Opinión Nacional

Analicemos los problemas de la oposición

Es necesario abordar de manera franca y descarnada los problemas de la unidad y de conexión de la oposición con la población venezolana, en aras de construir la nueva mayoría política y social que requiere el momento histórico. Pero esto pasa por reconocer que la Mesa Democrática no agrupa la totalidad de los sectores que en la actualidad enfrentan el autoritarismo y las medidas antipopulares del régimen; realidad que debe llevarnos a la instrumentación de políticas que busquen construir la unidad mas allá de los factores que integramos la mesa; cuestión que solo será posible si logramos superar las practicas hegemónicas de algunos de los partidos que hacen vida en ella.

Otro aspecto del problema es que además de lo variado y la dispersión que sigue prevaleciendo entre los diversos sectores que integran el movimiento opositor; nos encontramos que los ensayos unitarios experimentados hasta los momentos, han sido producto de coyunturas y se han armado principalmente por el tema electoral. Situación que ha limitado el desarrollo de una política de claro compromiso social que atienda los reclamos populares y que acompañe al pueblo en sus protestas cotidianas, favoreciendo la articulación de sus luchas, defendiendo sus derechos, proponiendo soluciones viables y formulando un Programa de Cambio y Transformación, que coloque en el centro del esfuerzo la tarea de sacar al país del marasmo en que lo ha metido el presente gobierno, para superar la pobreza en paz y garantizándole a Venezuela un horizonte de DEMOCRACIA, PROGRESO, SOBERANÍA Y JUSTICIA SOCIAL.

Es necesario vencer prácticas pragmáticas donde prevale el calculo electoral de determinados factores políticos y combatir acuerdos excluyentes y actitudes restauracionistas de la Cuarta República; las cuales han facilitado los planes del régimen, que plantea cada contienda en el terreno del gobierno populista de Chávez que disfraza medidas compensatorias a los males del pueblo como cambios profundos de la sociedad; ante una oposición que es percibida por la mayoría de la población como ambiciosa, representantes de las cúpulas del pasado y de falta de compromisos con los mas pobres y sus necesidades.

Esto explica el crecimiento la abstención por parte de los desilusionados de esta falsa revolución, al punto que durante 7 elecciones presidenciales de predominio del bipartidismo (desde el 1958 al 1988) la abstención se ubicaba entre 7 y 18%; pero en el triunfo de Caldera se elevó al 40%, en el triunfo de Chávez en el 1998 fue de 37%, en su reelección del 2000 creció al 44%, durante el referéndum del 2004 fue de 30%; en las presidenciales del 2006 en 25%, en el referéndum del 2007 ascendió a 47% y en la enmienda de se ubico en 30%. Estos números demuestran que en una contienda entre Chávez y esa oposición tradicional, un importante sector de la población que no es un abstencionista crónico, prefiere inclinarse por la abstención y en un número menor, sufragar por Chávez a pesar de las críticas que le tienen a su gobierno.

Ante esta realidad debemos plantearnos una AGENDA PARLAMENTARIA de profundo contenido social; la selección de los candidatos a través de ELECCIONES PRIMARIAS, bajo la modalidad de un sistema de planchas abiertas; la TARJETA ÚNICA para que se exprese con determinación y confianza la voluntad de cambio de las mayorías y la organización de un gigantesco VOLUNTARIADO integrado por todos quienes estén dispuestos a incorporarse al esfuerzo de construir la victoria y a defender el voto en las mesas electorales.

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