Opinión Nacional

¡Chávez salva el mundial!

Eran las ocho de la mañana y había el acostumbrado grupito vestido de rojo frente a Miraflores, como siempre andaban protestando, que si las viviendas, que si los damnificados, que si el empleo y todo eso que se la pasa reclamando el soberano revolucionario.

De pronto en otra cuadra apareció otro grupo que andaba muy “caliente”, pero no con los que tienen engañado al comandante, sino con los árbitros del Mundial de Fútbol, Alemania 2006.

-En esta revolución somos tan protagonistas que reclamamos los que nos de la gana-, decían algunos muy alterados, mientras eran vigilados por la Guardia Nacional.

La protesta era contra los árbitros del Mundial, y como era tan particular y de variopinta presencia, muchos creyeron que eran los escuálidos que querían tomar Miraflores, entonces los compatriotas en el Palacio, llamaban desesperados a la comandante Ron y a los de la reserva. Los activistas rebatieron a las pretensiones represivas de los amantes del pueblo, con un contundente:

-¡No disparen que también somos chavistas!.

Para eso tuvieron que despojarse de toda la indumentaria futbolística que cargaban y conformarse con la franelita roja. Un alto jerarca de las huestes militares patrióticas se les acercó con mucho cuidado y les dijo que se retiraran, porque no había donaciones, ni viviendas, ni se podía recolectar basura, ni se podían hacer nuevas instalaciones eléctricas, ni había nuevos refugios y ni bolsas de comida.

-Pero camarada si no hemos venido a reclamar nada de eso porque vivimos felices con esta revolución, hemos venido a hacer una petición al comandante-, dijo uno de los manifestantes al militar y este les replicó:

-Es que tampoco se pueden hacer peticiones-.

El grupo de manifestantes se incomodó y uno de ellos vestido como el Ché se le alzó al militar:

-Mire, ponga mucho cuidado, nosotros somos pueblos y somos los que mandamos y venimos aquí a pedir lo que queremos, el asunto es que estamos cansados que en los juegos de fútbol del Mundial Alemania 2006, los árbitros se equivocan a cada rato y los equipos a los que vamos salen perdiendo siempre-.

-Pero ¿Qué tiene que ver el comandante con todo eso?- respondió el guardia; uno de ellos gritó desde el fondo:

-¡Esos grandes carajos segurito son de la CIA!-.

El joven vestido de Ché siguió relatando:

-Mire queremos, porque somos los protagonistas, que le diga al comandante que salve el Mundial, nosotros tenemos toda le fe en él y sabemos que es el único que puede salvar al mundo de la garra imperialista de los árbitros-

-Caramba camarada no me explico como el comandante puede ayudarlos en ese sentido- insistió el guardia.

Detrás del grupo salió un señor canosito, con una carpeta amarilla entre las manos y dijo:

-Yo si sé y no se me haga el loco, me comprometo a coordinar las operaciones de vista que están haciendo en Cuba, para que incluyamos a todos los árbitros del Mundial, nuestra Misión Milagro puede salvar al mundo de esas manipulaciones del Imperio y nuestro comandante es el único que los puede derrotar-.

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