Opinión Nacional

Chávez, ¿por qué persigues a los católicos?

Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Con esta expresión se inició una de las más famosas y bellas conversiones en el mundo, dando paso a uno de los evangelizadores más importantes del cristianismo: el Apóstol San Pablo. No obstante, para entender el contenido profundo de este mensaje, es necesario tener una aproximación de la palabra “perseguir” y su aplicación en la realidad de Venezuela. Ello redundará en una mayor claridad ante la postura del presidente Hugo Chávez, sus actuaciones en desmedro de la Iglesia Católica y la manipulación que hace de las creencias de buena parte de sus seguidores, pretendiendo emparentar su proyecto sociopolítico enmarcado dentro de una variedad de pensamientos de por sí contradictorios como la doctrina marxista, con las enseñanzas de Jesucristo.

Según la tercera acepción del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, citado en la Biblioteca Encarta, perseguir significa “molestar, conseguir que alguien sufra o padezca procurando hacerle el mayor daño posible”. Por su parte, la Enciclopedia Católica dice que: “La persecución puede definirse en términos generales como la coerción ilegal de la libertad de otro o su castigo ilegal, ya que no todo castigo puede ser tomado como persecución”. (Disponible on line: http://www.enciclopediacatolica.com/p/persecucion.htm).

El hecho de fondo revela que desde el apedreamiento de Esteban, citado en el capítulo 7 del libro Los hechos de los Apóstoles, unas pocas semanas después de la fiesta de Pentecostés hasta ahora, alrededor de cuarenta millones de creyentes han sido perseguidos y han tenido que entregar su vida por la única razón de ser cristianos. Este es un número aterrador del cual solamente el siglo pasado fue responsable de casi 30 millones de mártires. Porque el martirio regularmente es la consecuencia de la persecución religiosa.

Entre otras razones que conducen a estos martirios padecidos por los seguidores de Cristo, algunos estudiosos encuentran las siguientes: A) En la actualidad existen más cristianos que nunca antes en el mundo. B) Poderosas ideologías anticristianas o antirreligiosas han organizado una persecución sistemática contra los cristianos, independientemente de que éstas sean católicas, protestantes o de otra tendencia. C) En algunas regiones el cristianismo ha sido identificado con la cultura y la política occidental, y se utiliza la persecución como una venganza. D) Los países occidentales secularizados no defienden ni protegen a los cristianos como lo hacían en el pasado.

Pudiera decirse que en razón de ello, recientemente el Papa Benedicto XVI, durante una de las audiencias celebradas en la Plaza de San Pedro, afirmó que “perseguir a la Iglesia es como perseguir a Cristo”. En esa jornada de catequesis, las palabras del Santo Padre se complementaban a la luz del testimonio de conversión del apóstol San Pablo. Pero estas enseñanzas también se dieron a la par de que los fieles católicos y cristianos en Venezuela, nuevamente escuchaban atónitos las expresiones contradictorias por parte del presidente Hugo Chávez, quien en el marco de los actos de asunción de su nuevo período de gobierno, atacaba ferozmente a los pastores de la Iglesia Católica. Mientras los conminaba a leerse los libros del socialismo, es decir a Marx, Engels, Lenin y sus allegados, al mismo tiempo señalaban que Jesucristo “fue el primer socialista de la historia”. Por ello triangulando con las enseñanzas del Santo Padre, la verborrea medio atea o medio creyente de Chávez, y la experiencia de San Pablo, es bueno concretar una aproximación única en este análisis: jamás tendrá éxito el poderoso que persigue a los cristianos. Veamos.

El incansable perseguidor de aquellos hombres que formaban parte de la primera comunidad cristiana, vale decir de la Iglesia primitiva, infructuosamente intentó acabar con los creyentes que “se reunían en el Templo con entusiasmo, partían el pan en sus casas y compartían con alegría y con gran sencillez de corazón”. Las cosas le salieron al revés a Saulo, y Dios le tenía guardada una gran sorpresa.

Pues bien, el libro de los Hechos de los Apóstoles refiere en el capítulo 8 que Saulo “trataba de destruir a la Iglesia. Entraba casa por casa, hacía salir a los hombres y mujeres y los metía en la cárcel”. Más adelante, después de la lapidación del apóstol Esteban, el capítulo 9 señala que Saulo “no desistía de su rabia proyectando violencias y muerte contra los discípulos del Señor”. Sin embargo, a pesar de estos intentos por silenciar a los cristianos, los apóstoles continuaban con su prédica para expandir la buena noticia del Reino de los Cielos en distintas poblaciones, acercando más personas al Camino y a la Palabra de Jesucristo. Los cristianos no tenían temor a pesar de las amenazas, cárceles, torturas y muertes propinadas por los poderosos de turno.

