Opinión Nacional

Carta breve a Marcel Granier

Querido Marcel:

No voy a referirme a lo de RCTV. Es otra simple canallada del militar que para desgracia de todos ocupa la presidencia de nuestro pobre país. Una canallada que, de cumplirse, va a dejar sin empleo a miles de ciudadanos y sin derechos a millones de venezolanos, pero lo que hoy me interesa es la otra canallada del teniente coronel, cuando virtualmente te insultó y te habló desde su nido de odios y resentimientos.

Tú y yo nos conocemos desde siempre. Nacimos primos y el tiempo nos hizo amigos. Admiré siempre a tu padre, el médico, el humanista, el hombre bueno y sabio que dedicó buena parte de su vida a luchar contra las drogas que dañan a los jóvenes y no tan jóvenes. Desde que tengo uso de razón he querido inmensamente a Brigidita, tu madre, mujer admirable y también dueña de una bondad y una entereza admirables. Ambos lograron levantar una familia ejemplar, tal como lo has hecho tú con Dorothy, porque es lógico que los buenos ejemplos cundan en la vida.

Tú y yo ahora somos abuelos, y cuando no estemos, nuestros hijos y nuestros nietos tendrán un recuerdo grato de nosotros. Nunca hemos matado a nadie ni hemos causado la muerte de nadie. Nunca hemos robado. Siempre hemos actuado con rectitud. Y eso es algo que el teniente coronel que habló desde su nido de odios no podrá decir nunca.

Quiero que hagas tuya una frase que usé hace muchos años, cuando un periodista, tan indigno y carente de probidad como el militar que te insultó, me agredió públicamente. La frase es muy sencilla y dice lo que es cierto: El insulto de un rufián es un elogio.

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