Opinión Nacional

¡Basta de muertes!

El enunciado con que encabezamos estas notas fue el titular de primera página de con que este periódico abrió su edición del pasado viernes, para referirse a las declaraciones de Su Eminencia Jorge Cardenal Urosa Sabino quien a su vez aseguraba “que las manifestaciones de dolor de un pueblo no son conspiración”. Excelente repuesta para aquellos funcionarios de alto nivel que ven conspiraciones a la vuelta de la esquina y que de alguna forma han querido “endosar” a la oposición democrática los últimos crímenes tanto del industrial aragüeño Filipo Sindoni, como al atroz ajusticiamiento de lo hermanitos Faddoul, que tanta consternación han causado al país entero.

¡Basta de muertes! decimos también todos los habitamos esta “tierra de gracia”, a la que unas erradas políticas públicas de seguridad, han convertido en una “tierra de desgracia”, incluso para aquellos que viniendo allende los mares, la hicieron su segunda patria. En un país del primer mundo, acontecimientos como este lo menos que han podido generar, hubiera sido una interpelación al ministro responsable de la seguridad ciudadana (nuestro Ministro del Interior) y en caso de negligencia o incapacidad comprobada, hubiera acarreado un voto de censura dado por el poder Legislativo, que en el mejor de los casos habría generado su remoción obligatoria y su sustitución inmediata. Como añoramos estas instituciones que estaban vigentes en la Constitución de 1961, o en la mal llamada “Cuarta República” y que la “Quinta” ha evidenciado no tener interés algunos en hacerlas respetar. A lo más que han llegado, en un acto de sumisión entre poderes, es a convocar una mesa técnica en la Asamblea Nacional, aparentando que hay colaboración entre estos poderes, pero cuyas conclusiones la gran mayoría de la población ni conoce ni entiende cual es su utilidad o su beneficio.

¡Basta de muertes! es la exigencia de un país que no ve más que el fomento de la
cultura del odio por los principales personeros públicos y medios de comunicación del Estado, comenzando por quien ejerce la máxima responsabilidad de dirigir el país, vale decir el ciudadano Presidente de la República. Quienes han dividido el país entre “escuálidos y patriotas”; quienes fomentan la agresión y la violencia ante manifestaciones públicas en repudio de políticas del estado que no causan sino daño y temor a la población; quienes han entregado la responsabilidad de la seguridad a individuos sin escrúpulos ni formación en el respeto a los derechos humanos; quienes gobiernan en los estados y los municipios con policías cuestionadas de cruentos crímenes a indefensos ciudadanos y que estando bajo su responsabilidad nada hicieron por corregir estos vicios, todos estos responsables no pueden venir ahora a darse golpes de pecho y manifestar un falso dolor que en realidad no sienten. El que siembra vientos, no puede recoger más que tempestades. Asuman entonces ahora su responsabilidad. ¡Basta de muertes!

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