Opinión Nacional

Carta de Luis Hartmann a los cadetes venezolanos

ETICA, ETICA MILITAR, Y LIDERAZGO

Estimados Cadetes:

Desde mi pase a retiro, como Mayor de la Fuerza Area Venezolana en 1986, ocupando
el primer puesto del orden de mérito de mi promoción, me he dedicado a realizar
labor de patria mediante la generación de bienestar, puestos de trabajo y divisas
en la actividad privada, laborando en empresas multinacionales, nacionales y
de mi propiedad.

En estas actividades, y en mi vida personal, logré un éxito que al menos a mi
me satisface, y que en buena medida fue posible gracias a la formación moral,
ética y liderazgo que aprendí durante mi gratificante carrera militar. Esto me
demuestra que los valores adquiridos durante el ejercicio castrense son universales,
y un requisito insustituible para transitar triunfantemente nuestra existencia.

El hecho de que a diferencia del comandante en jefe, yo no dispongo de la tarima
para dirigirme a Ustedes en calidad de instructor de ética militar, no significa
que no tenga nada que escribir para aquellos que quieran leerme. No me faltan
los méritos para hacerlo. Al fin de cuentas, la experiencia y resultados concretos
me avalan ampliamente como para opinar con conocimiento de causa sobre estas
materias, y ofrecer en libertad de conciencia, sin la imposición del instructor
militar, la oportunidad de enriquecerse en base a la diversidad de opiniones,
especialmente de aquellas que provienen de fuentes acreditadas.

Me propongo estimados Cadetes, y también jóvenes oficiales, ofrecerles unas reflexiones
para la meditación que les ayude a orientarse en estos turbulentos momentos de
la vida republicana. Ustedes siempre tendrán la responsabilidad de responder
por las decisiones que tomen. Y sobre todo por aquellas que no tomen.

Siendo sobre ética que conversaremos, es necesario puntualizar como primer precepto,
el que nuestra posición frente a los asuntos de esta naturaleza jamas puede ser
ambigua. Menos aún, indiferente. Los militares no somos así.

No puedo permanecer indiferente ante la situación que vive nuestra institución
castrense, a la que tanto debo. Por mas que el comandante en jefe propale la
unidad monolítica de la institución, los hechos son apenas la manifestación de
la existencia de una profunda división que abarca a todos los uniformados y no
uniformados que constituyen la comunidad de Seguridad y Defensa de la Nación
Venezolana. Es necesario pues contribuir a aclarar panoramas.

No se trata, como pretende hacer creer el comandante en jefe de una división
entre revolucionarios y contra revolucionarios. Se trata de algo mucho mas sencillo
pero trascendental que eso.

Estamos divididos entre aquellos que juramos a la patria una sola cosa una sola
vez manteniéndonos fieles a eso, y todos los demás. Una minoría estos últimos,
por cierto, que ahora se empeñan en reivindicar con confusas justificaciones,
e interpretaciones modernas sobre la ética, el deplorable derramamiento de sangre
de jóvenes venezolanos por causa de la falta a su palabra y traición a la confianza
en ellos depositada.

Como se que quienes me leen son también venezolanos ajenos a la comunidad de
Seguridad y Defensa, debo hacer una breve reflexión ilustrativa sobre la naturaleza
del Juramento Militar.

El Juramento Profesional que muchos venezolanos han hecho en las universidades
al optar por el grado académico, es en esencia muy distinto del que hacen los
oficiales al recibir su sable. Sin menoscabo del valor del juramento académico
y su implicación patriótica, ambos juramentos no son comparables. No se juran
exactamente las mismas cosas. No se sienten exactamente las mismas cosas. Lo
se por experiencia propia.

Los Cadetes se someten voluntariamente durante años a una formación doctrinaria,
basada en el sistema de creencias y valores como el honor, la moral y la ética,
para jamas, bajo ninguna circunstancia, quebrantar ese Juramento, que impone
hasta el sacrificio de la vida si es menester. Es tan preciso el texto del juramento
que no admite interpretaciones, ni ambigüedades. Ni hablar de justificaciones
a la traición.

El Juramento Militar constituye desde la antigüedad la piedra angular de la carrera
de las armas. La historia del mundo está plena de anécdotas que ilustran sus
profundas implicaciones. He seleccionado apenas dos que seguidamente narraré:

De Gengis Khan (1162-1267), el conquistador del mas vasto imperio por la humanidad
conocido, se cuenta que durante el asedio a la metrópoli de Kashgar en Turquestan,
un grupo de guardias mercenarios ofreció abrir las defensas de la ciudad durante
una noche de luna nueva, a cambio de una participación del botín. En efecto así
sucedió, y después de la sangrienta toma, los guardias exigieron su tributo,
ante lo cual Gengis Khan ordenó el degollamiento de todos ellos, sentenciando
que «quien traiciona una vez, lo hace dos veces». Esta afirmación se recoge en
la Yassa, ó código de honor de los guerreros mogoles.

Mas recientemente, en 1861, durante el preámbulo de la Guerra de Secesión Norteamericana,
el Estado Mayor del Ejercito en Washington ordenó a los cadetes de la Academia
Militar de West Point la reafirmación del juramento de lealtad a la bandera de
la Unión. Ninguno de los cadetes naturales de los estados confederados aceptó
la imposición, siendo dados de baja para incorporarse como oficiales al Ejercito
del Sur. No había espacio moral para la traición.

Estos ejemplos, mis queridos Cadetes, son elocuentes para explicar el origen
de la división que se profundiza con la pretensión del comandante en jefe de
ignorar los valores, y aun peor por la aspiración de enaltecer y glorificar una
conducta opuesta a la tradición y esencia de la carrera de las armas.

