Opinión Nacional

Chávez vs Chávez

La capacidad de asombro se agota. Basta recordar el sin número de declaraciones de conspicuos personajes del oficialismo, para percibir el bodrio de gobierno que tenemos.

A setenta y seis meses de ejercicio del poder, viene el Jefe del Estado, Presidente de la República, Jefe de Gobierno y Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional, jefe del partido y jefe de los partidos de la alianza gobiernera, a decirnos que “la ineficiencia y la corrupción” son el lastre de su gobierno.

Estamos ante una clara huída hacia delante, visto el desencanto popular ante el empobrecimiento generalizado de la población; la falta de empleo digno y estable; la falta de viviendas de interés social; el asco de ciudad en que han convertido a Caracas; el caos automotor y el mal estado de las vías urbanas, carreteras, puentes y túneles; la inseguridad de los ciudadanos y la podredumbre policial y militar; y, por supuesto, el más descarado robo de los dineros públicos, el tráfico de influencias al más alto nivel mafioso y el enriquecimiento ilícito de funcionarios civiles y militares, sus relacionados y familiares, a manos llenas.

En fin, Chávez critica al bodrio de gobierno que ha prohijado, durante los últimos seis años y medio. Algunas veces balbucea contra los corruptos, pero sin mencionarlos, porque bien sabe que “el que le pega a su familia se arruina”, por lo que prefiere llamar a “lavar los trapos sucios en casa”, cual corrupto trasnochado de la Cuarta República.

A estas alturas, es bueno echar mano del “mata-burros” –como decimos los venezolanos- o “tumba-burros”, como prefieren llamar al diccionario, en Colombia: “BODRIO… Comida mal hecha o elaborada con ingredientes de mala calidad… Cosa mal hecha o de mala calidad…”, define El Pequeño Larousse Ilustrado (2005). Es lo que tenemos como gobierno, tantas veces criticado por su lastimosa ineficiencia, sus descarados niveles de corrupción y (esto, todavía, no se lo ha autocriticado el presidente Hugo Chávez) su impune arbitrariedad, propia del personalismo aspavientoso que lo caracteriza, más como reminiscencia gomecista que como muestra del arraigado autoritarismo militar venezolano y latinocaribeño (brutal, mañoso y ladronazo).

Y como Chávez ha desatado una campaña –“de la boca para fuera”– contra sí mismo y en contra de su pobre gobierno, más atrás van en caravana los “irresponsables-responsables”, desde los miembros de su Gabinete Ejecutivo –total e impunemente desentendidos de los desastres que vienen ocurriendo en sus áreas de competencia- hasta parlamentarios y otros dignatarios de los Poderes Públicos Nacionales, todos en crisis de identidad, valores y capacidad funcional. El caos del gobierno es tan grande como gigante la engañifa a la parte del colectivo nacional que todavía cree en la palabra oficialista.

Lo último fue exhortar a sus seguidores-defraudados (sólo creen en él, pero sufren el fracaso de su gobierno) a protestar a las puertas de alcaldías, gobernaciones, ministerios y empresas del Estado. Su axioma parece ser: “Yo, que soy un tronco de Presidente, no soy responsable del pésimo gobierno que presido”. Así, se desmarca del fracaso o, más bien, pretende desmarcarse del fracaso de su gobierno. Una estrategia clara, en tiempo de elecciones municipales (7 de agosto) seguidas de elecciones parlamentarias (diciembre 2005) y de elecciones presidenciales, en diciembre de 2006. Todo un ardid electoral, cínicamente aplaudido por los más incompetentes y corruptos que trabajan a su alrededor, enriquecidos y dispuestos a seguir pegados de la teta petrolera, que según todos los pronósticos apunta a un promedio internacional de 60 dólares por barril, para lo que resta de 2005 y el venidero 2006, lo que para las cuentas de Venezuela reportaría unos 50-52 dólares por barril. ¡Qué gozadera!
No voy a mencionarlos por sus nombres, para no herir susceptibilidades, pero saben perfectamente a quiénes me refiero: fundamentalmente a quienes con su silencio cobarde han cohonestado la fragua del actual estado de cosas: robo descarado de los dineros públicos (no me cansaré de repetirlo y echárselos en cara), ineficiencia y sinvergüenzura en el desempeño público, y un ya muy costoso malandrismo gubernamental, retroalimentado por la cobardía de quienes prefirieron callar, la ineficiencia y la corrupción, círculo vicioso insoportablemente pestilente y dañino. Su hundimiento histórico es inevitable.

