Opinión Nacional

Amor, odio, miedo…

Hay cinco emociones o gigantes del alma que mueven o paralizan la voluntad de una persona: El amor, el odio, el miedo, los celos, y, la ira.

Por amor a la humanidad, Dios se humana en la persona de Cristo y se humilla hasta lo sumo envuelto en un arco iris de tolerancia para lograr la paz y la armonía entre todos los hombres de buena voluntad a fin de construir su reino aquí en la tierra.

Por miedo a ser destronado alguna vez, el rey Herodes El Grande le insinúa a los reyes (magos) procedentes del lejano oriente que llegaron a Galilea a traer presentes al nuevo rey, que a su regreso pasaran por palacio y le informaran el lugar exacto dónde estaba el niño rey, para dizque ir el también a llevarle un presente o “ir a adorarlo”.

Por celos, el mismo rey Herodes fragua una conspiración contra los visitantes del oriente a fin de silenciarlos para que no contaran a nadie su experiencia subliminal; pero los reyes que no eran ingenuos como para creerles a un gorila del talante de Herodes el tetrarca, utilizan otra vía de escape y se regresan a sus respectivos reinos sanos y salvos para confirmar al mundo el suceso del nacimiento del Rey de reyes.

Por odio el rey Herodes fragua otro ardid para desaparecer al niño rey, y emite un decreto que obliga a que todo niño nacido recientemente en su reino sea ejecutado. Pero el gorila de Herodes no contaba con la intervención divina que le aconseja a José el carpintero y a María la madre de Jesús, que escapasen con el niño a Egipto, quizás por la misma vía que los reyes emplearon en su huída.

Y, por ira o pasión divina, Dios, el Señor de la historia, ya hastiado de tanto lidiar con este homicida, se levanta contra el presuntuoso Herodes que insiste y persiste en alterar el curso natural de la misma, y le envía una horrible enfermedad que lo hiere mortalmente en un acto publico y liquida en presencia de sus sirvientes y de sus súbditos.

Las otras hazañas del rey Herodes entre las que se cuentan los asesinatos de su abuelo, su hermano, de su esposa, de su suegra, y tres de sus hijos que también pretendían el trono, no se menciona, sino que basta asociar su crueldad con “el día de los santos inocentes” por el genocidio que cometió contra los infantes de su reino. En cambio, a los reyes del oriente que desde lejos trajeron presentes al recién nacido, todo el mundo cristiano los recuerda y emula con cariño. Y, al niño rey que resultó ser el Mesías esperado, todo ser humano que aprendió la lección de amor que consiste en ser tolerante para poder hallar la paz, lo llevan consigo prendido en el alma. De allí que, un creyente genuino rechace de plano el miedo destructivo, los celos enfermizos, y el odio aberrante, y tenga siempre presente que la ira (un sentimiento natural) de Dios, se revela contra los que pretenden torcer sus designios o el curso de Su historia.

Posdata:
Cualquier parecido con el genocida del rey Husseim que fue ejecutado en Irak el 29 de Dic del 2006, y con el asesino de Castro que agoniza presa de una enfermedad incurable de la que no se levantará para arrepentirse puesto que es un ateo consumado y consumido, es pura coincidencia.

«Donde esté el cuerpo, se juntarán las águilas…» (JC)

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