Refiere el citado capítulo de los Hechos de los Apóstoles que un sumo sacerdote se le acercó a Saulo con el fin de pedirle que detuviera a unos seguidores de Cristo y los llevara desde Damasco presos hasta Jerusalén. Como se sabe los discípulos de Jesucristo estaba predicando la Buena Nueva del Reino. Pero resulta que mientras el perseguidor iba de camino a Damasco, “le envolvió de repente una luz que venía del cielo. Cayó al suelo y oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Preguntó él: ¿Quién eres tú, Señor? Y él respondió: Yo soy Jesús a quien tú persigues”.

En Venezuela, desde la instauración del primer gobierno del presidente Hugo Chávez, con frecuencia de su boca se escuchan expresiones de amenazas, repudio y rechazo hacia las autoridades de la Iglesia Católica. Son cuestionamientos sin base que llevan implícitas ideas de desprestigio hacia una de las instituciones de más alta credibilidad en el país. Hasta se ha atrevido a darles indicaciones de cómo debe ser la actuación de los sacerdotes en cuanto hombres de Dios, como si éstos cristianos deben suprimir su condición humana y ausentarse de la realidad en que viven.

Las ofensivas palabras del Presidente cada vez se tornan en agresiones concretas contra los templos y en no pocos casos contra los mismos sacerdotes. Regularmente cuando un sacerdote o líder laico cuestiona una actuación del Gobierno, éste se enciende en cólera en contra de la institución y le asocia con los supuestos responsables de las desgracias de la población, al considerarlos defensores del sistema bipartidista (adeco – copeyano), sobre el que según el análisis sociopolítico de su régimen, recae la responsabilidad de los males que agobian al país, aunque tal estimación no considera los ocho años de ejercicio del poder chavista como una continuidad y consecuencia de aquellos.

Pero otra intención oculta dentro de la actuación de este régimen contra la Iglesia venezolana, descubre el deseo de secuestrar y distorsionar el verdadero contenido del mensaje de Jesucristo para ponerlo a su servicio. Es como si la denominada “revolución bolivariana” pretendiera incorporar a su merengada ideológica, elementos doctrinarios y manifestaciones propias del cristianismo para reforzarse ante sus seguidores, haciéndoles creer que el indefinido “Socialismo del Siglo XXI” también tienes raíces de origen mesiánico, es decir, cuenta con la “bendición de Dios” y con al aprobación de Cristo.

Nada más alejado de la verdad en cuanto a los objetivos del gobierno chavista, porque con este intento de confusión simplemente lo que hacen es ocultar los desmanes y atropellos que se cometen en contra de la dignidad de los venezolanos, incluidos sus seguidores, a quienes en la práctica simplemente consideran seres sin dignidad. Los pobres son para este tipo de régimen un grupo social del cual sólo hay que servirse para mantenerse en el poder. A los menesterosos hay que servirles las migajas de la riqueza petrolera, para mantenerlos leales y contentos. Esta es una distorsión del poder ante lo cual la Iglesia Católica no se ha quedado en silencio en ninguna parte del mundo.

Los Obispos venezolanos tampoco han guardado silencio ante el ataque contra el sistema democrático, la libertad de expresión, el derecho de informar y estar informado del cual debe gozar la población. No se ha quedado tranquila ante la pretensión de acabar el derecho a la propiedad privada. No se ha quedado muda ante la pretensión de desviar el derecho a la educación con un sentido laicista en la cual sean los padres quienes decidan dónde y qué estudiar sus hijos, en contraposición con el deseo de imponer un sistema educativo adoctrinador y unívoco por parte del chavismo.

De allí que los ataques de Chávez contra la Iglesia Católica, en el fondo constituyen una persecución a la libertad religiosa. Es una vil manera de darle continuidad a ese grupo de emperadores, tiranos, reyes y dictadores que intentaron silenciar y borrar de la faz de la tierra a los cristianos durante toda la historia humana. Hoy lo hace con la Iglesia católica, mañana lo hará contra los demás grupos cristianos y otras manifestaciones de fe.

La Iglesia Católica siempre ha sufrido la pretensión de ser aniquilada por tendencias religiosas y políticas que se sienten cuestionadas por las creencias y fortalezas del cristianismo. La persecución religiosa en contra de los católicos siempre ha sido una realidad. Pero ni “los poderes del infierno prevalecerán contra ella», dice Jesucristo. Es decir, la permanencia de la Iglesia Católica como parte de la historia del mundo pasado, actual y futuro, es un hecho y una gracia que se ha dado por parte de Dios Padre.

Finalmente, aunque la conversión de Saulo llevó a éste hacia el buen camino, parece imposible, que quien ahora Gobierna en Venezuela aún persistiendo en su deseo de acabar con la Iglesia Católica, no encuentre su camino de Damasco. No obstante, sí es posible que llegue a sucumbir mucho antes que ésta, cuando llegue a preguntarse: ¿Chávez, por qué persigues a los católicos? Seguramente de la respuesta que Dios le tiene reservada, no se escapará.

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