Opinión Nacional

Cisneros, Escotet, Mendoza: ¡bien!

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Son tiempos difíciles para el sector privado. Una revolución comunista aspira abolir la propiedad de los medios de producción. Así, todas las empresas pasan a ser del Estado… ¡y sus empleados también!.

Cuando vemos que algunos empresarios se han mantenido en Venezuela y, contra viento y marea, defienden a sus respectivas empresas nos sentimos contentos. Cualquiera de ellos ha podido irse del país y refundar sus corporaciones en otros que estarían encantados de darles la bienvenida. Lula y Brasil, Uribe y Colombia le darían un abrazo a Lorenzo Mendoza si muda al Grupo Polar para uno de esos países. Juan Carlos Escotet sería súper bienvenido por Torrijos y Panamá, y Oswaldo Cisneros podría comprar empresas de telecomunicaciones en cualquier parte, con todas las garantías.

Hugo Chávez ha querido hacer su revolución, “bonita”. En lugar de incautar, confiscar, decomisar, el socialismo del siglo XXI “compra acciones”, “interviene”, “no renueva concesiones” o “expropia” propiedades “por utilidad pública”.

El Comandante Presidente, como deben llamarle sus empleados, empezó primero a “tomar el control” de las empresas públicas, ministerios, institutos autónomos, gobernaciones, alcaldías y empresas del Estado. Luego, el oficialismo se ocupó de dominar el Consejo Nacional Electoral lo que le garantizó que la revolución “light” impusiera sus criterios mediante el sufragio porque de una u otra forma los “conteos” siempre favorecen al gobierno. Más tarde, sometió al Poder Legislativo en su totalidad, mediante unas elecciones donde los únicos postulados fueron, como en Cuba, los del oficialismo. Entonces, esta Asamblea Nacional nombró a convenientes miembros del Poder Judicial a todos los niveles, y se seleccionaron a pertinentes funcionarios claves como el Fiscal General, el Contralor Nacional y el Defensor del “Pueblo”.

Al comienzo ya se había dado cuenta que existían dependencias vitales, como la industria Petrolera y el Banco Central de Venezuela, los cuales metió en cintura tempranamente. Más reciente “compró” la telefónica, la electricidad, la siderurgica y amenaza con “apropiarse” toda empresa que se declare de interés nacional y advierte sin tapujos con nacionalizar la banca y las instituciones financieras.

Pero Chávez no está seguro de las fuerzas armadas. Como dijera un sagaz presidente venezolano: “Los militares son leales, hasta que dejan de serlo”.

Tampoco le salió bien la agresión constante a los medios de comunicación no gubernamentales y el apoyo a las guerrillas colombianas. Si le sumamos la burocracia, la corrupción y la ineficiencia a pesar de los inmensos recursos administrados, tenemos que el nivel de popularidad que llegó a superar el 80 por ciento, se ha reducido a menos de la mitad. Por esto Chávez retrocede y cambia su rostro neocomunista y autoritario por uno democrático y condescendiente. En este contexto citó el Presidente a los empresarios al palacio de gobierno para dar la sensación de apertura hacia el sector privado. En estas circunstancias, productores, banqueros, comerciantes, la gente que construye en lugar de destruir que asistió nos recordó que a pesar de todo, siguen aquí, creando bienestar, alimentos, bienes y servicios, comunicaciones, empleo y que no han tirado la toalla. Sólo existir en estos tiempos es luchar y tener conciencia de que cuando pase la pesadilla no empezaremos de cero. A todos, ¡Gracias!

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