Opinión Nacional

Chávez embauca a Venezuela

La victoria de Hugo Chávez en el referéndum de 15 de febrero, que le permitiría gobernar como Presidente de Venezuela durante tantos lapsos de seis años como sea elegido, es notable por varias razones:

• El voto «Sí» a favor de la reforma constitucional para la eliminación de los límites a la reelección presidencial superó al voto «no» por casi el mismo porcentaje que obtuvieron el oficialismo y la oposición durante las elecciones regionales del 23 de noviembre.

• La votación del domingo 15 pone de manifiesto un margen decreciente entre las fuerzas chavistas y la oposición; la diferencia que se situó originalmente en casi el 17 por ciento en 1998 y subió a casi el 26 por ciento en 2006, cayó a poco más de ocho por ciento el 15 de febrero.

• Un porcentaje excepcionalmente alto de votantes inscritos, equivalente al 70 por ciento, acudió a votar, para un total aproximado de seis millones de votos Sí y cinco millones de votos No [el mayor número de votos emitidos por la oposición en las 15 elecciones realizadas durante los 10 años desde que Chávez fue elegido por primera vez].

• La elección siguió a meses de preparativos gubernamentales, entre ellos: la adición de cientos de nuevos lugares de votación, lo que hizo imposible para los testigos de la oposición cubrir la totalidad de los sitios de votación; el uso de boletas de papel en muchos de los nuevos sitios no automatizados, lo que hace presumir la facilidad de disponer de un número importante de votos; el empadronamiento de miles de extranjeros e inmigrantes ilegales, después de darles el codiciado visado de residencia y las tarjetas de identificación; el haber impedido el registro de miles de ciudadanos de 18 años de edad para ejercer por primera vez su derecho al voto; las presiones a los millones de empleados públicos para que votasen a favor de la propuesta y garantizasen así la permanencia en sus empleos y la continuidad de sus beneficios; el gasto de miles de millones en fondos públicos para publicidad, manifestaciones y programas de «recompensa» a los votantes.

En fin de cuentas: aunque el Presidente Chávez haya ganado, su victoria ha estado fatídicamente ensombrecida y muy posiblemente garantizada por lo que los expertos electorales han dado en llamar un fraude continuado. Dicho esto, lo que queda en claro es que aproximadamente el 50 por ciento del electorado venezolano ha sido engatusado para autorizar democráticamente la posibilidad de una dictadura.

Las razones para ello son dos: Hugo Chávez y sus opositores.

El presidente de Venezuela ha realizado la proeza de mantener un grado de popularidad de aproximadamente un 50 por ciento, a pesar del rechazo popular a muchas de las políticas de su gobierno. Si bien los programas que van desde las nacionalizaciones de empresas privadas hasta la financiación de regímenes simpatizantes como Argentina, Bolivia, Honduras y Nicaragua tienen un rechazo de casi el 80 por ciento de los venezolanos, el mercurial y carismático líder ha logrado mantener el apoyo de la mitad de la población.

En cuanto a la oposición, ésta sigue debatiéndose en medio de un gran desorden, en donde una de las pocas partes brillantes ha sido el notable éxito de la participación de los estudiantes para tratar de salvar la elección. De hecho, el nivel récord de votación del No pone en evidencia la supremacía y profundidad de la consternación popular, por encima de las múltiples deficiencias de la oposición, entre las cuales podemos mencionar:

• La inexistencia de una plataforma política común que enuncie un plan concreto y positivo para Venezuela.

• En le mejor de los casos, una muy limitada comunicación entre los diferentes grupos de la oposición – estudiantes, militares retirados, intelectuales, empresarios privados y políticos.

• La ausencia de un líder – activo o no – con la estatura necesaria para competir por el beneplácito y apoyo populares en contra de Hugo Chávez.

• La ausencia de una campaña activa dirigida a poner de relieve los errores del Presidente y ofrecer las respectivas contra-propuestas de la oposición, por ahora inexistentes.

