Chacumbele

Lo que vivimos hoy es tan sólo la construcción de lo que hemos realizado; hemos construido ciudades sin ciudadanos y una moral con un doble lenguaje desarticulado, producto de la más fiel hipocresía consumista. Para amar no se puede amar por pedazos, se ama la totalidad del ser, igual sucede con Venezuela: nadie posee o tiene el monopolio de ella. Se puede ser de derecha o izquierda, la única condición que debe prevalecer es la de ser venezolano, cuestión que un grupúsculo de los partidos enfrentados no saben, no reconocen o simplemente les da igual ya que no poseen ni la remota idea de lo que es la conciencia cívica.

Esta violencia que nos sofoca es tan sólo una respuesta a la propia violencia. No es de extrañar que el mal manejo de la frustración producto de una política que se ha basado en el engaño y de generar falsas expectativas concluyera en lo que hasta ahora hemos vivido. Muchos piensan que al perder Capriles, se les ha negado su futuro ya que se les vendió la idea que el lunes quince amaneceríamos con los anaqueles de los mercados llenos, con los hospitales equipados, las calles sin huecos y con semáforos nuevos y que el hampa se reduciría a sus guetos y eso no es así. La política no es una pastilla para bajar fiebre, la política es una herramienta para sanar a las sociedades enfermas y fuente de creación de conciencia, logros en el trabajo y respeto sobre todo a los otros.

Hay una escalada estratégica y unos puntos tácticos que se han venido cumpliendo, las victimas se ven como victimarios y los victimarios se trasforman en victimas. El que ha planificado esta estrategia sabe muy bien que el gobierno navega en un mundo de contradicciones ya que es lógico que suceda así, porque es muy poco tiempo para que se agrupen las tendencias internas; luego de la desaparición de un líder como Chávez.

La estrategia está muy bien diseñada, busca causar el mayor daño gastando la menor energía y haciendo que sucedan hechos como los de la AN, donde su presidente ha actuado mas por emoción que por razón ayudando a victimizar precisamente lo que buscan ser víctimas.

Estamos en el ojo del huracán con aparente calma, hasta que el propio gobierno se autodestruya. La segunda fase deberá empezar por los Estados que para ellos quedaron más débiles, y así convertir a esta revolución en un Chacumbele.–