distancia cada vez más corta que separa el Caribe de las aguas del Plata, los argentinos hemos seguido el devenir de los tiempos en lo que es el segundo país más importante de América del Sur, luego del Brasil. El dramático capítulo de la historia colombiana que se inicia, como hito inconfundible, con el Bogotazo allá por 1948 significa que con excepción de períodos muy breves, no ha cesado la confrontación violenta durante medio siglo.

El cambio cualitativo que observamos por estos días gira alrededor de la pérdida inequívoca del control territorial por parte del Estado, de porciones significativas de la geografía nacional.

Los sucesos más recientes como el secuestro de feligreses en misa en Cali hablan de un deterioro de la capacidad de control no en la selva inaccesible sino en las grandes urbes. Las guerrillas ya habían evidenciado ser capaces de actuar constituyendo agrupamientos en aptitud de enfrentarse con algunas de las mejores tropas que el gobierno puede enviar a campaña.

Cuando se recuerda que a fines de los ¨60¨ las Fuerzas Armadas y Policía colombianas estaban a punto de ganar y que a fines de los ¨90¨ la situación amenaza con la derrota de las mismas, Algunas de las preguntas inevitables son: ¿cómo se llegó a ésto? ¿qué pasó? y mucho más importante aún, ¿qué hacer para no correr la misma suerte?
Con la prudencia con que se debe hablar sobre otra tierra y el respeto por la búsqueda de soluciones que han emprendido los colombianos, se puede sin embargo pensar en voz alta a partir de un hecho cierto: lo que suceda de aquí en más en Colombia terminará por afectar al resto de América del Sur, en mayor medida cuanto más graves sean los acontecimientos.

Las crisis prolongadas en cualquier país normalmente señalan la crisis de su sistema político. Basta leer a los autores colombianos más recientes, o a sus clásicos más antiguos, no hay uno solo que diga algo diferente y para aquellos que aún duden, allí está la situación muy reciente ocasionada por la renuncia del Ministro de Defensa colombiano y sus inmediatas repercusiones. Sus palabras han sido una clara e inequívoca advertencia para todos aquellos que deseen verlo y comprenderlo en toda su dimensión y más que sus palabras, todo lo sucedido ante dicha renuncia: y que conste que estoy hablando de una advertencia no para Colombia sino para el resto de América del Sur. El fracaso del presidente Pastrana en obtener plenos poderes del Congreso, para conducir las negociaciones con la guerrilla, tampoco es la mejor de las señales.

¿Puede balkanizarse América del Sur a partir de lo que ocurre en Colombia? Pregunta no sencilla para contestar y que requiere prudencia. Ya combaten en Colombia hombres venidos de otros lares, nadie sabe cuántos son ni exactamente de cuántos países, pero que los hay sólo los necios o los pícaros pueden negarlo. ¿Un escenario como el que se continúa viviendo hoy en lo que alguna vez fue la Yugoslavia federal o en la ex-U.R.S.S. es inconcebible? ¿En un contexto de semejante gravedad, es inconcebible pensar en una repetición de los hechos ya vividos a principios de siglo? Policarpa Solavarrieta y José María Córdoba fueron los dos primeros colombianos cuyas historias aprendí y desde ese momento, una y otra vez, ví repetirse la escena de hombres, mujeres y aún niños valientes hasta la muerte. No es coraje físico ciertamente lo que falta en la tierra de Santander.

Todos los que observamos con simpatía la suerte de Colombia y deseamos lo mejor para esa tierra, no deberíamos pensar que nada de ello puede afectar al resto de América del Sur. De allí que esté en los mejores intereses de todos los sudamericanos intentar contribuir – en el marco del respeto a las decisiones soberanas que competen a cada país – al restablecimiento de la paz, antes que sobrevengan males mayores.

Argentino.

Consultor privado.

Analista de Defensa y Seguridad.

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