En el curso de ésta y anteriores elecciones, lo que ha existido hasta ahora es una serie de actividades con grandes fallas -cuando no ausencia total- de coordinación, a veces competitivas unas con otras. De hecho, el énfasis que ponen los actores de la oposición durante los eventos electorales sirve para subrayar la casi total falta de trabajo de desarrollo y maduración entre una elección y otra, tan vitales para ganarlas.

Durante demasiado tiempo la actitud de muchas de las personas que se oponen fervientemente a Hugo Chávez y sus políticas ha sido la de «Esperemos a las elecciones legislativas del 2010», seguido por “cuando la oposición gane un número significativo de puestos en la Asamblea Nacional, tendremos la base para derrotar a Chávez en las elecciones presidenciales del 2012 «.

Lamentablemente, esta actitud no tiene en cuenta dos factores fundamentales. En primer lugar, cualquiera que sean las probabilidades de la oposición para el 2010 y 2012 no serán suficientes para obtener una victoria, a menos que los opositores a Chávez se unan y emprendan de manera firme y coherente las acciones anteriormente señaladas.

En segundo lugar, el Presidente y sus aliados – nacionales y extranjeros – están haciendo todo lo posible para reforzar su control sobre cada palanca de poder, el cual se hace más fuerte día a día.

Para muestra, tomemos en consideración la reacción chavista a la pérdida de la Alcaldía Mayor de Caracas en noviembre pasado.

A pocas horas de la elección, el gobierno de Chávez colocó varios organismos claves de la ciudad -incluida la policía- bajo el control del gobierno central, mientras grupos armados irregulares ocupaban la alcaldía y tres edificios del gobierno de la ciudad. Innumerables registros y archivos fueron retirados o destruidos, mientras que algunos vehículos, mobiliario y equipos simplemente desaparecieron. Los edificios fueron objeto de actos de vandalismo y hasta el presente siguen siendo ocupados por grupos pro-gobierno, lo que ha impedido retomar su control y reparación por parte de las nuevas autoridades.

¿Y donde deja todo esto al recientemente electo alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma? Sentado en un espacio de oficinas alquiladas, emitiendo proclamas con un impacto limitado, por decir lo menos. Con algunas variantes, el mismo tema del flagrante obstruccionismo chavista se ha producido y continúa produciéndose en los estados Miranda y Táchira, donde fueron elegidos gobernadores de oposición.

En definitiva, Hugo Chávez comienza a desdibujar progresivamente el carácter de un gobierno democrático para presentar el perfil y los programas de una autocracia fascistoide. Mientras trata de vender por un lado las ventajas de la democracia, practica al mismo tiempo una mezcla del Juan Domingo Perón de Argentina y del Benito Mussolini de Italia, tanto en casa como regionalmente.

Es muy probable que el gobierno de Chávez esté gastando incalculables millones para tratar de elegir al candidato ultra izquierdista del FMLN en El Salvador en las elecciones presidenciales de marzo próximo. En toda la región, ha contribuido claramente al éxito de la subversión de los procesos democráticos en la Argentina, Bolivia, Ecuador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, con la excepción del Perú.

El casi total abandono puesto de manifiesto por los Estados Unidos y el resto de la comunidad internacional a la progresiva subversión de la democracia en Venezuela y América Latina es puesto de relieve por el ominoso y claro mensaje preelectoral de Fidel Castro, cuando escribió recientemente: “Nuestro futuro es inseparable de lo que ocurra el próximo domingo cuando se inicie el día de la aprobación de la Enmienda Constitucional. No existe otra alternativa que la victoria. El destino de los pueblos de «Nuestra América» dependerá mucho de esa victoria y será un hecho que influirá en el resto del planeta.”
La situación económica de Venezuela se deteriora progresivamente y sería de esperar que ello cause una mayor erosión en la popularidad del presidente Chávez. Sin embargo, a menos que la oposición venezolana emprenda acciones de cohesión consistentes, es posible imaginar a Hugo Chávez emular la longevidad de Castro en Venezuela y en una región que cada vez se mira con más embeleso en el espejo de la despótica y desaliñada Cuba.

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