Opinión Nacional

Bananas Siglo XXI

1904.- El escritor norteamericano O. Henry, sinónimo de William S. Porter, inventa la frase República Bananera para uno de sus cuentos cortos del libro Coles y reyes. Así define a gobiernos autócratas de Centroamérica y del Caribe vendidos a los intereses de las empresas transcontinentales que para entonces explotaban banana y plátano en grandes áreas habitadas por injusticia, desamparo y pobreza.

La permanencia del fenómeno con cualquier producto –petróleo, gas,coca-extendió el término peyorativo como referencia de todo país bajo dictadura, incluyendo a las que usan maquillaje de caro circo.

1971.- Algunos latinoamericanos perciben como grave ofensa la cinta Bananas escrita, dirigida y protagonizada por Woody Allen, porque desde su título y el ridículo disfraz con barba fidelista del personaje central, perciben una humillante sátira que degrada los justos reclamos sociales del “patio trasero” estadounidense.

Pero esos críticos que sólo miran con el ojo izquierdo, no quieren ver allí mismo la implacable sorna del creador que denuncia cómicamente las erradas políticas yanquis, sobre todo las propiciadas desde su patria donde fomentan al estilo bananero, la corrupción de gobernantes y sistemas foráneos mientras se jactan de practicar en casa la democracia perfecta.

2007.- Quién hubiera imaginado hasta dónde y hasta cuándo, un filme tan controversial por sus atrevidos gags sobre la subversión revolucionaria pasaría de ocasional parodia grotesca a visión futurista de un sistema totalitario regional representado en las republiquetas de dictadura militar, ultranacionalista ,endógena y constitucional.

El recurso a lo Allen de la payasada continua permitió desmontar y remedar la farsa institucional y el histrionismo de las tiranías que manipulan leyes para legitimar el robo privado de los fondos públicos mientras los poderes de control permanecen ciegos, sordos y mudos.

En el tiempo fílmico de Bananas hay una rápida, insólita secuencia donde el campesino guerrillero que comandó la rebelión triunfal contra el corrupto régimen civil, de inmediato cambia su anterior discurso libertario y lo convierte en arenga de amenaza despótica frente a cualquier atisbo de disidencia interna señalando que sólo su persona es credo , ley , presente y futuro de esa nueva sociedad libre y soberana . De seguidas y con prisa, sobre un jeep protegido por camaradas en uniforme verde oliva, recorre calles vacías saludando con el brazo en agite al supuesto pueblo liberado.Una voz anónima comenta cómo en su delirio, el todopoderoso llegó a legislar que la ropa interior debe llevarse por fuera.

Inspirado en lo que para entonces era un solitario modelo cubano ,el cineasta de genio vanguardista filmó en ésa, su tan polémica segunda película, una ocasional ficción humorística que la realidad histórica transforma en retrato casi documental, por su vigencia nada risible.

Recientes filmes de muy diverso origen, geografía y calidad estética perfilan esa ruta. Cuando Guillermo Cabrera Infante diseñó un guión especial para dar cuenta de cómo surgió el huevo de la serpiente totalitaria castrista en La ciudad perdida o se adapta el texto novelístico de Mario Vargas Llosa para La fiesta del chivo y ahora el dictador de Uganda inspira a quien versiona cierta narración original sobre Idi Amin en El último rey de Escocia, se construye sobre la línea conceptual de la pionera Bananas.
Será por eso que al preguntarle un periodista sobre la motivación del título, Woody Allen respondió muy serio:
_ Se llama así, porque no hay bananas ahí.

Revista VEINTIUNO N°16. Abril-Mayo 2007 dedicada al tema” Formas y razones del miedo en Venezuela”.

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