Opinión Nacional

Consecuencias para todos del 2D

Nadie está exento de respetar el resultado del referendo efectuado el 2 de diciembre.

El comentario de un lector sobre el anterior artículo acerca del rechazo a la reforma constitucional registrado el 2D, me ha hecho pensar que era conveniente insistir en las consecuencias para todos de su resultado y de una habilitación legislativa -para el gacetazo- que supuso sería aprobada, lo que no ocurrió.

La regla constitucional sobre lo que no puede hacerse una vez negado un cambio en la Constitución es precisa. Las propuestas rechazadas no pueden volverse a presentar bajo ninguna forma en el mismo período constitucional, por lo que debe ser suspendida la promoción o ejecución de cualquier iniciativa vinculada con el desarrollo de los cambios propuestos a la Constitución.

Más aún, cuando lo que se desea imponer a la ciudadanía, contra el querer de la mayoría, es un régimen semejante al que gobernó en la Unión Soviética hasta su disolución -un totalitarismo comunista- que dispuso de la vida de sus habitantes sin que estos contaran con ningún medio institucional de control de sus decisiones. Uno de los dos totalitarismos que dejaron una estela de muerte donde actuaron en el siglo XX y que fueron calificados por el Papa Juan Pablo II como las ideologías del mal.

Imponer un régimen
Tal como lo he señalado en otras ocasiones, el rechazo de las reformas propuestas en el referendo celebrado el 2D de 2007 va más allá de establecer la imposibilidad de que con sustento en ellas se puedan ejecutar las acciones que se pretendían realizar para imponer un régimen del corte señalado.

Por tratarse de un pronunciamiento posterior a la sanción de la Constitución del 99 prevalece sobre ella y cierra la posibilidad de utilizar cualquier rendija constitucional que pudiera existir para desconocer el querer de la ciudadanía.

El resultado del referendo del 2D compromete a todas las instituciones del Estado y a toda la comunidad nacional. A quienes promovieron la reforma, a actuar conforme al resultado del referendo y a la Ley. A las instituciones garantes de que la Ley se cumpla, a asegurar que no se desconozca el querer mayoritario de la ciudadanía claramente expresado entonces. Y, a todos los ciudadanos, a proceder en todos los casos según el pronunciamiento de la mayoría en dicho evento y en las consultas previamente realizadas. Las consecuencias de ese resultado alcanzan a todos.

Nadie está exento de respetar el resultado del referendo efectuado el 2D; y, por lo tanto, de asumir cabalmente las consecuencias del rechazo de los cambios propuestos a la Constitución. Ni exento ningún demócrata real de defenderlo

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