Opinión Nacional

Boves, Zamora y Chávez

Quizás una de las mayores virtudes que tenemos los venezolanos es la de ser parejeros. Esa parejería nos ha permitido convivir sin muchas complicaciones. La movilidad social en Venezuela es una de las más altas del mundo. Pero por sí sola no basta. Hace falta el diálogo social.

Un diálogo debe ser productivo. Los interlocutores deben salir beneficiados de él. En Venezuela, si consideramos el inmenso porcentaje de pobreza que tenemos hoy en día, podemos concluir que el diálogo social no ha sido productivo. No ha sido suficiente nuestra parejería. Ha hecho falta que a los pobres se les enseñe a dejar de ser pobres.

Nuestro gran diálogo social ha sido el mestizaje, con el consecuente anhelo de igualdad, que hemos compartido todos. Pero ha habido tres grandes “rupturadores” de ese proceso de diálogo social: me refiero a José Tomás Boves y Ezequiel Zamora en el siglo XIX y Hugo Chávez en pleno siglo XXI.

Boves trató de imprimirle a la gesta independentista un tinte de enfrentamiento de clases. Como Boves odiaba a los blancos criollos, líderes del bando patriota, elevó zambos, mulatos y mestizos a rangos de alta jerarquía militar, y logró sembrar en ellos odio hacia aquellos mantuanos que querían separarse de España. Muchos estudiosos dicen que los términos tan terribles del Decreto de Guerra a Muerte, se debieron a que Bolívar, al darse cuenta de que lo que quería Boves era una suerte de lucha de clases, volteó la situación para que fuera una lucha de americanos contra españoles. La irrupción de José Antonio Páez puso punto final a los motivos de Boves, y cambió el destino del proceso de la independencia.

Zamora, uno de los personajes más sanguinarios de nuestra historia, tuvo también como bandera el odio. “Mueran los ricos y los que sepan leer y escribir”. Si se hubiera aplicado a sí mismo esta premisa, habría tenido que suicidarse, pues Zamora era rico y sabía leer y escribir. Dicen que vendió esclavos que habían sido manumitidos, y por los que ya había recibido compensación. La Guerra Federal fue uno de los acontecimientos más tristes de nuestra historia, pero el odio se enterró con sus propiciadores.

Hugo Chávez es el tercer gran rupturador del diálogo social en Venezuela. Tiene tres años dividiendo, dividiendo y dividiendo. Sembrando saña, saña y más saña. Instigando al odio, odio y más odio.

Pero ni la división, ni la saña, ni el odio, a pesar de su insistencia, han cuajado. Los venezolanos no queremos violencia y sabemos que pocas son las cosas que en realidad nos separan, y muchas las que tenemos en común. En ellas se asentará la fuerza que necesitaremos para entablar el diálogo social que nos permitirá acabar con la pobreza, emparejarnos en las oportunidades, enrumbarnos hacia el progreso que merecemos, y erradicar los Boves, los Zamora y los Chávez de nuestra historia, de una vez y para siempre.

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