Opinión Nacional

Asalto a la democracia

No ha bastado ser ineptos en la gestión de gobierno, dejando frustrados a todos aquellos que esperaban del gobierno de Chávez que hubiera empleo, seguridad y pulcritud administrativa. No, pues su auto-suicidio por etapas incluye, también, la estupidez política que deja al descubierto su cara autocrática. La respuesta de Chávez al estupor causado por el ataque a El Nacional fue intentar voltear la tortilla alegando que fue «una vigilia, pacífica y alegre hasta que la Policía Metropolitana la agredió», en cuyo momento se habría vuelto violenta. Justifica la supuesta «indignación del pueblo por las mentiras de la prensa» diciendo que «hay que acabar con la dictadura de los medios». Por su parte, el viceministro de seguridad ciudadana, Luis Alberto Camacho Kairuz, abre fuegos en la guerra para hacerse de la Policía Metropolitana, declarando que el ataque que se ha emprendido contra el gobierno nacional es «una componenda que está organizada desde la Alcaldía Mayor con la utilización de Policía Metropolitana. Es algo premeditado», dijo. Previamente, Chávez ya había amenazado a la Policía Metropolitana: «Le pedí a Lucas Rincón que le hiciera una advertencia. Si tengo que tomar una medida severa contra la PM, la tomaré», sentenció.

Estela de vergüenza

Sus justificaciones, empero, no pueden ocultar que el ataque en contra de El Nacional no es sino la última de una larga serie de acciones ejecutadas para tratar de sofocar la protesta y la crítica. El coordinador de estas turbas es Freddy Bernal, alcalde de Libertador. Veintinueve de los empleados de su alcaldía participaron en la acción contra El Nacional, pero niegan que el Alcalde los haya mandado, como también lo niega él. Sin embargo, la misma gente que atacó a El Nacional estuvo dos días después protestando a las puertas de la Alcaldía Metropolitana, y era la misma que dos días ANTES había estado a las puertas de la Asamblea Nacional, mientras ésta elegía a sus nuevos líderes en una elección que prometía ser reñida. La oposición acusa al gobierno de Chávez de haber planificado un asalto con esas turbas a la sede de la AN, de haber llegado a perder Willian Lara. Bernal estuvo presente en esa sesión como «invitado especial», y también estuvo el extraño ex Jefe de la DISIP, Eliécer Otaiza -de infame recordación por no poder ubicar a Montesinos y por ser acusado, más bien, de haberlo custodiado. En la AN, el stripper amenazó con que la Asamblea estaba en un «estado de sospecha», y que «si traicionaba su mandato revolucionario se justificaría una rebelión popular». A su salida forzada de la Asamblea, saludó con mucho cariño a las huestes apostadas en la puerta, las mismas que posteriormente atacarían y golpearían a cuatro diputados disidentes y a un equipo de prensa, cuando éstos abandonaban el Congreso.

Desde comienzos de 1999, los actos cívicos de la oposición han sido sistemáticamente entrompados por turbas que los han obstaculizado y atacado, siempre bajo la atenta mirada de Bernal. El acto de Salas Römer en la Plaza Caracas, el 27 de febrero del ’99, fue impedido por centenares de frenéticos y borrachos boinas rojas -organizados y dirigidos por un Bernal con altavoz- que gritaban e insultaban a Salas y a sus seguidores. Hordas armadas con cabillas y piedras fueron figura permanente del centro de Caracas durante todo el año 1999 y la mayor parte del 2000, período en el cual se llevaron a cabo cinco elecciones sumamente cuestionadas. El CNE estuvo constantemente rodeado de esta gente, especialmente cuando se anunciaba la visita de algún candidato opositor, que recibiría todo el odio de los agresivos chavistas. El candidato presidencial Arias Cárdenas fue atacado por uno de estos flancos durante una visita a Catia en junio del 2000, pero su denuncia cayó sobre oídos sordos en el CNE y el «Poder Moral».

La odisea del 2001

A mediados del 2001, un pequeño grupo de eternos estudiantes asaltó violentamente la oficina del Rector de la UCV, exigiendo reformas. Para sorpresa de muchos, los tomistas contaban con teléfonos celulares, carpas de lujo, comida y otros recursos, y fueron apoyados públicamente por el Ministerio de Educación y por la Vicepresidente Adina Bastidas, madre de uno de los tomistas. Se instalaron ahí por un mes bajo la mirada permisiva de autoridades gubernamentales, rehusando irse hasta que un grupo de estudiantes de Medicina y de Arquitectura literalmente les dio el puntapié. Uno de los tomistas, empleado de Bernal en la Alcaldía de Libertador, fue posteriormente apresado intentando colocar un niple, precisamente en la sede de El Nacional. Al ser capturado, chilló que era amigo de Bernal y de Adina, «que me sacarán de la cárcel». El gobierno aun no lo ha enjuiciado por esta acción terrorista.