El comandante en jefe tiene cuando mucho la misma autoridad que yo para instruir
sobre ética militar. Me sentiría conforme si su actuación se limitase a lo mismo
que yo hago ahora. Escribir sobre ello, pero aprovecharse de la majestad de la
investidura para abusar de ella e imponer su ética es inaceptable. Eso también
tiene que ver con la ética.

No dejaremos de lado el tema del liderazgo. Se requiere mucho mas que la habilidad
de enardecer multitudes a base de arengas repetitivas y verdades a medias, subrogándose
inspiraciones ajenas al momento histórico o adjudicándose el monopolio del patriotismo.

Este comandante no es mas patriota que yo. Ni que ninguno de Ustedes.

Recuerdo en 1971, la inauguración de la primera estatua de Simón Bolívar en el
Parque del Oeste de Madrid, cuando siendo cadete de segundo año desfilé junto
a representaciones de los 5 países Bolivarianos en esa ciudad. Hasta ese momento
El Libertador era considerado como un traidor a ese país, principalmente por
el tristemente célebre Decreto de Guerra a Muerte, con el que Españoles y Canarios
fueron condenados a muerte aun siendo indiferentes…Los años sirvieron para demostrar
el amor que el Padre de la Patria sentía por los Venezolanos. No podía él permitir
que la confusión propia de esa época arrastrase a la muerte a aquellos compatriotas
que por engaño o ignorancia se opusiesen a la causa de Republicana.

Este pseudo Bolivariano no dudó en arrastrar a nuestros soldados a un estéril
enfrentamiento entre hermanos. Para colmo pretende justificar su acción fratricida
sobre el argumento de que otros comandantes también lo hicieron. Como puede ser
este líder mejor que los que lo antecedieron en el mismo pecado?. Mis queridos
cadetes: no escuchen tanto al que habla. Fíjense en lo que hace.

Confieso que en una oportunidad me sentí entusiasmado con la perspectiva de un
liderazgo capaz de aglutinar el increíble poder creador y realizador latente
en nuestra patria. Un liderazgo con la habilidad para llevarla al lugar que se
merece. Este comandante lo tenia todo a su disposición para lograrlo. En muchos
Venezolanos encontraría brillantes y resueltos colaboradores para esta noble
tarea. Sin embargo el tiempo ha sido elocuente en demostrar la incapacidad de
este líder. Las deserciones de las mentes mas capaces que alguna vez le acompañaron
son el síntoma de esta ineptitud. Solo ha sido capaz de rodearse de una caterva
de mediocres que lejos de favorecer a la nación, le han causado daños irreparables,
sin que nadie responda. Señores Cadetes: es que por alguna circunstancia el fracaso
de la Megaelección no es el mas reciente lapidario ejemplo demostrativo. Quien
dirige todo esto?

Que logro puede mostrar este comandante dentro del seno de las institución que
no sea el surgimiento de fracturas, y la aparición de vergonzosos aduladores,
que sin ningún asomo de pudor exponen públicamente su bajeza en los sagrados
escenarios de nuestra patria, en presencia de Ustedes señores cadetes? Excepto
por vibrar al verles redoblar paso no saben que tristeza sentí el pasado 5 de
Julio.

Actuar con acierto es otra condición inherente al liderazgo. La escogencia de
Fidel Castro como modelo de admiración por parte de este comandante en jefe,
no puede menos que ser repugnante para todos Venezolanos que vivimos la época
en que este asesino agredió desde Cuba militarmente a nuestra amada patria. Por
su actuación murieron nuestros hombres. Y ahora somos amiguitos.

La nueva historia de Venezuela, actualmente en edición de los textos escolares
para nuestros hijos simplemente pretende enterrar en el olvido esta ignominia.

Como puede un oficial venezolano comulgar con esta actitud?
«Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella, y la haremos que nos obedezca….El
autor de esta frase la declaró justo después del terremoto de Caracas en 1812.

Este líder la parafraseó justo antes de la tragedia del Estado Vargas . Que desacierto.

La suerte de este líder está decidida. Se irá por la misma vía que llegó, sin
gloria y con mucha pena, en el menor tiempo legalmente previsible. Su incapacidad
e ineptitud continuarán desenmascarándolo. No olvidemos que por la vía electoral,
los Venezolanos elegimos dos veces al Sr. Rafael Caldera y al Sr. Carlos Andrés
Pérez. Nuestro pueblo se toma su tiempo para darse cuenta de las cosas, pero
lo hace.

Lo importante es que durante ese tiempo Ustedes mis queridos cadetes disfruten,
como yo lo hice de mi vida en la escuela, y no se confundan, ni se dejen encandilar
por oportunistas, tergiversadores de los valores absolutos y aduladores aunque
ostenten jerarquías relevantes, los que ahora florecen en todas las esferas del
acontecer nacional.

En las escuelas militares los hombres nos conocemos verdaderamente unos a otros:
estudiamos juntos, hacemos deporte juntos, pagamos castigos juntos, dormimos
y hasta nos bañamos juntos. Nadie engaña a nadie. En los momentos de duda no
vacilen en regresar a las meditaciones buscando inspiración en la lectura del
texto de su Juramento Militar. Este no admite interpretaciones. Es claro. Es
nuestro credo. Ningún comandante puede invocarlo en defensa de su causa personal
y demandar su obediencia. Ustedes saben que se la deben solo a la Patria.

La Patria a secas.

Con mi respeto y admiración
Luis Hartmann

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