Baduel, Müller, Chávez y la cuestión militar

El discurso pronunciado por el General (en Jefe) Raúl Isaías Baduel en el acto de entrega del Ministerio de Poder Popular para la Defensa el pasado 18 de julio ha originado distintas interpretaciones, tanto a nivel político-ideológico como militar. Las múltiples declaraciones del General (de División) Alberto Müller Rojas, casi todas relacionadas con el campo militar, han creado polémica. Las decisiones del Presidente Chávez en el área militar representan su respuesta al debate planteado.

Los enigmas de Baduel

Raúl Baduel se juramentó para crear el MBR-200 (militar) con Chávez, Urdaneta y el fallecido Acosta Carles. Pero esa circunstancia se conoció después que Chávez llegó a Miraflores. El 4-F Baduel no se plegó porque creía que las condiciones no estaban dadas. En abril de 2002 Baduel esperó a tener la seguridad de que el sector militar alzado iría contra todos los bolivarianos. Entonces inclinó la balanza a favor del retorno de Chávez al gobierno. De su promoción fue el único que culminó su carrera militar de manera brillante. Alcanzó el grado de General en Jefe y fue Ministro de Defensa, después de obtener, paso a paso, las más altas jerarquías en el Ejército. La literatura mística le ha otorgado un sentido oriental del tiempo. Amante de la poesía y de la lectura de obras sobre el tema militar, Baduel mide cada palabra y cada acción con cautela absoluta. De ahí que sorprendiera a sus camaradas de armas, al país y al mundo al expresar en el último acto público de su vida uniformada sus preocupaciones ideológicas y políticas en torno al desarrollo del proceso revolucionario.

Por su relación histórica y por su cercanía con Chávez, Baduel debe haber conversado con su hermano de logia sobre sus inquietudes en torno al proyecto revolucionario que se adelanta. Es posible que algunos de sus compañeros de armas compartan esas interrogantes, que se pueden resumir, arbitrariamente, de la siguiente manera: a) elaboración “venezolana” del Socialismo del Siglo XXI: “este modelo ni existe ni ha sido formulado” (…), y debe hacerse “con orden” para que no se convierta en “una humilde choza levantada sobre los cimientos de un rascacielos (Marx y Engels)”; b) el modelo de socialismo debe ser “profundamente democrático”, (…) “deberíamos apartarnos de la ortodoxia marxista que considera que la democracia con división de poderes es solamente un instrumento de dominación burguesa”; c) el modelo democrático es la “democracia participativa y protagónica”, con base en el poder popular, porque “hay que centrar todo en el pueblo. El partido debe estar subordinado al pueblo. No al revés”; d) se debe aprender de la experiencia del Partido Comunista de la URSS, que se “convirtió en una organización que sustituyó y desplazó a la sociedad y que al final terminó siendo manejada por el Comité Central del partido”; e) el pueblo debe producir riqueza, para que exista “un reparto equitativo de la misma a quienes la generaron”; f) debe evitarse el capitalismo de Estado, “donde sea el Estado el único dueño de los grandes medios de producción”; g) el pueblo debe aprender sus deberes: “nuestro modelo socialista debe romper con la mala costumbre del pasado de enseñarle derechos al pueblo, pero no deberes.”; h) “no se pueden implantar cambios bruscos en el sistema económico, es decir abolición a rajatabla de la propiedad privada y la socialización brutal de los medios de producción, sin que esto repercuta negativamente en la producción de bienes y servicios y sin que concomitantemente se genere un descontento generalizado en la población”; i) “no hay que repetir los errores de la IV República, cuando los gobiernos emplearon la riqueza excesiva generada por el “boom” petrolero para financiar todo tipo de ayudas y subsidios”; j) se debe rendir cuentas, algo que implica un “castigo muy duro”.

Para Baduel el nuevo socialismo debe evitar el autoritarismo. Retornando a Simón Rodríguez señaló la necesidad de consolidar “las costumbres que forman una autoridad pública, no una autoridad personal; una autoridad sostenida por la voluntad de todos, no la voluntad de uno solo (…)”.

En el discurso de Baduel la Fuerza Armada Bolivariana recibió un tratamiento especial. Baduel respeta su identidad, dejando entre paréntesis el concepto de fusión Ejército-Pueblo. A su criterio la FAB “puede aportar mucho para la construcción del modelo socialista”, ya que a las tareas fundamentales de la institución “se ha añadido el de la participación activa de la FAB en el desarrollo nacional”. Ahora la FAB tiene la responsabilidad de “la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional”. Pero los militares, más que “administradores de la violencia, debemos ser propulsores y mantenedores de la paz y generadores de sosiego y sendero cierto hacia el desarrollo de nuestro pueblo”. La Fuerza Armada “debe ser un instrumento de poder para la democracia política, la paz y el desarrollo”.

