Opinión Nacional

Ataque de pánico, algo más común de lo que se piensa

Suena el teléfono, atiendo y del otro lado de la línea, la voz angustiada de una mujer me dice;  doctor soy la esposa de José Pérez, me pidió que le llamara, vamos llegando al hospital creo que le dio un infarto, tiene un fuerte dolor en el pecho, está respirando mal, dice que le falta el aire y está sudoroso. Ya voy para allá fue mi respuesta y me dirigí al centro de salud, al llegar ya lo estaba atendiendo el residente y le habían colocado oxigeno; ya está más tranquilo me dijo su pareja; al conversar con el residente me dice doctor ya le hicimos electro y sale con taquicardia, pero no hay signos de infarto ni otra cosa, los latidos del corazón y la respiración han mejorado después de ponerle oxigeno; lo voy a observar y le daremos su referencia al cardiólogo, pero me parece que lo que tiene es un ataque de pánico. Al conversar con el amigo y examinarlo con el permiso previo del médico responsable de la guardia; coincido en el diagnóstico con el colega; una crisis de angustia, o ataque de pánico como algunos prefieren llamarlo.

Un ataque de pánico se define como un momento de miedo intenso y angustia exacerbada acompañada de una serie de síntomas y signos físicos y de percepción, como palpitaciones, sudoración, temblores, sensación de falta de aire, hormigueo o entumecimiento de brazos y piernas, nauseas, mareos, escalofríos u sudoración, acompañado con frecuencia de sensación de muerte inminente, que generalmente no duran mucho tiempo, pero que la persona los percibe como eternos. Realmente el ataque de pánico no es una enfermedad; es la exageración de la respuesta natural al miedo, que por las características de pensamientos negativos que producen, generan un círculo vicioso que aumentan los sensaciones corporales, llegando incluso a una percepción de un entorno irreal o desconocido que denominan los entendidos como desrealización. Aunque los ataques obedecen generalmente a un disparador externo o interno que con mucha frecuencia desconocemos; el peligro que ocasiona esta respuesta exagerada no es real, ni existe el riesgo de muerte que creemos en ese momento.

El ataque de pánico según las estadísticas lo sufre un 5% de la población general y casi el 14% de los enfermos del corazón; es más frecuente en mujeres y a menudo comienza al final de la adolescencia entre los 18 y 25 años. Pero cada uno de nosotros, o ha sentido en carne propia la desagradable experiencia o la ha observado en su entorno más cercano; lo que hace suponer que es más frecuente de lo que se cree. Existen factores o mecanismo disparadores de estos ataques, entre los cuales podríamos incriminar al estrés excesivo, perdida familiar, aunque también existen situaciones de alteraciones físicas que lo pueden activar, como la baja de azúcar en la sangre, problemas cardiacos como el prolapso de la válvula mitral, hipotensión ortostática, hiperventilación, hipertiroidismo, así como el consumo de sustancias como cafeína, alcohol y otras drogas y estimulantes. Estas crisis de angustias las podemos clasificar como espontaneas, que aparecen sin advertencia en cualquier momento del día e incluso durante el sueño; Específicos, se presentan ante situaciones o lugares específicos, como al abordar un avión; o Predispuesto por situaciones.

Estas crisis de pánico pueden aparecer como un evento único, pero también pueden llegar a repetirse, lo que es indicativo de buscar ayuda especializada para resolver el problema, porque puede traer consecuencias negativas en lo personal, en lo laboral y en lo social; no olvidemos que un ataque de pánico es un síntoma que puede deberse a enfermedades físicas, y con altas tasas de comorbilidad, o de acompañar a  otros trastornos de ansiedad como la fobia social, trastorno obsesivo compulsivo, fobias específicas, trastornos de ansiedad generalizada. La persona puede por temor evitar salir de casa, caer en depresión, o utilizar el alcohol y drogas para tratar la ansiedad. El tratamiento de las crisis de pánico debe integrar los tres niveles, lo biológico, lo sicológico y lo social, bajo la coordinación de especialistas en salud mental, y nunca acudir a la automedicación; porque puede ser peor el remedio que la enfermedad. El que se sufra de ataques de pánico, no significa que nos estamos volviendo locos, ni que estas situaciones desagradables van a durar para siempre.

PILDORAS DE TU MEDICO

Los especialistas consideran que cuando se presentan por lo menos tres episodios de crisis de angustia en tres semanas, sin la existencia de esfuerzos físicos y mentales intensos o situaciones de estrés exacerbadas o situaciones reales que pongan de verdad en peligro la vida, se puede estar en presencia de un desorden fóbico y debe ser tratado por el médico. Sin embargo si se encuentra en una situación de esta naturaleza, previamente diagnosticada, no vaya a ser un infarto real, se puede afrontar, de la siguiente forma:
–    Debe recordar que lo que le está pasando  es la exageración de una respuesta normal al estrés, que no es ni dañino ni peligroso, solo desagradable.
–    Trate en la medida, de no añadir pensamientos negativos que conviertan la situación en un círculo vicioso.
–    Busque distraerse, las crisis generalmente duran poco tiempo, déjelo que pase; utilice palabras tranquilizantes.,” no es nada”, “solo ansiedad”, “ya me va a pasar”, converse, busque compañía, relájese y acepte sus emociones.

VACUNA CONTRA EL ESTRÉS

–    Doctor yo sufría de estreñimiento, pero se me curó caminando en el parque la llovizna
–    Qué bien, el ejercicio sirve para muchas cosas
–    Pero no fue por el ejercicio
–    Y como fue?
–    Vea, yo entro a caminar al parque a las 4 de la mañana y en una ocasión veo a un viejito que viene caminando solo por esa oscuridad y cuando nos cruzamos le pregunto; oiga mi viejo a usted no le da miedo caminar solo a esta hora y en esta oscuridad y me respondió; cuando estaba vivo sí; y en ese momento me curé.

Hasta nuestro próximo contacto.
*Medico. Magíster en Salud Pública.

www.drcarlosbasanta.es.tl
Twitter: @drcarlosbasanta

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