Opinión Nacional

Carta pública a Rafael Arráiz Lucca

Señor doctor
Rafael Arráiz Lucca
Presente

Estimado amigo:

Leí, con gran interés, su artículo del domingo 11 de noviembre de 2007, publicado en El Nacional. Usted lo titula «Hechos extraños». Está usted equivocado. No son hechos extraños, son sencillamente circunstancias que ocurren como consecuencia del compañerismo militar. Eso es justamente lo que se conoce como espíritu de cuerpo. Hugo Chávez había incumplido sus deberes militares, se encontraba derrotado, pero seguía siendo un oficial de las Fuerzas Armadas. Además, Hugo Chávez había depuesto sus armas confiando en mi palabra de honor. Me había comprometido a tratarlo con la consideración y respeto que le correspondía a su grado militar. No debe tampoco sorprenderle que el general Santeliz lo haya conducido a despedirse de sus tropas que no se encontraban en La Planicie. Así lo señala la Ética Militar. Este hecho podía obviarse, sin lugar a dudas, enviado al segundo comandante de esa unidad, pero hacerlo no es criticable. Conservar las armas después de rendirse, también tiene que ver con el honor militar. Si ese tiempo, como lo afirma Fernán Altuve, fue utilizado para planificar la intervención en televisión es una falta del general Santeliz al deber militar que no debió haber ocurrido. Esa versión yo nunca la he creído.

MI decisión de autorizar la presentación en vivo de Hugo Chávez se debió a un problema de orden militar. Se encontraba enfrentado un escuadrón de F-16 con una unidad de tanques AMX-30 en los alrededores de la base aérea “Libertador». Permitir que se iniciaran, de nuevo, los combates era un asunto muy delicado que podía complicar la situación militar y debilitar aún más la estabilidad del gobierno nacional. Los combates que surgen durante una insurrección militar tienen un ingrediente psicológico que exige ser tomado muy en cuenta. No se enfrentan en el combate unidades enemigas, sino compañeros de armas, amigos de toda la vida y a veces hasta familiares. La posibilidad existente, al iniciarse los combates, de que muchos oficiales piensen en cambiar de bando es más que normal. Recuerde el 18 de Octubre de 1945. Varios pelotones que salieron del Grupo de Caballería Plaza, leal al presidente Isaías Medina Angarita, se pasaron a los insurrectos al ser enviados a atacar la Academia Militar.

La invitación que le hice a almorzar a Hugo Chávez fue un gesto de caballerosidad entre un superior y un subalterno, con quien por muchos años había mantenido vinculaciones militares. Hugo Chávez, en ese momento, no era mi enemigo, era un oficial que se encontraba en desgracia, pero seguía siendo mi compañero de armas. Hugo Chávez no almorzó sólo conmigo, sino con varios oficiales generales y almirantes. Allí se le hizo ver, con la severidad del caso, el grave error cometido y su responsabilidad en el asesinato de los jóvenes que habían muerto el 4 de Febrero. Estas actitudes no son criticables, lo que indica es una trascendente actitud de respeto a principios fundamentales de la Ética Militar, por parte de las fuerzas leales al gobierno constitucional. Un buen ejemplo para entender la conducta del militar profesional la dio Antonio José de Sucre después de la batalla de Ayacucho. Los oficiales realistas que se rindieron ese día conservaron sus armas, y libremente decidieron, algunos regresar a España, y los más trasladarse a la Plaza de El Callao, bajo control del Ejército español, para continuar la guerra.

Lo que si es criticable es la manera como Hugo Chávez ha tratado a muchos de sus compañeros de armas. Sin ningún respeto a su condición de oficiales de las Fuerzas Armadas los ha vejado de una manera inaceptable, irrespetando todos los principios de la Ética Militar. Un buen ejemplo es el caso doloroso del general de brigada Francisco Uzón Ramírez. De manera totalmente injusta se le condenó a varios años de cárcel sólo por haber opinado asuntos sin trascendencia militar en un programa de televisión. Todos los oficiales de las Fuerzas Armadas sabemos que esa sentencia sólo oculta una venganza de Hugo Chávez por la actitud que tomó el general Uzón, el 11 de abril de 2002, siendo su ministro de Hacienda. En mi caso tengo la conciencia tranquila. Pude cometer errores el 4 de Febrero, pero siempre fueron de buena fe y con la única intención de defender al gobierno constitucional.. Ese no es el caso de Hugo Chávez. Difícilmente puede dormir de noche. Con razón dicen que es noctámbulo…

Le ratifico, mi estimado amigo, la admiración que siempre he tenido por usted.

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