Opinión Nacional

Ciudades competitivas

La reciente XLIV Conferencia Interamericana para la Vivienda, realizada en la ciudad de Orlando, Estados Unidos, ha reiterado sobre el paradigma de ciudades competitivas, aquellas que han surgido gracias a la gerencia, a una planificación urbana armoniosa, cimentando valor agregado, atrayendo progreso, crecientes inversiones, calidad de vida, y una convivencia humana feliz.

Este modelo implementado en el mundo desarrollado ha dado paso a una cantidad de urbes modernas, vigorosas, articuladas, con eficientes servicios públicos, donde el centro de atención y de respeto está en los ciudadanos, que a su vez acatan las normas y cooperan con la autoridad.

Se trata ahora de concientizar a los líderes de la región, porque en Latinoamérica salvo contadas excepciones el proceso de urbanización está aún en desarrollo, enfrentando sus circunstancias, propias de las migraciones, crecimiento poblacional, y del déficit de servicios. En Venezuela aunque existen ciudades que reflejan niveles de organización sobresaliendo del resto, como Valencia, Maracaibo, San Felipe, Barquisimeto, Barinas, más los municipios Chacao y Baruta, hay mucho por hacer, sobre todo en nuestra ciudad capital.

Por supuesto se precisa de dos brazos ejecutores muy firmes para dar gobernabilidad, romper el círculo vicioso que mantiene a la ciudad inmersa en una suerte de conflictos que resiente el tejido social, la psiquis de los ciudadanos, y la productividad. Uno de ellos tiene que ver con la calidad del liderazgo local para el ejercicio de la gerencia pública, urbana y social; que escuche las propuestas de los expertos en ingeniería vial, planificación urbana, desarrollo inmobiliario, mantenimiento de la infraestructura de servicios, seguridad, y entre otras, de preservación del medio ambiente y de los espacios públicos, todas enmarcadas en exigencias para dar calidad de vida a la población.

El otro brazo está constituido por la sociedad civil que contribuye estoicamente con sus tributos locales y nacionales a mantener una frondosa burocracia que no responde a sus expectativas; la que paga tarifas de primer mundo por servicios públicos de calidad muchas veces objetada, y que en esta relación de desventaja, de orfandad, no desarrolla lazos de identidad ni de pertenencia con su entorno.

La ciudad es la casa grande donde conviven cotidianamente sus habitantes. Pero esta convivencia cada día es más traumática. Caracas no soporta más el caos vial, el conflicto más grave además de la inseguridad. Se requiere de unos 40 kilómetros de vías expresas para desafiar el colapso, dar preeminencia y calidad al transporte público superficial sobre el privado, y rescatar las aceras para el peatón. Diariamente circulan dos millones de vehículos particulares, sin regulación alguna. El transporte está ligado a la vida misma. La solución habitacional en Caracas no es la de construir más viviendas, sino desarrollar un eficiente sistema de transporte colectivo que permita conexiones rápidas. Los proyectos viales están engavetados. No se ha ampliado la Boyacá, vía expresa que no resiste más el flujo vehicular de Caracas y de las ciudades-dormitorio, como ocurre con la autopista Francisco Fajardo.

La deuda con los caraqueños es monumental. La falta de espacios abiertos impide la convivencia. Ya era tiempo de devolver el emblemático boulevard de Sabana Grande a la colectividad, que la desidia y el populismo habían arrebatado. Pero la tarea no culmina allí. Los espacios peatonales del centro de la capital, El Silencio, Fuerzas Armadas, El Valle, Catia, Petare, deben ser rescatados, además de construir otros. ¿Por qué no complejos deportivos, parques recreacionales, ciclovías, o espacios para eventos y conciertos en terrenos del Fuerte Tiuna y La Carlota?
Rescatar los atractivos de la ciudad, potenciar sus fortalezas y conducirla a niveles de competitividad no constituye una utopía. Pero debe existir una conexión directa entre la autoridad y la sociedad civil, no sólo para empujar el progreso, sino también para mantener y cuidar la infraestructura física tanto pública y privada, con una actitud responsable y pensamiento sustentable. Crear conciencia sobre deberes y derechos, participativamente, sin cortapisas, es un esfuerzo común destinado a construir la ciudad que queremos. Si ese no es el reto ¿por qué los municipios Chacao y Baruta ejercen un atractivo especial para invertir y para vivir?

Director General del Centro Inmobiliario Profesional (CEINPRO).

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