Opinión Nacional

Comandante, botaste la bola

Comandante, comenzando el año pasado, en un gesto de cordura, nos dijiste que los grandes enemigos de la revolución eran la ineficacia, la corrupción y el burocratismo. Hablaste de reflexión, de autocrítica. Incluso, le diste una orden el 6 de enero de 2008 al recién nombrado Vicepresidente Ramón Carrizales: “Encárguese exclusivamente de las tareas del gobierno y su eficiencia… de que se cumplan los planes, los programas, del contacto con los gobernadores, con los poderes locales y haciendo un seguimiento permanente”. Entonces te indicamos que le estabas delegando al vice tu propia responsabilidad: La de ¡Gobernar!…

En el ínterin, tú te dedicaste a la campaña sempiterna electoral y a “vender” tu “maravillosa” revolución.

Hace poco en una perorata de 7 horas creíste rendir cuenta pública de lo que nos ha dado tu revolución, pero te olvidaste de lo esencial: Explicarnos que se ha hecho para evitar la extrema inseguridad que oprime, angustia, roba y asesina a los ciudadanos. Tampoco recordaste que precisamente un año después que lo advertiste, tu gobierno se percibe como el más ineficaz, el más corrupto y el más burocrático que hayamos sufrido. Quizás por esto es que no lo mencionaste, para que la gente olvide que tus “órdenes” no se cumplen, que todo es puro “bla bla”.

El 12 de enero del año pasado preguntaste públicamente: “¿Por qué no se ha podido cambiar la terrible situación de las cárceles? ¿Por qué la inseguridad sigue siendo un problema tan grave? ¿Por qué sigue el contrabando? ¿Cuál es la razón de la impunidad? ¿Por qué las mafias siguen incrustadas en los servicios? ¿Por qué las gestiones ante las instituciones públicas siguen siendo una pesadilla? ¿Por qué nos cuesta tanto producir bienes de uso diario? ¿Por qué seguimos consumiendo tantos alimentos procedentes de otros países? ¿Por qué la corrupción no la hemos podido frenar?”… Este año comandante, en lugar de ignorar estas preguntas habría que agregar más: ¿Por qué tantos crímenes y violencia? ¿Dónde están los reales, los 800 mil millones de dólares que se han gastado? ¿Por qué no funcionan los servicios? ¿Dónde están las viviendas? ¿Qué va a hacer con los niños abandonados que no “están registrados”?… Comandante ¿Cuándo va a gobernar?… ¿Sabe la respuesta?… El presidente Obama, ha nombrado su gabinete en medio de una grave crisis en EEUU. Obama escogió a los mejores en su área. Designó a su principal oponente, Hillary Clinton como Secretaria de Estado, nombró secretarios de gobierno a miembros del ahora partido opositor y hasta a un premio Nobel. Buscó a los mejores de su país para enfrentar el escollo.

Un líder, comandante, hace eso. Se rodea de la gente más capaz. No teme a otros líderes. Negocia, encuentra equilibrios, da espacios y comparte sus tareas. Coordina, dirige a su equipo y asume sí, su responsabilidad. Por ello, no le importa cuanto brillen los otros en su desempeño. A mejor lo hagan, mejor será el juicio de la historia sobre su gobierno. Su liderazgo se fundamenta en su autoridad personal.

En el caso de un Jefe, que no un líder, comandante, su jefatura se fundamenta en el cargo que ejerce. Sin el cargo no es nada. ¡Por eso nunca lo quiere perder! No requiere a los mejores, a los más competentes, sino a quienes acaten su jefatura. No quiere oír sus opiniones sino que le digan “Sí” a lo que dice. Impone que no discutan la voz del “sabio” Jefe y que en todo momento digan: ¡Sí!… ¡Mi comandante-presidente!

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