Siguiendo con la crónica de la vergüenza democrática, marchas opositoras coordinadas por Alejandro Peña Esclusa en mayo, septiembre y diciembre del 2001 fueron obstaculizadas y, a veces, atacadas por estos chavistas, movilizados especialmente para la ocasión. En mayo, ante la Embajada de Cuba, Peña Esclusa se encontró temprano conque frente a la sede diplomática había ya una horda de tres mil chavistas, bebidos y agresivos, y la Policía Metropolitana del todavía gobiernero Alfredo Peña fue incapaz de sacarlos del lugar para que los opositores pudiesen llevar a cabo su acto. Más bien, ante las piedras lanzadas contra la oposición, la policía le rogó a Peña Esclusa que se fuera, pues «no podían garantizarles su seguridad por mucho más tiempo».

Diciembre caliente

En diciembre, para contrarrestar la marcha que pretendía llegar hasta el Balcón del Pueblo, Bernal convocó a una «vigilia» -un «escudo humano»- comenzando la noche anterior, y juró que los opositores no llegarían a Miraflores. Permisada la «vigilia» solo hasta la madrugada, las turbas fueron retenidas ilegalmente hasta la tarde siguiente con conjuntos musicales en vivo, comida y caña suministrados por Bernal, y rehusaron irse del sitio donde habría de llegar la marcha de la oposición. De nada sirvió a la Policía Metropolitana su intento de despejar el camino para la marcha opositora. De hecho, en cuanto ésta asomó la cabeza, fue rodeada y amenazada por las turbas bernaleras, hasta que la inminencia de violencia aconsejó de nuevo a Peña Esclusa desistir de tratar de llegar al Balcón. Una semana antes, la marcha de AD había sido agredida por centenares de chavistas, quienes luego atacaron la sede de la Alcaldía Metropolitana del ahora odiado Peña. El diez de diciembre, las cámaras de televisión fueron testigos del liderazgo de Bernal sobre una turba que quería llegar hasta Fedecámaras, impedida únicamente por la Policía Metropolitana que él retó amenazadoramente.

Ahora, en enero, El Universal recoge que «los empleados de Fontur, en acto público, otorgaron doce taxis con el objetivo de realizar ‘tareas revolucionarias’. Los nuevos vehículos ahora son utilizados para transportar a los llamados ‘talibanes’ hasta los lugares donde la sociedad civil pretenda realizar alguna manifestación de protesta».

Odio y miedo

Mientras todo esto ocurre en la calle, el presidente chávez usó y sigue usando sus programas de radio y de televisión, sus discursos, declaraciones y cadenas, y todos los recursos de Miraflores y de Venezolana de Televisión para atacar cualquier disidencia y acusar a sus autores de ser cabeza o cola de una supuesta «conspiración de la oligarquía». En estos ataques, el presidente reiteradamente ha señalado con nombre a algún medio, a su propietario o a algún periodista, acusándolos de mentir o de distorsionar las noticias para tratar de derrocarlo, exponiéndolos así no solamente al desprecio de sus seguidores, sino fijándolos como objetivo como enemigos de todo lo que representarían él y su revolución.

Chávez ha atacado en términos similares a la alta jerarquía de la Iglesia Católica, a partidos políticos opositores, a empresarios, a sindicalistas, a educadores, a gobernadores y alcaldes de la oposición, así como a aquellos miembros de partidos como el MAS y el PPT que hubiesen osado plantear críticas al desgobierno del barinés. Con esta estrategia de odio, ha intentado primero atemorizar a los descontentos y luego crear un ambiente que justifique cualquier acción en su contra como «espontánea reacción del pueblo ante las mentiras de los perversos». Ahora intenta crear las condiciones de calle que permiten las agresiones en su contra, e impiden que alguien los defienda.

Sin miedo

Pero, a partir de las manifestaciones de septiembre, cuando por primera vez la oposición descubrió que ya ni era escuálida ni era minoría, la voluntad de aquellos que consideran que el presidente debe rectificar o irse se ha fortalecido, empeñada en no dejarse arrebatar la democracia. Esto, como hemos visto, va a contrapelo de la estrategia chavista de odio y de miedo, lo cual explica estas tempestades que cosecha ahora nuestro eterno viajero. Lo que presenciamos es una lucha -a muerte- entre la democracia perfectible y un estado totalitario en manos de alguien empeñado en destruir en vez de construir, en hablar en vez de hacer, en acusar en vez de conciliar, y en proteger y premiar a ineptos y corruptos en vez de a los que trabajan y construyen. En este asalto a la democracia, el presidente tiene cara de perdedor. Como bien dijera Miguel Henrique Otero, el camino de salida pasa por no tener miedo.

OJOS QUE VEN: Este lunes en nuestro programa Ojos Que Ven a las 9:00 pm por NC Televisión de Carabobo, conversaremos con Felipe Mujica, el Presidente del MAS que desde hace dos años ha marcado distancia cada vez mayor con Chávez, distancia que culmina con el pase a la oposición de este partido. Hombre inteligente y franco, la conversación promete ser fuerte, no dejes de verla. Se repetirá el martes, a la una de la tarde.

ALFREDO PEÑA: «El presidente prometió mudarse de la Casona para un apartamento, y no se mudó; prometió recoger a los niños de la calle, y ahora hay más que nunca; prometió acabar con la corrupción, y ahora hay más corrupción que nunca; prometió acabar con las barraganas, y ahora hay más barraganas que nunca; prometió vender los aviones del gobierno, y no solamente no vendió ninguno, sino que ahora está comprando DOS que le cuestan al pueblo 120 millones de dólares. El presidente es un hablador de pistoladas.»

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