Opinión Nacional

¡Con mi petróleo no se metan!

Para Humberto Calderón Berti, con solidaridad y afecto

¿Sabrán los «bolivarianos» que defienden la infiltración ideológica en PDVSA, que lo peor que nos puede pasar a los venezolanos es que PDVSA deje de ser una empresa comercial para convertirse en el último reducto de la revolución?

El petróleo es patrimonio de todos los venezolanos, no del gobierno. Hasta que Chávez asumió la presidencia, los gobiernos habían manejado en forma razonable nuestra empresa bandera, básicamente porque se había respetado la meritocracia. El Presidente declaró no saber lo que es eso, y lo atribuyó como un invento de la nómina alta de PDVSA. Nadie debe asombrarse de que Chávez no sepa lo que es meritocracia. Porque si Chávez tuviera al menos una vaga idea de lo que es la meritocracia, ya hubiera cambiado el gabinete y a muchos otros altos funcionarios.

El General Lameda fue bien enfático y aún más descriptivo, cuando señaló que la norma de este gobierno ha sido premiar la mediocridad y castigar la eficiencia.

¡Qué lástima que el país no se maneje con los criterios con que hasta ahora se ha manejado PDVSA!. Porque hasta ahora, es la única empresa del Estado que ha dado ganancias como las mejores empresas privadas del mundo. Y todo gracias a que no se ha politizado su gerencia. Este gobierno desde el principio ha intentado politizarla. Y ahora intenta hacerlo total y descaradamente. Ya llevamos tres años en que la fuga de talentos de PDVSA es cada vez mayor.

Como venezolanos que nos duele el país, y que vemos con angustia cómo se pretende acabar con la fuente de nuestro pan de cada día, cada uno de nosotros debe decirle al gobierno: ¡con MI petróleo no se meta!.

No podemos permitir que nos impongan un tren directivo cuyo nombramiento esté inspirado en el fin de politizar e ideologizar a PDVSA. Ideologizar a PDVSA es decretar su quiebra. Y la quiebra de PDVSA es la quiebra de Venezuela. La Junta Directiva de PDVSA no puede ser nombrada con objetivos «revolucionarios».

Hace dos años escribí con dolor que este gobierno había hecho del rancho una institución. Hoy, con mayor dolor, escribo que el gobierno además está ranchizando sistemática y premeditadamente las instituciones. Le llegó el turno a PDVSA, y el gobierno logrará destruirla si Venezuela, como una sola persona, no se une en solidaridad a los empleados y obreros que están dispuestos a defender nuestra PDVSA con todo valor y toda dignidad.

Cuando se metieron con la educación de nuestros hijos salimos a la calle a decir «¡con mis hijos no se metan!», y para ese momento, logramos nuestro propósito. Hoy nos toca salir a la calle de nuevo, y cuantas veces sea necesario, para decirle a este gobierno, como dueños del petróleo que somos: «¡con mi petróleo no se metan!».

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