Opinión Nacional

Africanización del siglo XXI

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Para vergüenza y bochorno de muchos pueblos y culturas africanas, suele usarse el apelativo «africanización» para ilustrar las deplorables y precarias condiciones sanitarias, sociales y económicas de muchos países latinoamericanos, incluido Venezuela. Prejuicios, racismo e ignorancia suelen privar en esas valoraciones que desconocen la complejidad y variedad de un continente que tiene en Nelson Mandela, para sólo citar un caso, un maravilloso y estimulante ejemplo de perseverancia, fe y entrega a la lucha por los ideales y valores democráticos. Evoco el nombre de Mandela, quien para honra de nuestro país fue galardonado con el Premio Simón Bolívar en 1983, porque, por paradojas de la vida, el respetado líder africano, luego de 26 años de cárcel, firmó en Sharpeville, el 10 de diciembre de 1996, una Carta Magna de la que fueron eliminadas todas las leyes y alusiones que preservaban el dominio de la minoría racista, con lo que se logró un texto constitucional producto del pacto social para la nueva Suráfrica. La nueva Constitución, reconocida ampliamente como una de las más avanzadas del mundo, consagraba el fin del apartheid al reconocer la libertad de asociación y declarar el «anti-racismo y el anti-sexismo» como los valores fundamentales de la nación.

La dramática y peligrosa paradoja es que, en pleno siglo XXI, se cierne sobre Venezuela la amenaza de que el próximo 10 de diciembre -si la conciencia democrática no logra consolidar un liderazgo que lo impida-, el teniente coronel Chávez, un ex-paracaidista con antecedentes golpistas que, por supuesto, no le llega a los talones al señor Mandela, anuncie, en una nueva abusiva cadena nacional, la consagración del apartheid político y económico en Venezuela.

Quizá sea este, el del ominoso apartheid, el único sentido en el que pueda hablarse con propiedad de «africanización»: la institucionalización y la consagración de la persecución, el desprecio, el odio y la exterminación a consecuencia del color de la piel, de las creencias religiosas y, en nuestro caso, del pensamiento político. ¿Qué consecuencia inevitable tendrá que en el proyecto de reforma constitucional (sic) se pretenda establecer una ideología o pensamiento único a toda la población? De los 33 artículos, 10 de ellos, es decir, 30%, introduce la palabra «socialista» o «socialismo». En el artículo 16 se habla del «Estado socialista», sin precisión del alcance de esta denominación. En relación con los medios de participación y protagonismo del pueblo (art.70) – por ejemplo, lanzarse a un cargo públicose indica que los mismos deben utilizarse «para la construcción del socialismo» y para «desarrollar los valores de la mutua cooperación y solidaridad socialista». ¿Quiere decir esto que una persona que se postule a concejal (ya sea por Un Nuevo Tiempo, Primero Justicia, Copei, AD, o por iniciativa propia) si no está orientado a la construcción del socialismo no podrá postularse? ¿Serán prohibidos o limitados los otros partidos políticos y sólo existirá el PSUV? La Constitución de Fidel Castro, mentor de Chávez, también habla de «construcción del socialismo». ¿Será que se pretende legalizar la misma discriminación que existe en Cuba, que no tolera y castiga con cárcel o muerte a los que no están de acuerdo con el modelo cubano? En el artículo 112 se elimina la frase que garantiza que cualquier venezolano se dedique a la actividad económica de su preferencia, pero se incluye que se promoverá un modelo para la construcción de una «economía socialista» (sic). ¿Podrá el Gobierno, entonces, botar del trabajo a quien considere que no aporta nada a la construcción de la «economía socialista»? Sin duda alguna, el mal llamado proyecto de reforma constitucional consagra una discriminación política perversa, al mejor estilo de la lista Tascón, pues deja sin garantías a todas aquellas personas que no sean «socialistas» y a quienes, aun siéndolo, no sean partidarias del «socialismo» autocrático que promueve el Presidente.

La actual Constitución (art.2) consagra a Venezuela como un Estado democrático y social de derecho y justicia y propugna como uno de sus valores el pluralismo político, es decir, que puedan existir venezolanos con distintos pensamientos políticos (socialistas, socialdemócratas o socialcristianos). La actual Constitución (art. 21) consagra que no se permitirá la discriminación de ningún tipo, incluyendo la política. ¿Permitiremos los venezolanos que el teniente coronel Chávez nos arrastre hacia la «africanización» del siglo XXI?

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