La cobardía y la falta de valores, junto con el empuje corruptor de la burbuja petrolera actual, propician:
1.- La aceptación del despilfarro de los recursos públicos, por parte de amplios sectores de la población y los gozones contratistas integrantes de las mafias robolucionarias;
2.- La aceptación (y cohonestación) del peculado de uso ilimitado y el abuso de poder (casi ilimitado), hasta la coacción de los más pendejos, sometidos por una dádiva ocasional, un crédito personal, cooperativo o de vivienda, o por la jugosa ganancia facilona de contratos multimillonarios, bajada de la mula incluida.

3.- La aceptación de la más pasmosa ineficiencia en el ejercicio político-administrativo; y
4.- La aceptación de un liderazgo disparato e irresponsable, como mal necesario por la acechanza de potencias extranjeras y factores de poder tradicionales que han sido desplazados de los escenarios de toma de decisiones.

“Chávez vs Chávez” no es un nuevo capítulo de la política venezolana. Simplemente, se repite la historia, especialmente la de tiempos de Carlos Andrés Pérez, aliñada con lances propios de los dictadores militares –torturadores, asesinos y ladrones- Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez. Precisamente por eso, un bodrio.

¿Hasta cuándo aguantará el país? ¿Un año más, seis meses o hasta el 2021? El pueblo lo dirá. Lo que tengo muy claro es que las expectativas dinerarias de la población son tan altas como el fluir de los precios petroleros, en el caso venezolano. Muchos quieren probar cuánto pescan. Es lamentable, pero es la verdad, y es la mejor herramienta del gobierno. Podría asegurarse que, mientras la burbuja petrolera crezca y se mantenga, buena parte de la población se desentenderá de lo público para dedicarse a lo privado, a lo suyo. Así ocurrió durante el primer quinquenio de Carlos Andrés Pérez (1974-1979).

El ánimo reflexivo no distingue a los venezolanos. El bodrio de Chávez es aceptado, a punta de billete, sin planes ni ejecutorias consistentes. La expectativa está asociada al facilismo y la riqueza fácil, poca o mucha. Unos porque nunca la tuvieron a mano, y otros (desde la oposición) porque la han perdido.

El sentido responsable de lo colectivo no existe entre nosotros, lamentablemente. Predomina el cultivado atroz individualismo (egoísmo y vivarachería). El miope aventurerismo le gana al análisis crítico comprometido, tras la relancina ventaja. No hay principios ni valores; y sin ellos, tampoco valentía ni bondad.

Necio es “pedir peras al olmo”. La fractura del actual proceso político venezolano, sólo puede producirse de abajo hacia arriba, cuando la mayoría inconforme comprenda que la nueva etapa “Chávez vs Chávez” es apenas un capítulo de una farsa envuelta por la burbuja petrolera. En el fondo, Venezuela huele a futuro, aunque parezca contradictorio. Llegará el momento en que los actuales factores de poder sean transformados o desplazados: me refiero a los “factores de poder” conocidos como “gobierno” y “oposición”, corresponsables de la crisis moral, social y material que sufre la República.

EL CONFESIONARIO
MAL PARADA QUEDÓ la procuradora general Marisol Plaza, en el caso de indemnización por daños morales y materiales a la familia Carmona-Jorge por el asesinato del abogado Ramón Carmona Vásquez, a manos del “Grupo Gato” de la PTJ. La última decisión fue adoptada por la Sala Constitucional ordenando a la Sala Político Administrativa establecer el monto del resarcimiento a favor de la viuda y los hijos de Carmona Vásquez, correspondiendo a esa instancia del TSJ y a la Procuraduría General de la República establecer el monto, último escalón de la larga lucha de Gladys “La Turca” Jorge de Carmona, junto a sus hijos, familiares y amigos, en procura de justicia. El problema de fondo es que, dado el historial de brutalidad policial y militar en Venezuela, si el Estado acuerda resarcimiento pecuniario a todas las familias afectadas por el asesinato policial o militar de alguno de sus miembros, iríamos a la quiebra o se congestionaría más el muy criticado Poder Judicial venezolano… OTRO BATALLADOR, a sus 84 años, es Angel Nava, quien aspira que el TSJ establezca la responsabilidad del Estado venezolano por su detención ilegal, tortura, secuestro y encarcelamiento durante más de dos años en las “Colonias Móviles de El Dorado”, por una cadena de injusticias cometidas por agentes y jefes de la Digepol, la Prefectura de Caracas y los ministerios de Relaciones Interiores y de Justicia. Ramón Escobar Salón, ministerio de Justicia en el gobierno del presidente Raúl Leoni, firmaba las órdenes de remisión de presos políticos a las cárceles, bajo el vago expediente de “investigación de personalidades”. La sentencia está por salir.

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