Barbarocracia
Observar la bárbara y cobarde reacción de Hugo Chávez ante las preguntas que le formulara la tan hermosa como firme periodista Adriana Nuñez cuando finalizaba yo la lectura del libro:”Diarios de mi vida” del no menos valiente y firme intelectual venezolano Rufino Blanco Fombona, explican la escogencia del título de estas líneas. Si aunado a ello va también la vesanía contra las propiedades del Capitán Carlos Guyón Celis y del destacado hombre público Diego arria, junto a las descaradas amenazas formuladas contra el empresario Lorenzo Mendoza, por el “grave delito” de recurrir a la justicia para defender a sus empresas del infame y desquiciado abuso de autoridad que comete un enloquecido gobernante, que por un capricho infantíl pretende dejar en la calle a miles de trabajadores y condenar a la miseria a sus familias, poniendo en riesgo a la vez la seguridad alimentaria de los venezolanos con el cuento de que quiere contruir viviendas en terrenos industriales de barquisimeto, cuando el mundo entero sabe que a Chávez, en sus ya insoportables once años de desgobierno jamás se ha interesado la suerte de los millones de venezolanos que no poseen techo propio.
La imagen atroz de la jueza María Lourdes Afiuni, esposada y conducida ante una de los “jueces del horror” con un aparatoso despliegue de seguridad, le misma que se omitió en el caso de la infeliz jennifer Viera, a quien dejaron a merced del villano que la maltrataba y que a la postre acabó con su vida, gracias a la complicidad del mismo entramado judicial que somete y humilla a la doctora afiuni. Ese intragable hecho ocurría casi simultáneamente a las increíbles y descaradas palabras de Chávez en Brasil, donde rebuznaba, más que decía, que no estaba prevista sucesión presidencial en Venezuela, es decir, que aquí en diciembre de 2012 no habría elecciones o de haberlas no existía posibilidad de que él perdiera o que la decisión soberana de los electores no sería suficiente para echarlo del poder.
Cada día somos más los venezolanos que nos sentimos indignados, hastiados, y decididos a ponerle fin a ésta inaguantable barbarocracia.
