Opinión Nacional

Auditoría y desarme

Desde hace ya varios años una de las medidas propuestas por diversos sectores para combatir la inseguridad creciente que acosa a los venezolanos ha sido la famosa Ley Desarme. Como es tradicional, ante la incompetencia para resolver los problemas que aquejan a los venezolanos, la clase política apela a nuevas leyes como si ellas desde el papel pudieran solucionarlos, cuando la solución de los problemas solamente es posible con acciones concretas de las instituciones competentes.

La mágica Ley Desarme, que no termina de aprobarse, en el mejor de los casos llevaría a desarmar a quienes poseen armas de manera legal. Quienes las poseen ilegalmente, el hampa, no serían desarmados “por la ley”, tendrían que ser desarmados por las autoridades, lo que en el presente régimen resulta imposible pues el poder es aliado incondicional del hampa y viceversa. El hampa es un instrumento esencial de la política del régimen para mantener a la población atemorizada y a la vez es el sector que integra sus colectivos armados fascistas para agredir impunemente a los venezolanos.

¿Y qué tiene que ver esto con la auditoría al proceso de votación del 14 de Abril? Tiene mucho que ver en cuanto a que el desarme trata de resolver el problema de la “inseguridad” y la “delincuencia común” y la auditoría electoral busca, entre otros fines, resolver el problema de la “delincuencia política” y “la inseguridad del voto” de los venezolanos.

El régimen fascista-castrista que acogota a los venezolanos desde hace ya casi 15 años, como lo afirmó reiteradamente Hugo Chávez, es un régimen “armado”. Armado para intimidar a los venezolanos y armado para mantenerse en el poder y saquear impunemente a la nación como en efecto lo han hecho. Un régimen armado con armas de fuego de todos los calibres, desde aviones Sukhoi hasta simples bombas lacrimógenas, pasando por tanques blindados, tanquetas, ametralladoras, fusiles de todo tipo, pistolas y revólveres. Armamento distribuido entre la fuerza armada que se declara “chavista” y agrede impunemente a los venezolanos, la Milicia brazo armado paramilitar del PSUV y los “colectivos” integrados por delincuentes de toda ralea que a cambio por su participación delinquen con impunidad garantizada.

Pero el arma más importante y devastadora del régimen a lo largo de estos años ha sido el FRAUDE ELECTORAL, arma que le ha permitido mantenerse en el poder en todos los niveles de la enferma institucionalidad del país. Es el arma que le garantiza poder presentarse ante la comunidad internacional como una “democracia”. Y no como una democracia cualquiera, sino como la democracia que ha hecho diecinueve “elecciones” y ha ganado, según ellos, dieciocho.

El fraude en todos los ámbitos de la vida nacional es consustancial al régimen. Pero en particular el fraude electoral, administrado por el CNE, es no solamente su arma fundamental sino que es el sustento político del régimen. Podríamos decir, parafraseando la propaganda oficialista, que “el CNE es el Corazón del Régimen”. El CNE ha sido el “atracador” que le ha robado la soberanía al pueblo torciendo dolosamente su voluntad y los militares y los chavistas cabecillas de los poderes públicos “los campaneros” que actúan para asegurarle al régimen que el atraco se lleve a cabo sin perturbación alguna.

De allí que para el régimen y el CNE en particular, la posibilidad de una auditoría de las elecciones del 14 de Abril los aterrorice. Saben que una auditoría pondría al descubierto, de manera formal, cada una de las maniobras y trampas puestas en práctica para robarse las elecciones y robarles a los venezolanos su voluntad política soberana. Sería el “desarme” de la más grande y peligrosa mafia de delincuentes que haya azotado a la nación en toda su historia. Poner el fraude en evidencia ante la nación y ante la comunidad internacional es quitarle al régimen su principal arma política: el fraude. El arma con que le dan el tiro de gracia a la voluntad popular ya herida durante los procesos electorales por las amenazas, las presiones indebidas, el ventajismo mediático y el abuso grosero del dinero y de todos los recursos del Estado, incluyendo los de la fuerza armada.

En la preservación de su arma política más poderosa le va la vida al régimen. Por eso, estoy seguro de que no aceptará la realización de una verdadera auditoría, en los términos planteados por Henrique Capriles y el Comando Simón Bolívar. Ella dejaría al régimen desnudo, macilento y moribundo.

El régimen podrá impedir la auditoría, pero no podrá borrar la convicción y la certeza que tiene hoy la mayoría abrumadora del pueblo venezolano de que SE ROBARON LAS ELECCIONES y de que Maduro es un presidente ilegítimo. Tampoco podrá el gobierno ilegítimo, con todos los recursos de que dispone, arrebatarle a Henrique Capriles su bien ganada y merecida posición de líder de una Venezuela arisca, levantisca, libre y democrática.

Liderazgo ganado en combate cívico, no solamente por su esfuerzo personal en las campañas, sino por su firmeza y coraje para enfrentar a un gobierno totalitario y denunciar en claro e inteligible “venezolano” que SE ROBARON LAS ELECCIONES. Inexplicablemente, hasta ahora, el tema del fraude había sido tabú. Finalmente, Capriles ha denunciado la conducta delictiva de una autocracia surgida de la estafa y el desprecio a la inteligencia y voluntad de los venezolanos y denunció. Capriles tiene “contra las cuerdas” al fraude, es decir al régimen. Y cada día cientos de miles de venezolanos se unen a su cruzada contra el fraude y por el respeto a los venezolanos.

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