Opinión Nacional

CAP y la democracia en recesión

El mundo experimenta dos tipos de recesiones tal como lo señala el editorial del diario The Wall Street Journal del 13-12-10: una económica y otra, el del sistema democrático que en la década que pasó entusiasmo a quienes aprecian la libertad con una serie de “revoluciones” llamadas con nombres de colores: “La Naranja” de Ucrania; “La Rosada” de Georgia, “La Azafrán” de los monjes budistas de Birmania,  etc. Sin embargo, Rusia se encargó de recordarle a las repúblicas ex soviéticas cuáles son los límites de autonomía de poder que tienen las naciones en su área hegemónica, y en países gobernados por  Juntas Militares y caudillos autócratas, la oposición, ha  ido viendo el cada vez es más estrecho espacio de maniobra para la disidencia.

                En América Latina están casos como el de las fraudulentas elecciones de Haití y el golpe desde el poder en Venezuela, sin que la OEA ni gobiernos del continente se inmuten, dejando atrás dos épocas doradas en la lucha por las libertades del continente: una liderada por el primer presidente de la democracia venezolana, Rómulo Betancourt, que logró junto a Kennedy, hacer un bloque contra dictaduras de derecha como la de Trujillo en Republica Dominicana, y la de Fidel Castro, en Cuba; y la otra la de Jimmy Carter, quien tuvo como aliado a un discípulo Betancourt quien también llegó a la presidencia de sus país en dos ocasiones: Carlos Andrés Pérez (o CAP, como lo llamaban)

                El reciente fallecimiento de CAP  ha provocado recuerdos, polémicas, pero sobre todo,  revelaciones muy interesantes que nos presenta el lado luminoso del gran demócrata que fue, frente a esa imagen que sus enemigos quisieron que prevalezca, la de ser recordado solo por los escándalos de corrupción que estremecieron sus mandatos. De hecho, CAP no pudo culminar su segunda presidencia al tener que renunciar – luego de sobrevivir dos golpes de estado, uno liderado por Hugo Chávez – en 1991, para afrontar un juicio por usar fondos secretos para la campaña de Violeta Chamorro en Nicaragua.

Sobre este caso, el ex presidente sandinista Sergio Ramírez revelo en un reciente artículo que CAP ayudó, política y materialmente,  a los sandinistas a derrocar a Somoza, durante su primer gobierno, y su desilusión por una dictadura que suplantó a otra, lo condujo a apoyar a la candidata Chamarro cuando se forzó a los sandinistas a convocar a elecciones: “Cuando lo juzgaron y derrocaron bajo múltiples acusaciones de malversación de dineros públicos y prevaricato, entre esas acusaciones faltó que de los fondos secretos que como presidente manejaba, nos entregó, por más de un año, hasta el fin de su mandato, 100.000 dólares mensuales para la causa de la revolución – cuenta Ramírez – “ Lo digo ahora que ya está muerto, porque ya no pueden sumar ese delito libertario suyo a la causa todavía abierta contra él en Venezuela para pedir su extradición, en la que insistió el gobierno de Chávez hasta el último momento”.

                Luego de su primer gobierno CAP fue acusado de usar el avión presidencial venezolano para traer a Madrid, de un congreso de La Internacional Socialista a su amigo Felipe González, quien en ese momento era miembros del Partido Socialista Obrero Español, aunque el Rey aun no había legalizado a los partidos políticos. Cuenta el ex presidente español: “El Rey fue a recibirlo, con los rituales de rigor. Convinimos que yo debería descender del avión oficial por otra puerta, con la discreción debida para no interferir en la ceremonia oficial. Una de las magníficas tiras de Peridis ilustra el momento en que el presidente de Venezuela saluda al Rey y le dice «traigo contrabando en el avión». Yo era ese contrabando. Naturalmente desaparecí de ese escenario sin que nadie se percatara, salvo por sus palabras y la risa del Rey”.

            En 1973 CAP envió un avión a Santiago con el embajador Diego Arria – hoy un acérrimo opositor a Chávez  – a bordo, con la misión de regresar a Caracas con la mayoría de los dirigentes políticos del gobierno de Allende. Se logró la liberación de unos cuantos, entre ellos, el ex ministro de Defensa Orlando Letelier (asesinado tres años después en Washington D.C), y Aniceto Rodríguez, quien viviendo en Venezuela cuando Chile recuperó la democracia, fue nombrado embajador chileno en Caracas por el presidente Patricio Aylwin. En el artículo “El Legado de Carlos Andrés Pérez”, el escritor y político argentino Rodolfo Terragno lo resume lo anterior con justicia: “Cuando Pinochet, Videla y otros asolaban el Cono Sur, el extinto presidente de Venezuela dio asilo a miles de víctimas y trabó alianzas internacionales contra la dictadura Eran chilenos que, si no hubiesen huido, se habrían consumido en las hogueras de Augusto Pinochet. Eran uruguayos que estaban vivos porque Gregorio Álvarez no había tenido oportunidad de prenderlos. Éramos argentinos perseguidos por los Videla, los Massera y los Agosti de aquella Argentina aciaga. Carlos Andrés Pérez (presidente de Venezuela entre 1974 y 1979) nos salvaguardó a todos”

La figura de CAP, como demócrata a toda prueba debe ser reivindicada más allá de sus muchos defectos, incluyendo sus posibles delitos de corrupción, sobre todo hoy, cuando no solo la podredumbre  política y económica es mucho peor de aquello de lo que se le acusó, sino también, cuando la esencia de la democracia- la libertad – es pisoteada con total cinismo.  El magistral artículo del politólogo, Moisés Naím, “CAP: un hombre defectuoso”, es muy esclarecedor al respecto:

                “¿Se imagina usted a alguno de quienes lo defenestraron políticamente ­el teniente coronel, los tristemente célebres notables, los dueños de los medios de comunicación, sus columnistas, los grupos económicos o los demás líderes políticos del momento­ tomando voluntariamente medidas que reducen su poder? Carlos Andrés Pérez podía nombrar a dedo a gobernadores y alcaldes; en cambio, promovió las reformas que permiten a los ciudadanos elegirlos directamente. Obviamente eso redujo su poder. Él lo sabía y, sin embargo, lo hizo…”; “…Los demócratas de Latinoamérica, del Caribe y hasta España y Portugal han dado fe de que la eficaz intervención de Carlos Andrés Pérez fue determinante en los momentos más críticos de sus luchas. Mientras la Venezuela de hoy exporta apoyos a sanguinarias tiranías, como las de Irán, Cuba o Bielorrusia, la de Carlos Andrés Pérez exportaba libertad y democracia”

Recomiendo leer  el artículo  en su totalidad en  http://www.reportero24.com/2010/12/moises-naim-cap-un-hombre-defectuoso/

 

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