Apuntes para un proyecto social

El período de luchas sociales por el cual ha transitado el subcontinente suramericano, en lo que fueron los últimos veinte años del siglo XX, fue bastante significativo desde la óptica política. Tanto fue así, que llegó a concienciar a hombres y mujeres que emprendieron un proceso mantenido de reivindicaciones sociales dirigido a abrir nuevos cauces gubernamentales. Y que en buena parte fue logrado.
Independientemente de la ideología dominante en esos hombres y mujeres, posibilitaron opciones de gobernabilidad y gobernanza que, en algo, entendieron la necesidad de fundamentar criterios y principios cónsonos con algunas formulaciones entre las tantas que han perseguido la consolidación política, económica y desde luego, social históricamente.
La misma, expuesta por el bloque de países que lograron imprimirle alguna consistencia a lo que pudo haberse denominado como el Bloque Latinoamericano de Desarrollo Económico y Social. Aunque en el fondo, la idea no fue del todo sepultada por la inacción.
Consideraciones organizacionales
Esa inquietud que marcó la vida de abnegados latinoamericanos, estuvo inspirada en la creación de lo que se conoce actualmente como “Comunidad Europea” cuyo funcionamiento central, no choca con las ideologías de gobierno de los distintos países que la configuran. Aunque en verdad, lo que motivó a que fuera considerada tan importante temática, fue el esfuerzo que movió al Libertador Simón Bolívar a impulsar la idealización de uno de sus sueños primordiales. El “Panamericanismo”.
Sin embargo, en torno a tan manida idea, pero de profunda significación y pertinencia, el tiempo no ha derogado la construcción de un proyecto social con la fuerza jurídica y política, capaz de consensuar una propuesta que unifique las colosales capacidades y potencialidades de toda índole, representativas del rango de países que forman parte del inmenso subcontinente suramericano.
Ejemplos de instituciones como la “Comisión Económica para la América Latina” CEPAL, pese a procurar objetivos específicos del ámbito económico, ha intentado poner en tránsito ideas que al ordenarlos en términos de sus correspondientes economías, sirva de trampolín para aglutinar países latinoamericanos alrededor de la necesidad de fortalecerlos en sus capacidades más resaltantes. Y que, vistos en atención a sus fortalezas, constituyen un importante asidero para forjar un proyecto de magnitud latinoamericana.
De haberse avanzado en tan compleja y comprometedora dirección, seguramente al día de hoy se habría avanzado en la idea de construir un nuevo y pertinente escenario el cual habría comenzado a fraguar proyectos de importante dimensión. Con la fuerza necesaria para haber vaciado la región de resquicios abonados por paradigmas obsoletos y superados. Aunque en el ocaso de aquellos tiempos, se insistía en no abandonar la temática propia de “idearios moribundos”.
Argumentos conceptuales
No hay nación en la región que no padezca de crisis de legitimidad, crisis de legalidad y crisis de funcionalidad. Es decir, lo que la teoría política describe como “crisis de Estado”. A juicio del economista y profesor universitario Rafael de La Cruz, la define como “el agotamiento del modelo de desarrollo seguido, el cual arrastra tanto una crisis del tipo de acumulación de recursos, como una crisis del tipo de dominación política vigente” (En: Venezuela, en busca de una nuevo Pacto Social. Alfadil/Trópicos-UCV, p.15)
Cuando la temática de la presente disertación, plantea trazar algunos Apuntes para un proyecto social, es porque en el fondo de las realidades se halla expuesta la necesidad y urgencia de formular, adecuar o destinar un proyecto social que potencie alternativas de desarrollo. Que conduzcan las distintas sociedades, propias de cada nación, a alcanzar sus reales capacidades de crecimiento y progreso. Las mismas, en permanente conciliación con esfuerzos alineados a sus enteras comprensiones de los procesos que comprometen dichos propósitos.
De hecho, no hay duda que en los tiempos acaecidos en lo que va del siglo XXI, han permitido asomarse experiencias y conocimientos cuyos efectos han dado como resultado nuevas demandas de fuerzas sociales exigiendo cambios de fondo. Más en virtud de las circunstancias que siguen sometiendo a hombres y mujeres a actuar supeditados a intereses que sólo benefician a minorías empoderadas.
