Opinión Nacional

Caracas: ciudad de despedidas

La mayoría conoce la historia del video: «Caracas, ciudad de despedidas» que generó una cosa poco común: se unieron chavistas y opositores para desguazarlo.

La verdad, no me interesa analizar los temas de forma. Basta decir que no es un documento que pasará a la historia por su aporte profundo a las ciencias sociales ni se ganará un premio a la producción audiovisual. Pero entiendo que tampoco pretendía ser más que un tema de encuentro entre amigos, que seenviruló en la red, por lo que ahora todos nos sentimos con derecho a analizarlo, como si de una tesis de PhD se tratara.

Es una lástima que un nombre y tema tan enganchante no se haya tratado mejor, pero eso no es lo que más interesa, ni dónde se debió centrar el análisis de este exitoso video (midiendo el éxito por sus clicks en Internet y los comentarios, artículos y programas que ha despertado).

No quiero menospreciar el nivel de superficialidad de la comunicación de los entrevistados, pero quizás mi condición de encuestador, enfrentado a diario con la forma de expresión de los diferentes segmentos de la población, me hace menos mojigato. Es muy simple. Los panitas hablan y piensan así, lo que no invalida la importancia de sus problemas y sentimientos, aunque te provoque darles un lepe. Dejando las posiciones «polite» de lado, si ese video hubiera sido filmado con jóvenes de estratos muy bajos, difícilmente se hubieran obtenido muchos «verbatims profundos». La diferencia es que a nadie se le hubiera ocurrido criticarlos públicamente por temor a ser llamado clasista y en cambio a los de estratos medio o alto les dan hasta con el tobo en un evidente bullingvirtual.

Siendo sincero, a mí me interesa más el fondo que la forma. Si algún día mis hijos me plantean que se quieren ir «demasiado» porque no se sienten seguros o porque su vida dejó de ser interesante o porque no se sienten parte del país o porque no pueden rumbear hasta tarde, primero me preocupo por el corazón del problema: su desarraigo y cómo este afecta su vida. Luego me encargaré de atender el tema de su argot.

Lo relevante es que se quieren ir. No importa si a nosotros no nos parecen de Harvard las razones que escogieron para justificarlo. El hecho es que no se sienten motivados por su propio país y no somos nadie para juzgar si las razones para quedarse o largarse son las que nos parecen serias o profundas a nosotros. Cada quien tiene derecho a buscar su felicidad y las razones para encontrarla son individuales y no colectivas. No somos nadie para juzgar las razones de la felicidad de los demás y menos cuando en la mayoría de los casos, quienes los critican no han sido capaces de conseguir la propia.

Es obvio que ese video no representa la composición de la juventud venezolana en su conjunto, pero las encuestas nacionales, en las que sí se toma una muestra representativa de todos los jóvenes entre 18 y 24 años en los diferentes estratos socioeconómicos y regiones, indican que el 48% de ellos (con picos más elevados en los más ricos y los más pobres) se iría del país si tuviera una oportunidad. Se quieren ir poquito, mucho o demasiadísimo», pero lo que debe importarnos, lo que preocupa, lo que tenemos que entender y resolver, es que la mitad de los jóvenes venezolanos se sienten desarraigados y que un país que no es capaz de darles a sus jóvenes, de cualquier estrato social, las razones racionales y emocionales para quedarse en él no puede tener futuro.

Arranco con esta reflexión una serie de artículos sobre la emigración venezolana, en la que compartiré con ustedes datos, análisis e historias, buenas y malas, de porqué la gente se va… y también porqué se queda. Escríbeme tu historia y ayúdame a armar el rompecabezas.

 

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