Después de fijar su posición ante la etapa que se abre, Baduel recalcó que el Misterio del Poder Popular para la Defensa “obliga a quien la ocupe, por principio y por ley, a mostrar su pensamiento frente al ejercicio direccional de los hombres y la estrategia política del Estado”. Explicó, para quienes le dijeron “piaste tarde”, que su conducta se enmarcó en la “decisión de apego del jefe militar a la institucionalidad del Estado venezolano, conservando la disciplina, la obediencia la subordinación, pilares fundamentales de nuestra institución”. A buen entendedor, casi todo estuvo dicho. Resta esperar el desarrollo del proceso sin Baduel, que anuncia para su futuro próximo un tiempo de “reflexión”.

El Turno de Müller Rojas

Alberto Müller Rojas, tachirense, es General de División del Ejército. Dentro de la Fuerza Armada está considerado como uno de sus cuadros intelectuales más formados. Tiene un posgrado en Ciencias Políticas y otro en Hacienda Pública. Müller fue jefe del comando de campaña de Chávez cuando este llegó a la Presidencia, en 1998. Alguna vez militó en La Causa R y en el PPT. En el año 2005 redactó el documento “Pensamiento Militar Venezolano”, con el fin de “nacionalizar” la teoría de la Guerra Asimétrica. Por esa y por otras razones Chávez lo reactivó en la Fuerza Armada en su equipo asesor.

Müller se fue de la FAB en medio de una polémica con Francisco Ameliach, uno de los hombres más próximos a Chávez, ex Presidente de la Asamblea Nacional y también militar retirado. Müller había sostenido que los miembros de la FAB podían inscribirse en el PSUV y Ameliach lo contradijo. Chávez, con el pulso de la FAB, tomó la posición de Ameliach y anunció el pase a retiro del General Müller.

Alberto Müller Rojas justificó su alejamiento del entorno presidencial exponiendo varias razones, todas ellas explosivas. Aclaró que se retiraba de un “nido de alacranes” (…). “Son capitalistas, son conservadores, por eso los alacranes no me quieren”, soltó. Müller acusó a Chávez de ceder ante las presiones del Alto Mando militar -Baduel- y caer en contradicciones -al plantear la máxima profesionalización de la FAN y la compra de armamento convencional- con la doctrina oficial de defensa, que privilegia la hipótesis de Guerra Asimétrica. “Yo me niego a participar en ese engaño”. (…) “Es un gasto inútil”, expresó.

Con respecto a las críticas a su posición sobre la partidización de la FAN, Müller sostuvo “Los militares hacen presiones políticas de acuerdo con sus intereses y actúan como partido. (…) los conflictos sociales siempre son resueltos por los militares desde las primeras civilizaciones” (A.P.-09-07-2007).

DESPIECE
LA LARGA MARCHA HACIA LA GUERRA

Chávez siempre se planteó que América Latina y el Caribe vivían una guerra de más de 500 años. Para Chávez los momentos donde manda la política son treguas que da esa guerra. El concepto de guerra prolongada, que lo ha hecho un admirador ferviente de Mao, le otorga impensable paciencia para lograr su objetivo central: la revolución. La estrategia es la revolución. Las tácticas son aquellas que permitan ejecutar la estrategia. Tantas, que a veces el medio parece ser el fin. Pero la meta es una sola, que se ha ido despejando: prepararse para una guerra contra el imperio -Estados Unidos- mientras construye una sociedad socialista con la ayuda de un partido que sirva de intermediario entre el Líder y el Pueblo y siembra la tesis del Che Guevara por América Latina (“Uno, dos, muchos Vietnam”).

Así lo dijo en el acto que significó la última aparición pública de Fidel Castro ante una multitud, en Córdoba, Argentina: “El final de este proceso será el de una guerra irregular (Asimétrica)”.

Pero las revoluciones no se hacen por decreto. Chávez lo sabe. Ir hacia la conformación de una gran milicia (Reserva y Guardia Territorial), que se fije como meta la estructuración de un ejército irregular de 15 millones de combatientes (“Pueblo en Armas”), tal como lo expresó el nuevo Ministro del Poder Popular para la Defensa, el General (en Jefe) Gustavo Rangel Briceño, equivale a subir una montaña plagada de obstáculos. Para muestra basta un botón. El General (en Jefe) Rangel, ex comandante de la Reserva, reconoce que hasta ahora hay 120 mil reservistas, aunque esperan su turno para formarse otros 600 mil. Falta mucho para llegar a la meta fijada, que alguna vez Chávez la estimó, con mayor modestia, en 2 millones de milicianos, necesarios para la “Guerra de Resistencia”. Las advertencias de Baduel son para Chávez un indicador más valioso que los reclamos de Müller.

Por eso Chávez prefiere desarrollar, por ahora, el modelo de Guerra Combinada (convencional e irregular), que de todas maneras debe concluir, a su criterio, en la etapa de la esperada Guerra Asimétrica contra Estados Unidos.

Baduel tendrá tiempo para reflexionar sobre la marcha del Proceso y Müller para escribir sobre la inutilidad de la compra de armas para una guerra convencional.