Cosas de mercadeo y publicidad
Corrían los años setenta. Tabacalera Nacional tenía dominado el
mercado de cogarrillos en el país. Lo había logrado durante muchos
años con la marca Lido y luego con Astor. Su competidor, Cigarrera
Bigott, no lograba ni siquiera la mitad de la porción de mercado de
Astor, que en caja Roja, apelaba a percepciones de fuerza con su lema
«Sabor seguro, placer más puro».
Luego de fracaso tras fracaso, tras muchos intentos fallidos, la gente
de Bigott lanza al mercado el cigarrillo Belmont, en caja Azul,
apelando a la suavidad, cantando «Qué suave es, Belmont suave»,
como acompañamiento a escenas de amor entre parejas jóvenes. Nuestro
gran Chelique Saravia dirigía el equipo creativo y puede dar fe de
todo lo que se hizo en la materia. El éxito les vino de inmediato.
Progresivamente, Belmont Suave, en caja Azul, desplazó a Astor Rojo, y
llegó a hacerse líder indiscutible del mercado, prácticamente hasta
nuestros días.
En la agencia que manejaba la publicidad de Belmont, hubo una fecha que
en su momento fue celebrada en grande. Ello ocurrió el día que nos
enteramos que Astor estaba realizando el lanzamiento de una extensión
de marca, Astor Suave, en caja azul, apoyados en una campaña que nada
tenía que ver con lo que era su agresivo mercadeo del producto bandera
de la empresa.
Que Astor ROJO lanzara la extensión de marca Astor AZUL, era el mejor
síntoma de la derrota que estaban sintiendo a manos del cigarrillo que
insurgió contra lo que prácticamente una tiranía en el mercado
cigarrillero. Este es uno de esos casos memorables del mercadeo masivo
ocurridos en Venezuela. E ilustra muy bien lo que representa que el
líder se tenga que humillar a imitar a su retador.
