Opinión Nacional

Alimentación humana es una paradoja

Prácticamente, si usted sigue sus instintos en relación con lo que le agrada comer, tendrá una corta vida o una no tan corta pero plagada de una variedad de enfermedades peligrosas. Por otra parte, si usted refrena sus instintos alimenticios y sigue rigurosamente los consejos de los médicos y nutricionistas, quizás pueda—quizás—vivir una saludable y larga vida, pero llena de amarguras y sinsabores.

Esta paradoja es inevitable debido a que la especie humana; Homo sapiens sapiens, evolucionó—debido a su natural comportamiento de cazador, pescador y recolector—una preferencia por los alimentos ricos en dulces y grasas, ya que los primeros proporcionan “energía inmediata”, mientras que los segundos proporcionan “reservas de energía” para los tiempos en que es difícil hallar alimentos.

Esa relación entre el alimento cazado, pescado y recolectado por el ser humano y su esperanza de una vida corta, comenzó a cambiar con la invención de la agricultura, que le permitió a los humanos crear asentamientos permanentes que poseían una cercana, abundante y confiable fuente de alimentos—y volvió a cambiar cuando los seres humanos aprendieron a conservar por largo tiempo los alimentos, para sobreponerse a tiempos de escasez, mayormente provocados por las estaciones climáticas, cuando varían considerablemente—dependiendo de la latitud del lugar—las cantidades de lluvia y de iluminación solar que llegan al lugar de los sembradíos.

La conservación de alimentos, ya fuese mediante las técnicas de encurtidos, secados al sol, ahumados, salados, curados, etc., casi siempre le dieron prioridad a los alimentos ricos en grasas, como los embutidos, jamones,  chorizos, y quesos; ya que pequeñas porciones de ellos eran suficientes para obtener los diarios requerimientos de calorías para mantenerse vivo. Durante mucho tiempo; hasta la ONU (Organización de las Naciones Unidas), usó una escala de nutrición-desnutrición, donde la mayor ingesta de grasas significaba un mejor nivel de nutrición.

Pero eso empezó a cambiar cuando el patólogo ruso Nikolai Nikolaevich Anichkov, descubrió a principios del siglo 20 que el colesterol estaba íntimamente relacionado con la arteriosclerosis.

Y comenzó el “calvario” del ser humano moderno, que ve con desazón como muchas personas llaman “comida chatarra” a sus alimentos preferidos (Postres, pizzas, hamburguesas, y todo tipo de embutidos) —y le recomiendan alejarse de ellos y acostumbrarse a los vegetales para una mejor y más saludable nutrición.  Sin duda un plato compuesto de arroz y legumbres (caraotas, frijoles, y todo otro grano que provenga de una vainita o legumbre), es equivalente nutricionalmente a un bistec—pero ni remotamente; en la opinión de la mayoría, es tan “sabroso” como éste, y muchísimo menos que una chuleta frita de cerdo, o una hamburguesa con queso.

Los chef y otros buenos cocineros; han venido al rescate; y hoy en día abundan los programas televisivos que le informan a los televidentes, como con el uso de ciertas técnicas culinarias y la apropiada combinación de especies y condimentos, algunos alimentos “incomibles” pueden ser convertidos en exquisiteces; por ejemplo, ¿Ha probado usted un plato de espaguetis al pesto? ¿Una porción de champiñones al ajillo o de acelgas a la vinagreta? También los cebiches peruanos y numerosas recetas mexicanas basadas en maíz y chiles, pueden proporcionarle gratas y nutritivas experiencias, luego de una cocción tan breve como la que requiere un perro caliente.

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