Precisamente, ante las eventualidades que pueden inducir las nuevas fuerzas sociales que hoy se pronuncian por doquier mediante protestas sin coordinación y hasta infundadas, lucen inminentemente necesario, inclusive obligante, atender la factibilidad que describe el hecho de atender el diseño de proyectos sociales de suma pertinencia. Tal como en principio se planteó, tendrían que allanar el vacío que vino ocasionándose en medio de las crisis de legitimidad, legalidad y funcionalidad que han conllevado la región.
Problemas acumulados
No obstante, estos problemas se han escurrido a consecuencia de gobiernos que poco o nada atienden y entienden las demandas populares y las promesas que exponen y ofertan los planes de desarrollo económico y social. Estos planes, además de ser elaborados a distancia de los problema-nudos que, con el discurrir indolente de sistemas políticos desgastados y distraídos, han tendido a espesarse, son amontonados en reclusorios aislados y apagados ante la agitación popular que se esparce en los predios de escrupulosas realidades. Pero hasta ahí, ha legado todo. O casi todo.
Y en tan intempestivos frenazos, han surgido estados de conflicto que terminan convirtiéndose en ampulosas crisis que no consiguen ser resueltas. Particularmente, por culpa del aumento progresivo de la incapacidad de ordenamiento de Estados inflados de propiedades. Asimismo, a consecuencia de la desmoralización de los líderes, supuestos responsables de conflictos. E igualmente, de la burocratización que cunde a movimientos y partidos políticos que terminan forzando la insurgencia de la antipolítica. Generalmente, emulando el funcionamiento de un sector público-gubernamental enredado en una maraña burocrática que ni siquiera es comprendida. Menos aún, evitada o evitada.
Sin embargo, no por ello caben razones políticas para cuestionar que se haya justificado la postergación el hecho de sembrar ideas que habrían sido capaces de movilizar las distintas fuerzas sociales que comparten espacios políticos. Así, se habrían iniciado distintos procesos capaces de movilizar las fuerzas necesarias más idóneas que bien podrían haber dirigido una suerte de transición entre un modelo social caduco y otro de mayor potencia funcional.
Rasgos del proyecto
Pero dado el caso de haberse logrado dicha transición, o de darse en un futuro cercano, la misma debería comenzarse por motivar al resto de factores sociopolíticos dispuestos a encarar la recuperación de la identidad propia del gentilicio político que distingue a dichos factores sociales. Indistintamente, de cualquier rivalidad que pretenda enfrentarlos. Será una identidad que entusiasme al grueso de esa población la cual, por razones de coyunturas injustificadas, en la oportunidad que pudo concretarse algo en esa línea de operación, fue marginada de ser partícipe de programas apuntados por agendas gubernamentales. Programas que pretendieron encauzar propuestas de activación social. Pero que, por comportamiento condicionado de vieja data, alardeaban de la “puesta en marcha” de sonados proyectos educativos, industriales y comerciales, entre otros.
Hasta ahí, avanzaban las aludidas ofertas políticas. Siempre a desdén del clamor del grueso de la población. Así que la única manera de dejar atrás tan tajantes zancadillas políticas, es mediante la adopción de un proyecto social para lo cual, esta disertación, se ha aventurado a trazar alguno apuntes o modestas líneas de referencia que inciten la respectiva ejecución.
Así podría hablarse de una democracia movilizada con base en la fuerza de facciones sociales organizadas en todo el sentido de la palabra. Intentarlo, ciertamente, compromete una lucha contra la pesadez que la inercia política ha impuesto ganando en consecuencia el terreno para continuar tareas no siempre constructivas. Es un desafío. Un reto que rompería vetustos paradigmas que buscan afianzar controversias improductivas.
A lo que apunta este proyecto, en la brevedad de este espacio de prensa, es a inducir un modelo de transición que pueda sentirse representativo del papel de concienciación, movilización y transformación que compromete el futuro de una sociedad que sabe correr de cara al viento. Esa ha sido la idea contenida en estos: apuntes para un proyecto social.