Opinión Nacional

Aprender a vivir juntos

La UNESCO en su informe para la educación del siglo XXI ha identificado cuatro aprendizajes básicos: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a convivir. Todos ellos en interacción y en organicidad “respecto a la función esencial de la educación en el desarrollo continuo de la persona y las sociedades”. En el marco del atentado en contra de los Estados Unidos es oportuno destacar la importancia de los aprendizajes relaciones con la convivencia humana.

A estos aprendizajes se les considera de vital importancia en la educación contemporánea en respuesta a la violencia imperante que contradice la esperanza en la búsqueda de la armonía y del diálogo como vías para dirimir los conflictos. Al respecto hay que aclarar que la educación no es un remedio milagroso “el Ábrete Sésamo de un mundo que no ha llegado a la realización de todos sus ideales, sino una vía, ciertamente entre otras pero más que otras, al servicio de un desarrollo humano más armonioso, más genuino, para hacer retroceder la pobreza, la exclusión, las incomprensiones, las opresiones, las guerras, etc.”

La planificación de los aprendizajes para aprender a vivir juntos es una tarea difícil dada la tendencia de los seres humanos “a valorar en exceso sus cualidades y las del grupo al que pertenecen y a alimentar prejuicios desfavorables hacia los demás”. Por otra parte el clima de la competitividad económica a nivel de cada nación y en el contexto internacional tiende a sobrevaluar la competencia y el éxito individual desprendido de la solidaridad y la corresponsabilidad social, lo que genera tensiones entre los que muchos tienen y los desposeídos, y esto desarticula relaciones internacionales en tanto que exacerba rivalidades históricas. En atención a estas consideraciones cabe observar que también en el área educativa se interpreta y aplica de manera equivocada la idea de emulación.

Ante esta circunstancia la UNESCO se pregunta como mejorar esta situación. Al respecto esta organización señala que no basta organizar el contacto y la comunicación entre grupos diferentes, sino que se hace necesario establecer dos orientaciones complementarias. En un primer nivel, el descubrimiento gradual del otro; y en el segundo pero de manera permanente la participación en proyectos comunes, considerándose que ésta es un método eficaz para evitar o resolver los conflictos latentes.

En cuanto al descubrimiento del otro; para la UNESCO es claro que la misión de la educación es enseñar la diversidad de la especie humana y contribuir a una toma de conciencia de las semejanzas y la interdependencia entre todos los seres humanos, en tanto que tender hacia objetivos comunes y trabajar en equipo para realizarlos puede contribuir a la disminución de las diferencias e incluso de los conflictos. Ambas orientaciones requieren no sólo proyección en el Currículum escolar sino en las nuevas tecnologías de comunicación e información que en la actualidad aparecen muy desviadas de los fines conducentes a fomentar la comprensión y la tolerancia tan necesaria para la paz y la convivencia. También el filósofo Edgar Morin sostiene que enseñar la comprensión es un eje curricular necesario para aprender a entender la diversidad cultural.

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