Opinión Nacional

Chávez por capítulos

Quizá al principio el hombre no sabía muy bien hacia dónde iba. Llegaba al gobierno medio perdido, rodeado de un sinnúmero de intereses, la mayoría de ellos contrapuestos. Más de uno pretendía que lo iba a manejar a su antojo. Otros, más cándidos, veían en él a un Presidente más. Más de lo mismo, pues. Nada que temer.

Recuerdo haberme encontrado con un presidente de banco que lo acompañó en una de sus giras a Asia. «No, chico, el tipo es una maravilla… agradable, echador de vaina, tú sabes, como somos los venezolanos… eso sí, con nuevas ganas, nuevas ideas, nada parecido a lo viejo….». Qué decir sino que hoy es uno de los amenazados. Por varios flancos. Ya no goza de los favores. Se acabaron los viajecitos con el Presidente. Cómo debe añorar «lo viejo»…
También recuerdo la parejita de periodistas. Cuántos comentarios favorables hacia Chávez. Al fin llegaba algo distinto a AD y Copei. Yo, sin dejar de sentirme un tanto en el papel del desubicado, les expresaba mi preocupación y mi seguridad en cuanto a que esto no iba a ir por buen camino. «Despreocúpate», me dijeron. Hoy ambos están en la oposición. Y en qué nivel de oposición! Entre otras cosas, les ha tocado experimentar su dosis de persecusión gubernamental.

No creo que a estas alturas alguien dude del rumbo que lleva la revolución de Chávez. Lo que ha denominado «Socialismo del Siglo XXI» no es sino un eufemismo para decir Comunismo. Lo que pasa es que Comunismo espanta, y el momento no es, aún, de espantar.

Chávez va por fases. En su lógica tiene razón. Para qué andar revolviendo lo que «por ahora» no hay que revolver. Chávez asegura respeto a la propiedad privada. Eso sí, «dentro de la ley y la justicia social y la soberanía popular». Bueno, así cualquiera que se olvide de propiedad privada. Esa discrecional «justicia social y soberanía popular» permiten todo, absolutamente todo, a quien tenga el poder circunstancial.

Esta fase es la de las tierras. Al fin y al cabo, la revolución cubana es un buen ejemplo de por donde darle duro al concepto revolucionario. La confiscación de tierras y su redistribución son herramientas muy eficientes para darle contenido al proceso que se lleva adelante.

El caso de La Marqueseña es muy representativo de las formas y maneras con las cuales el asunto se manejará. No importa títulos, no importan leyes, no importan razones. Importa la decisión revolucionaria y la justicia social. En este caso, además, Chávez a su manera reedita en una propiedad supuestamente de sus antepasados, el episodio incendiario de Fidel Castro con la plantación de la finca familiar en Birán. Para no quedarse detrás del jefe y maestro, pues.

¿Se quedará eso allí? No, ni hablar. Luego vendrán otras áreas, que no deben ser subvertidas en esta fase, en esta entrega. No todavía. El tema global sobre propiedad privada en Venezuela ya está en entredicho. Y además ya ha anunciado lo que viene en el futuro: un concepto de propiedad privada más amplio (lo llaman «más amplio» cuando en realidad será sustitutivo) que podrá ser algo como propiedad comunitaria. De aquí al comunismo no hay sino centímetros.

La fórmula por entregas permite que no se ponga en riesgo algo indispensable, a nivel nacional pero en especial, a nivel internacional: la legitimidad del régimen y sus acciones. Un gobierno ampliamente democrático y respetuoso del Estado de Derecho. Ni hablar del aprovechamiento de los errores que pudieran cometer por – lógica – desesperación los grupos opositores en cada una de las fases.

Los próximos capítulos están cantados. En plazos no necesariamente inmediatos sino prudenciales. Pueden pasar algunos años, incluso. Vendrían los bancos (¿qué más justicia social que quitarle los bancos a esos banqueros que se han enriquecido a costa de los pobres venezolanos?), los grandes consorcios y empresas nacionales, las grandes industrias, las grandes cadenas comerciales, aquellas internacionales que sean molestosas o que signifiquen algún riesgo para la revolución, y de allí todas aquellas empresas que no sean cooperativas o estén en plena cogestión. De allí al asalto de la propiedad privada de cada ciudadano, no hay más que un paso.

Si sólo fuera socialismo lo que nos promete Chávez, no habría tanto problema. Al fin y al cabo, los 40 años de democracia los vivimos entre controles de precio, garantías económicas suspendidas, controles de cambio, imposición de salarios mínimos, empresas comerciales e industrias «básicas» de todo tipo en poder del Estado, leyes anti-empresa privada, regulaciones a montones, limitaciones a la libertad económica…. En fin, un paquetico muy parecido al socialismo.

Pero lo que viene es bien distinto. Quien dude sobre el rumbo del gobierno de Chávez, no conoce el momento que vivimos o no vive aquí.

El del estribo…La distancia que nos separaba en cuanto a ideas políticas se refiere era del cielo a la tierra. Pero eso nunca fue obstáculo para que entre Moisés Moleiro y yo no se diera una amistad franca y cordial. Una inteligencia política de primer orden, una memoria prodigiosa, una honestidad a toda prueba, su fino humor y una ironía lo suficientemente punzante como para compadecer a quién iba dirigida, distinguían a Moisés. Esta semana lo recordamos gracias a un merecido homenaje que muchos de sus allegados le hicieron. No se vislumbra en esta revolución chavista ni la cuarta parte de un Moisés Moleiro.

Estribo 2… Medio en serio medio en broma, le comentaba estos días a un amigo que si el lunes 19 de Septiembre amanecía la Onidex procesando eficientemente pasaportes por Internet, yo me convertía a chavista. Claro, hay que admitirlo, jugaba yo demasiado a mi favor, porque era de suponer que este gobierno iba a ser incapaz de hacer algo tan común tecnológicamente hoy en día. No sólo por los ineptos con los cuales mal cuentan, sino por la maravillosa tecnología cubana aplicada. Y todavía algunos en la oposición andan por ahí hablando de las trampas «tecnológicas» del CNE y de la data desviada a centros de computación clandestinos….. Por favor….

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