Opinión Nacional

C.A.P

De 1974 a 1993 van casi 20 años. En términos estadísticos una generación… La vasta mayoría de quienes malgobiernan actualmente nuestro país, jóvenes aún o de edades entre 40 y 45 fueron, en algún momento de esos 20 años, educados en ese período. Simplemente deseo resaltar que los “prohombres” de esta dizque “revolución” fueron educados por Carlos Andrés Pérez y/o sus sucesores. Y quizás una buena cantidad de ellos fueron de los privilegiados por el plan Gran Mariscal de Ayacucho. Y en esa educación, aquí o fuera, aprendieron, en la más total libertad, las teorías con las cuales castigan al pueblo…

No es fácil la política. Los agraciados por la IV República son los primeros en enfilar sus cañones hacia ella. Y los más vehementes, enconados, acerbos críticos de CAP son, justamente, quienes más deben a sus políticas educativas. A ninguno de ellos se les preguntó su afiliación partidista –quien la tuviera- o su ideología política. Con solo llenar los requisitos establecidos se otorgaban las becas.

Rondaba por esa época los patios de la “Casa de los sueños azules” (jamás había escuchado algo tan cursi en mi vida…) un tal “Tribilín”, quien, a pesar de no ser un estudiante aventajado, fue elegido para viajar al Perú por el CL aniversario (9.12.1824 -1974) de la Batalla de Ayacucho, rumiando su resentimiento soez por no ser de los “elegidos” para prebendas o por su muy limitada capacidad intelectual que le impedía ver más allá de las tuercas de los blindados que algún día “comandaría”. Su ineptitud es tal que creía inmerecido ser uno más del montón (sí, pero muy cerca del fondo, por no decir el fondo mismo del montón).

A todas estas CAP gobernaba sobre la cresta de una ola de bonanza que no supo entender. Una montaña de corrupción enlodó sus buenas intenciones y marginó las políticas que defendía en su candidatura. Errores humanos, costosos pero errores al fin y al cabo.

Para su segundo mandato sorprendió la “nueva” imagen de un CAP que había aprendido de sus errores (mérito enorme en un político venezolano) y traía soluciones para el país que heredaba. ¿Duras? Sí, muy duras, pero la única manera de enderezar a un país recibido en pésimas condiciones económicas. Hasta que el “Caracazo”, debidamente auspiciado por las corrientes antidemocráticas del país, hizo suspender la aplicación de tales medidas. Y una estocada verdaderamente innecesaria, la de los tristemente célebres “Notables”, abrió el cuestionamiento abierto de nuestra democracia. ¿Por qué tal pronunciamiento? Habría que preguntarles uno a uno, cosa que, lamentablemente ya no es posible, pero, a todas luces, no fue exento de una gran dosis de ambiciones personales. Debilitada así su imagen presidencial, hace frente no a uno, a dos golpes perpetrados por militares mediocres que intuían que, por sus capacidades, tendrían el generalato muy lejos de su futuro. Basta leer el curriculum vitae del actual presidente; entre sus más preciados “logros”: “Fue Presidente de las Fiestas Patronales de Elorza, Edo. Apure (1987-88)”; “Es autor de variados cuentos y poesías. “Vuelvan Caras” (enviado a El Nacional), “Mauricio», “El Genio y el Centauro” (obra teatral que ganó el tercer premio de Teatro Histórico Nacional) en Cañafístola, 1987. Tiene un famoso poema dedicado al Tte. Cnel. Fallecido Felipe Acosta Carles, quien fuera uno de los fundadores del MBR-200. Es autor de numerosas obras de artes plásticas, como “Sombra de Guerra en el Golfo” (1980)”, plena confirmación de la carencia de elementos verdaderamente apropiados para quien pretende ejercer la primera magistratura de un país…

Faltaba la más vergonzosa de todas las acciones en su contra: la acusación que, finalmente le llevó a la cárcel, inmerecidamente en mi opinión. Tan es así que tal fue de corrupción y malversación simultáneamente, términos que se excluyen uno al otro, promovidas por otro personaje resentido (el resentimiento y el rencor han jugado papeles de máxima importancia en nuestro país, el de “las nulidades engreídas y las reputaciones consagradas”, como bien señalaba Romerogarcía en 1896) que deseaba “cobrar” una pretendida ofensa.

Los errores y éxitos de sus dos mandatos serán juzgados en su debido momento por la historia. Lo que es impostergable es el reconocimiento a su estatura como estadista y su condición de verdadero demócrata; de hombre que actuó de acuerdo a sus principios y que quiso hacer grande a esta Patria. El daño que se le quiso causar a CAP se le causó al país, no a él. Fue un hombre que supo aceptar los avatares de un verdadero juego democrático, que fue de frente y dio la cara (como el eslogan de su campaña en 1973) cuando debió hacerlo. Con el tiempo se acrecentará su figura, para vergüenza de quienes lo expulsaron de su partido, obligándolo a crear “Apertura” en 1997 y de quienes pretendieron ensombrecer sus méritos con acusaciones alevosas y rencorosas. El respeto que se ganó a pulso en el mundo sigue en pie…; los “Notables” van desapareciendo en medio del olvido, y los aprovechadores de la borrasca que levantaron van siendo desechados uno a uno cual bagazo. Y como dijo Lincoln: “se puede engañar a todos por algún tiempo; se puede engañar a alguien todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”. Alguien deberá verse en ese espejo…

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