Opinión Nacional

Baduel no se puede quejar

El general Raúl Isaías Baduel por fin llegó al ministerio de la Defensa, y por fin será digno sucesor de Lucas Rincón Romero y Jorge Luis García Carneiro en lo de los tres soles. No por nada, es que la larga espera valió la lagrimita en el desfile carabobeño del 24 de Junio.

De aquellos primeros días como coronel-secretario del señor Chávez, por allá a comienzos de 1999, a éstos de general en jefe-ministro, ha debido recorrer un largo y accidentado trecho. Los disparates del llamado «carmonazo» le salvaron la carrera, y como el político que triunfa es que aguanta un cuarto de hora más, pues ahora Baduel acaba de ser consagrado como el hombre fuerte de la FAN.

Desde luego que los cuarteles son hoy en día un hervidero de intrigas y resquemores. Y no tanto por el supuesto conflicto entre «revolucionarios» e «institucionalistas», o por la temporada tradicional de los ascensos, sino por la distribución digamos que equitativa del mayor presupuesto de gasto militar en toda la historia de la República.

Cómo será la cosa que los recursos dispuestos para la compra de armas son 80 veces superiores al presupuesto de seguridad de todas las policías del país. Es decir, 80 veces más de lo que reciben para combatir el delito las casi 180 policías regionales y municipales, incluyendo la Policía Metropolitana de Caracas, e incluyendo también, no faltaba más, al CICPC.

Con un «moñoco» de ese tamaño, como decía un viejo dirigente partidista de Barlovento, cualquiera se entusiasma. Y no lo digo por Baduel, sino por el elenco de generales boliburgueses que se sienten en algo frustrados por no haber recibido el chance de servir a los ideales de la revolución desde la tesorería principal de Fuerte Tiuna.

Pero más allá de las interioridades (o más bien «exterioridades») administrativas de la nueva Fuerza Armada, al general Baduel le toca una exigencia de no poca monta. O mantener siquiera la silueta de entidad republicana de la FAN o facilitar que se termine de convertir en una especie de «misión pretoriana» al antojo exclusivo del señor Chávez. Tal parece que el saliente Maniglia no abandonó el primer camino.

Para los que hagan algunas expectativas de importancia en cuanto al profesionalismo militar de Baduel, sólo el paso de no mucho tiempo podrá dar la respuesta.

Los tejemanejes de la «revolución» para sustituir las elecciones presidenciales en un referendo que perpetúe a Chávez, y que además abra las puertas para erigir un Estado todavía más hegemónico, son propósitos que volverían papelillo lo que resta de la doctrina militar y constitucional de Venezuela.

Por lo pronto, Baduel alcanzó la posición y el rango que deseaba desde hace mucho tiempo. Veremos si todo ello le servirá de adorno o de contrapeso legítimo a la ambición de «su hermano del alma».

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