Opinión Nacional

Capriles

La candidatura de Henrique Capriles ha producido efectos que eran previsibles.

Primero, consolidado su triunfo en las primarias inició una precampaña que en todas partes ha despertado un evidente entusiasmo y un recibimiento masivo, incluso en zonas tenidas por chavistas. Segundo, el éxito de esa precampaña no ha podido ser ignorado por el chavismo, provocando en este un verdadero pánico, hasta el punto de que sus principales personeros, incluido el propio Chávez, se han dedicado a denigrar del candidato, en una demostración más que evidente de que le tienen miedo. Por si todo eso no bastara, ha surgido también dentro de la oposición una serie de críticas a Capriles, dudando de lo acertado de su precampaña, y señalándole lo que tales críticos creen que debe hacer, en lugar de lo que ha estado haciendo. Son los espontáneos consejeros que nunca faltan, con su sabiduría de medio pelo.

Abundan los que ven en Capriles un muchacho, al que se sienten obligados a «orientar» con sus consejos y recomendaciones. Los que le atribuyen la supuesta desventaja de su juventud olvidan que en 1945, cuando le tocó presidir la Junta Revolucionaria de Gobierno, a raíz del derrocamiento de Isaías Medina Angarita, RómuloBetancourt tenía treinta y siete años, tres menos que los cuarenta de Capriles. Y a nadie se le ocurrirá decir que en esa ocasión Betancourt lo hizo mal.

No conozco personalmente a Capriles. Ni siquiera lo he visto nunca sino en TV. Sin embargo, en las elecciones primarias no vacilé en votar por él, porque su actuación como alcalde de Baruta, donde vivo, y como gobernador del Estado Miranda, me inspira confianza.

Capriles da la impresión de ser el político vocacional, que desde muy joven pareciera destinado a las funciones de gobierno. Él ha sido, hasta el presente, un triunfador, con el agregado de que en cada uno de los cargos que ha ejercido todo lo ha hecho bien. No ha necesitado la experiencia de gobierno, porque en su caso la ausencia de esta se compensa con la disposición intuitiva para las gestiones políticas y administrativas, resultante de aquella vocación a que arriba me he referido.

Nunca he visto a Capriles como un hombre de derecha. Sin embargo, los chavistas lo acusan de tal, e incluso entre gente de oposición, antes y después de las primarias, ha habido quienes lo señalan como derechista. Él mismo se ha definido sin equívocos: se ha declarado de centroizquierda, y afecto a la política del brasilero Lula Da Silva.

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