Opinión Nacional

Antiimperialismo

Más de una vez he insistido en que uno de los más graves daños que Chávez y el chavismo han hecho en Venezuela es la confusión ideológica. Y no me refiero a la que impera en el propio chavismo, masa inerte cuya pretendida ideología es un pintoresco batiburrillo, en el cual se entremezclan las ideas más disímiles, y hasta contrapuestas. Hablo de la confusión que el chavismo ha sembrado en gente de la oposición. El hecho se manifiesta en el rechazo irracional de todo cuanto tenga que ver con socialismo, comunismo, izquierda, revolución, etc., sólo por creer que tales ideas son representadas en los hechos por el gobierno chavista. Nada más falso que tal creencia, pues Chávez no es nada de eso, sino un simple autócrata personalista, aprendiz de dictador primitivo y atrasado.

Y no es que repudiar aquellas ideas sea de por sí censurable, puesto que en una democracia cada quien está en el derecho de asumir la ideología que le plazca, y correlativamente condenar las que se opongan a la suya. Sólo que ambas posiciones deben asumirse de manera racional, meditada, y no sobre la base de un engaño y de una falsa apreciación.

Lo mismo ocurre con los conceptos de imperialismo y antiimperialismo. La maniática insistencia de Chávez de atribuir todo, absolutamente todo lo negativo que ocurre en el mundo a lo que él llama el “imperio”, eufemismo para no mencionara a los Estados Unidos, ha traído como consecuencia que mucha gente no crea en la existencia del tal “imperio” ni de su política imperialista. Más aún, no sólo no creen en eso, sino que, por pensar que de tal modo contrarían a Chávez y al chavismo, mucha gente siente simpatías por el fementido “imperio”, hasta el punto de confesarse “pitiyanquis” sin el menor rubor, como si fuese una gracia.

Pero el imperialismo sí existe, y causa grandes males a la humanidad. Lo que no existe es el “antiimperialismo” de Chávez y sus secuaces, que no pasa de ser un “antiimperialismo” de micrófono, ejercido, además, con el peculiar estilo chavista, signado por el insulto, la procacidad, la grosería con que pretende atacar al “imperio” y al “imperialismo”. Sin darse cuenta de que de esa manera convierte el “antiimperialismo” en un chiste, lo cual le quita toda fuerza al pronunciamiento así formulado.

Mas mientras insulta al “imperio”, Chávez le sigue vendiendo petróleo para que alimente su diabólica política imperialista en su faz más perversa y dañina, como es la faz guerrerista.

Desde luego que el imperialismo estadounidense no emplea hoy en todos los casos las mismas armas que en el pasado. Sigue aplicando la prepotencia de las armas en el Medio Oriente, sustituyendo paradójicamente la desaparecida “guerra fría” por una guerra en extremo caliente. Pero en nuestro Continente, aunque nos sigue considerando su “patio trasero”, ya no emplea el “big stick”, sino otros procedimientos más sutiles, lo cual, en cierto modo, los hace más peligrosos. Lo peor es que “antiimperialismos” como el de Chávez lo favorecen, antes que combatirlo.

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