Opinión Nacional

Contra el socialismo no hay marcha atrás

Pero eso cambió. Hoy, gracias al esfuerzo y sacrificio del movimiento estudiantil y de connotados dirigentes políticos patriotas entre los que destacan Leopoldo López, hoy prisionero político y María Corina Machado, amenazada de prisión, nuestro país despertó del letargo en que nos había hundido una dirigencia demócrata que plagada de traidores y colaboracionistas, desde el año 2003 nos llevaron a claudicar en la lucha por la democracia, perdida en la masacre del 11 de abril; pero pasados 11 largos años hemos retomado un proceso de liberación nacional que nunca debió interrumpirse.

Esa claudicación orquestada por una dirigencia cobarde y vende-patria, a lo largo de estos años presentó variados matices, que permitieron en su oportunidad el sostenimiento de un régimen tiránico carente de mérito y capacidad política propia. Esa tratativa inició como es sabido, con la aceptación en el 2003, de una salida electoral a la crisis iniciada el año anterior, que implicaba reglas comiciales inconstitucionales, adaptadas a las necesidades del régimen, vigentes en su esencia al día de hoy, que hacen imposible una victoria electoral demócrata en aquellos eventos donde el socialismo en gobierno tenga crucial interés.

Si bien es cierto que el electoralismo y la aceptación de un CNE socialista constituyen emblema de la hegemonía oficial durante todos estos años, no lo es menos la destacada participación del colaboracionismo demócrata para el éxito de tal hegemonía. Tres eventos puntuales sirven para evidenciar tal afirmación, a saber: En primer lugar la imperdonable aceptación del referendo revocatorio presidencial del año 2004 en condiciones violatorias a las garantías electorales consagradas en la Constitución, bajo el insulso argumento de la imbatibilidad electoral de las fuerzas demócratas, como si los votos bastaran cuando el adversario es quien los cuenta.

Luego tenemos el absurdo de la inacción política en 2005 por parte del liderazgo demócrata de entonces, luego de la abstención electoral en las parlamentarias de aquel año, cuando ante la evidente carencia de respaldo electoral por parte del socialismo en gobierno, traducida en menos de un 20% de participación electoral, el liderazgo demócrata hizo mutis, oxigenando así a un régimen sin apoyo popular, cuando lo que procedía en sano juicio era el iniciar un proceso de protesta pública, pacífica y no armada exigiendo cuando menos un nuevo poder electoral que de conformidad con la Carta Magna realizase comicios generales.

Por último, consideramos que el ejemplo más rotundo del fracaso de una dirigencia cobarde y colaboracionista, negada al necesario sacrificio que demanda la restauración de la democracia y la libertad en nuestro país, lo tenemos en razón de las presidenciales del 14 de abril de 2013. Frente al evidente fraude electoral, el liderazgo demócrata venezolano optó por la vía jurisdiccional para reclamar derechos que sólo mediante la protesta constitucional serían escuchados.

Como resultado de esa tragedia por episodios, plagada de traiciones, miseria moral y mucha cobardía, Venezuela transita hoy el camino que desde hace mucho debimos iniciar, doloroso aprendizaje de una gran lección: Contra el socialismo no hay marcha atrás. Ora y labora.

 

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